Nicolás Sesma: "Franco es el árbol que no nos dejó ver el bosque"
Historiador. Autor del libro 'Ni una, ni grande, ni libre'
BarcelonaNicolás Sesma (Huesca, 1977) es historiador, profesor en la Universidad de Grenoble-Alps y ha publicado el libro Ni una, ni grande, ni libre (Crítica, 2024), una revisión actualizada del franquismo.
¿Franco no nos ha dejado ver el franquismo?
— El sistema político no puede entenderse sin él, pero hasta que los asuntos llegaban a su mesa pasaban por altos mandos y cuadros intermedios que son imprescindibles para entender la dictadura. Franco ha sido el árbol que no nos ha dejado ver el bosque.
¿Y qué vemos si sacamos a Franco de la ecuación?
— La complicidad de una parte importante de la población. Ya sea por acción, omisión, oportunismo o venganza.
Dice que Franco no era tonto.
— La cultura popular ha contribuido a que lo pensemos, ya quien más duele es en el antifranquismo. ¿Si era tan tonto como se mantuvo 40 años en el poder? La dictadura fue hábil, y también se vio favorecida por el contexto internacional.
También dice que Franco tuvo suerte.
— Inicialmente, copió mucho la forma de ejercer el poder de Hitler y Mussolini: no escuchar y basarse únicamente en las intuiciones personales. Mussolini entra en la guerra en contra del consejo de su cúpula militar y de la opinión del rey Víctor Manuel. Y Franco quería seguir ese camino sin hacer caso de lo que le decía una parte del cuerpo diplomático y de sus militares. Pero Hitler acaba rechazando su ofrecimiento, y cuando ve lo que la guerra ha supuesto para Italia y hasta qué punto él ha estado cerca del abismo, aprende una lección. Y lo aprende para siempre.
Escuchar a los suyos.
— Era una manera de tenerlos atados, porque si todo el gabinete aprobaba una condena de muerte, después no podían diferenciarse del régimen. Y la corrupción fue también importante. Franco vio que era una bendición porque le permitía tener las piezas controladas e impedir una alternativa.
Habla del riesgo del año 1943.
— La monarquía derribó el régimen de Mussolini en Italia y fue el momento en que los aliados estuvieron más cerca de intervenir. Pero al final España no estaba en el camino hacia Alemania y tampoco existía una alternativa clara, porque el exilio republicano estaba muy dividido. Además, la lógica de la Guerra Fría se impone muy rápidamente. Hay un informe de un alto funcionario del Foreign Office que dice: “Odioso como es su régimen y él mismo, Franco no es un peligro para nadie y, sin embargo, desestabilizar la península Ibérica sería algo que nos pondría en riesgo a todos”.
También dice que Spain is not different.
— Los movimientos sociales que existían en diferentes puntos del mundo en los años sesenta y setenta llegan también aquí, pero son gestionados por una dictadura y, por tanto, con menos transparencia. Y el desarrollismo es la receta que el Banco Mundial y el FMI aplican a muchos países. Frecuentemente parece que Franco y Navarro Rubio se sentaron y redactaron un plan de estabilización. No fue así, pero sí les sirvió para dar una imagen de modernidad, aunque el objetivo final no era la apertura, sino la continuidad del régimen.
¿Por qué aguantó?
— Probablemente porque necesitó una guerra civil para llegar al poder. Esto no ocurrió en Italia, ni en Alemania ni en Portugal. Y es siempre un evento traumático en el que se generan una serie de lealtades, hermandades de sangre e intereses. Además, para algunos Franco era un buen negocio porque la mano de obra era barata. Existe un tema laboral del precio del trabajo que está siempre subyacente a cualquier clase de dictadura de tipo fascista.
¿Por qué se cae?
— Porque se acabó construyendo una alternativa, el antifranquismo. El régimen cae por la voluntad de la oposición –la clase media y la clase trabajadora– de no permitir que exista una continuidad.
¿Qué papel juega Cataluña en esta dictadura?
— Parte de la élite económica tradicional catalana pensó que la dictadura sería una reedición de Primo de Rivera. Y deslocalizaron sus industrias pensando que después serían bien tratados. Se dieron cuenta de que no. La dictadura franquista impuso una penalización muy grande sobre todo el mundo catalanista. Pero el régimen aprendió en cuanto necesitaba contar con gente de aquí y, en este sentido, fue importante la huelga de tranvías de Barcelona del año 51. El nuevo gobernador civil, Felipe Acedo Colunga, se da cuenta de que necesita un personal respetado en el ámbito territorial. Y es cuando entran algunos grandes apellidos: Carreras, Samaranch, que después serán los hombres del franquismo en Catalunya. ¿Existe un fascismo catalán? No, hay fascistas catalanes. ¿Existe un franquismo catalán? No, existen franquistas catalanes. Grupos sociales que participan en el mantenimiento de la dictadura porque les representa un mal menor, porque también existe mucha memoria de la represión revolucionaria y porque es bueno para los negocios.
A veces hay discursos en los que Catalunya parece que sufrió más. ¿Es cierto?
— No se corresponde con la realidad de los sucesos. La dictadura fue sufrida por todos los territorios y por todos los pueblos de España, pero en Cataluña existen elementos particulares de tirria contra la lengua y contra un mundo cultural determinado. En el caso de Catalunya, sí que existía una oposición muy desarrollada y, sobre todo, de carácter unitario. Y hay una parte de la oposición catalanista con mucha repercusión internacional, porque no es lo mismo dar un porrazo a un pobre jornalero en Andalucía que a Jordi Pujol.
Su libro termina con una escena imaginaria protagonizada por George Orwell.
— Orwell combatió en el frente de Huesca y siempre decía que algún día se tomaría un café en Huesca. Y me parecía interesante que pudiera volver y tomar un café en el centro. El problema es que, cuando llega, abre el diario y se encuentra con que el penúltimo secretario general del movimiento es el primer presidente de la democracia y que, además, parece que su paso por el movimiento sea simplemente una anécdota. Creo que podría pensar que hasta cierto punto se ha reescrito la historia, como hacía el ministerio de la verdad en su obra 1984.
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