Crítica de música

Ahora sí, un verdadero recital con Lise Davidsen y Freddie De Tommaso

Una velada sencillamente memorable con dos grandes voces en el Liceu

Lise Davidsen y Freddie De Tommaso

  • Gran Teatro del Liceu. 11 de enero de 2024

Al día siguiente del soporífero y anodino recital de Javier Camarena en el Palau de la Música, había necesidad de escuchar no solo grandes voces (y recordamos e insistimos en que, a pesar de todo, Camarena es una), sino también una velada musicalmente más que interesante, con un programa variado, con partes de riesgo y con presencia carismática en el escenario. Y lo cumplieron con creces Lise Davidsen y Freddie De Tommaso.

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La soprano noruega, revelación en el Festival de Bayreuth del 2019 con un memorable Tannhäuser, está llamada a ser una de las grandes cantantes del siglo XXI. Lo demostró en el Liceu con Il tabarro en 2022 y este recital confirma todas las sospechas. Segura, técnicamente impecable, dotada de un instrumento magnífico y lo suficientemente flexible como para abordar en un futuro papeles mucho más dramáticos, exhibió arte en mayúsculas en pasajes extraordinarios como el aria de salida de Elisabeth de Tannhäuser, la de Pikovaya Dama de Tchaikovsky y, sobre todo, en el pequeño ciclo straussiano, pese a un lapsus de memoria muy bien salvado y mejor asistido por el pianista, James Baillieu. Bien orientada y con criterios marcados por la inteligencia, Davidsen está llamada a hacer cosas mayúsculas (ya está haciendo).

Fue muy satisfactorio que se creara la química necesaria en los duetos con el tenor angloitaliano Freddie De Tommaso, que cantará algunas de las funciones de Un ballo in maschera de Verdi en el Liceu en febrero. Es un cantante interesante, con un timbre y un color que recuerdan a los de los tenores italianos de antaño (especialmente Franco Corelli, sin la elegancia del cantante de Ancona) y con una robustez y una emisión viril, bien controlada y proyectada.

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El repertorio del recital no podía estar mejor elegido, sobre todo la primera parte y la mitad de la segunda. A partir de ahí ya fue el turno de las cancioncillas de Tosti (!), de My fair lady de Loewe y de La viuda alegre de Lehár, que pusieron el punto festivo a una velada sencillamente memorable y que muchos necesitábamos, aunque hubiera estado bien terminar la breve tanda de bises con un dúo espectacular. Por último, un recordatorio por si a alguien le falla la memoria: el Liceu ha sido y nunca debe dejar de ser un teatro de grandes voces. Con recitales como estos, en serio, la cosa está asegurada.