Crítica de música

La buena salud coral del país

Magnífico concierto del Coro Francesc Valls en el Petit Palau

Coro Francesc Valls

  • Pequeño Palacio de la Música. 6 de junio de 2024

La gran tradición coral catalana (que se remonta a tiempo de Josep Anselm Clavé) vive actualmente un inmejorable estado de salud. Y es que en los corazones de siempre y que han sido marca del país existen, entre profesionales y amateurs, formaciones que en los últimos años se han creado y consolidado con suficiente identidad y autoridad. Y profesionalidad, entendida desde la vocación artística y de servicio. De entre ellas, el Coro Francesc Valls, que dirige Pere Lluís Biosca.

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Más allá de ser la agrupación coral de la catedral barcelonesa y de la Sagrada Família, esta formación está marcada por la calidad interpretativa. Y esto es posible no sólo por la excelencia individual de sus miembros, sino también –y sobre todo– por dos factores indispensables: el carisma y la sabiduría de Biosca y el sentido responsable y de equipo de los y las cantores integrantes. Si a esto le sumamos las ocasionales intervenciones solistas de voces como la de la mezzosoprano Eulàlia Fantova, la cuadratura del círculo es más que evidente.

El concierto del jueves en el Petit Palau volvió a confirmar lo que ya sabíamos, que ya habíamos vivido en otras ocasiones y que hemos reseñado más arriba. Y encima con un programa exigente, inteligente y con riesgos, dadas las dificultades de algunas de las páginas interpretadas.

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Parte de la gracia del repertorio estuvo precisamente en una elección y en una apuesta por música de los siglos XX y XXI, desde las Flower songs de Britten hasta In the beginning de Aaron Copland –estos dos para abrir y cerrar respectivamente el concierto desde un contexto anglosajón–. Y en medio, tres piezas de artistas nostrats, vivos, en activo y muy presentes en nuestros conciertos: Mariona Vila (con Liber generationis), Bernat Vivancos (autor deAmicus míos) y Albert Guinovart (que firma un magnífico Dixit Dominus).

Pese al carácter profano de las piezas de Britten, y más allá del tono sacro del resto del programa, el concierto permitió una total comunión entre público e intérpretes. Una vez más, la velada nos hizo sentir orgullosos de tener una formación de una extraordinaria calidad artística y que, una vez más, contribuye a lo que decíamos al principio: en materia coral, este país tiene una excelente salud. Que nos dure por muchos años.