BarcelonaMarc Timón (Castelló d'Empúries, 1980) se subleva cada vez que quieren encerrar su música en un solo cajón. Compositor residente en el Palau de la Música, ha hecho todas las músicas del mosaico, de la sinfónica a la electrónica, de bandas sonoras a composiciones para copla. Y ha publicado Amalia (Microscopio, 2022), un disco de pop. "Estoy tranquilo porque he hecho este disco porque quería, no es ningún encargo. Y después pienso en quien lo pueda escuchar corriendo, estudiando o follando, y es cojonudo porque quiere decir que llegas a la gente con una música que es diferente de la que hacías", asegura Timón.
¿Por qué has hecho un disco como Amalia?
— Amalia es el nombre de mi abuela, que murió hace un año y medio a los 99 años. Ella fliparía si viera que le he dedicado un disco de pop, y más con una portada con planetas y colorines. La manera que tenía de encarar la vida y sobre todo de encarar la muerte es uno de los leitmotiv del disco. Ella estaba al final de la vida y en lugar de esperar la muerte en una mecedora estaba preguntando qué conciertos haría el año que viene, que quería apuntarse a todos.
Estéticamente es un disco de pop con muchas declinaciones. ¿Te apetecía hacer un disco así?
— Me apetecía mucho sobre todo hacer pop comercial en catalán un poco diferente, que no fuera en la línea del mainstream general que se hace aquí. Quería hacer un pop muy británico, también muy electrónico, y desmitificar un poco esto de que la música moderna en catalán tiene que ser de un tipo determinado. Claramente, no. Hay un tema que recuerda mucho a The Weeknd y es en catalán y queda perfectamente.
Y otro como Perfums de nit que es muy Coldplay.
— Sí, soy muy fan de Coldplay y de Keane, de este tipo de sonoridad, con estas reverberaciones, estos pianos y este tipo de producción. En catalán prácticamente no hay música de este tipo y me apetecía mucho probar si es que no hay porque no hay público o quizás no hay porque se piensa que no hay el público. Creo que sí que está, que hay un público más allá de los grupos mainstream, y no lo digo como nada negativo. Incluso público que no escucha música en catalán puede escuchar estas canciones.
¿Sigues viviendo en Los Ángeles?
— Tuve que volver a Catalunya hace un año y medio por la pandemia. Y entre que soy compositor residente del Palau de la Música y que hasta noviembre no se podía volver a Estados Unidos, pues me he quedado aquí. A partir de septiembre espero volver, porque tengo mi casa en Los Ángeles; lo tengo todo allí.
Te preguntaba esto por sí crees que Los Ángeles influye de alguna manera en tu música.
— Seguro. Hay un tema que se llama Tot es perfecte que es trap en catalán. Me encanta Cardi B y todo lo que escucho en Los Ángeles. Y, como mi lengua es el catalán, y además soy un idealista, no hago un tema en inglés, sino en catalán. Mucha gente cree que este tema es curioso e incluso hace gracia, pero yo creo que es del propio menosprecio social que hacemos de la lengua catalana, como si el catalán no fuera suficientemente guay para hacer trap. Incluso algunos que hacen trap tienen que poner castellanismos y tienen que rozar el catañol para que sea guay. Yo reivindico que el catalán de Pompeu Fabra más estricto puede ser igual de guay, que no es un tema de la lengua, sino de qué lugar le des en los medios de comunicación, en la televisión, en el cine. Parece que si unos personajes de una serie dicen "Nos pedimos una pizza" queda más guay que "Demanem una pizza", y aquí es donde muere el tema. Y es triste porque el catalán tiene mucho que ofrecer y no tiene por qué castellanear ni autoanularse.
La canción Jo per tu tiene esta atmósfera de la banda sonora de la película Drive, que se ha convertido en una especie de banda sonora de nocturnidad de la ciudad de Los Ángeles.
— Soy un gran defensor de Drive. Mucha gente me asimila a John Williams, obviamente por la cantidad de música sinfónica que he hecho y porque estrené una obra suya, pero me gusta mucho la electrónica de la banda sonora de Drive y sobre todo este tipo de sueños vintage, como la serie Stranger things.
¿Cómo valoras la experiencia de ser compositor residente del Palau de la Música?
— Brutal. Ha sido una experiencia que no habría pensado vivir nunca porque normalmente este espacio en lugares como el Palau de la Música corresponde a compositores muy especializados en la música contemporánea y clásica. Me sorprendió mucho que confiaran en mí que tengo este perfil tan ecléctico y que hago tanta música moderna. Me ha permitido mostrar todo un abanico de registros: he estrenado música sinfónica, música de cine, de cámara, coral... Ha sido una maravilla.
Es importante que en un mismo espacio tengan cabida Hèctor Parra, Albert Guinovart y tú mismo.
— Absolutamente. Hay espacio para todos, lo que pasa es que estamos acostumbrados a pontificar a través del estilo. Hay gente que estará enamorada de Albert Guinovart por el estilo y habrá gente que dirá "¿Dónde va sacando esta música tan tonal y romántica?" Para mí lo importante en el arte es que sea auténtico, aparte de bien hecho, que esto sería muy largo de desarrollar; sobre todo que sea verdad, que no haya gente que intente esconderse. Hay muchos compositores de contemporánea que no tienen ningún talento musical y que se esconden detrás de esta música porque es supercómoda, porque es muy difícil de desenmascarar y acaba siendo como una gran secta de la que los que hacemos otras cosas quedamos fuera. Y te prejuzgan, cuando en realidad no saben que tú vas a sus conciertos. Es muy ridículo.