Crítica de música

Concierto de cámara para un buen inicio de temporada

El Palau de la Música comienza el curso con tres ases: Anne-Sophie Mutter, Yefim Bronfman y Pablo Ferrández

30/10/2025

Anne-Sophie Mutter, Yefim Bronfman y Pablo Ferrández

  • Palacio de la Música. 20 de octubre de 2025

Para la inauguración de la temporada oficial de conciertos del Palau de la Música, la institución ha optado no por una sesión de gran formato (para entendernos, con una gran orquesta) sino por una velada de cámara, intimista, de la mano de tres ases absolutos, de indiscutible primera división: dos veteranos como la violinista alemana Anne-Sophi Bronfman y el joven violonchelista español Pablo Ferrández.

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El programa estaba estructurado en dos ambiciosas partes: el Trío 'Archiduque' (op. 97) de Beethoven y el Trío para piano en la menor (op. 50) de Chaikovsky. Y cabe decir que ambas piezas no parecieron interpretadas por el propio equipo. Y es que, si el trío beethoveniano pareció revestido de una técnica inmaculada en los ataques, el fraseo y el diálogo entre violín y violonchelo, parecía ignorar la presencia de un piano que quedaba reducido a un mero acompañamiento. Mejoraron las cosas en el fraseo masticado delandante cantabile, pero la sensación de superficialidad planeaba sobre el final de la primera parte.

La segunda, en cambio, fue otra cosa. El patetismo elegíaco del inicio del pezzo elegiaco parecía toda una declaración de principios: allí se jugaba fuerte la carta de la subjetividad romántica de un músico (Tchaikovsky) destrozado por la muerte de su amigo Nikolai Rubinstein. El entendimiento entre los músicos, más allá de su indiscutible virtuosismo, pareció total. El diálogo entre el chelo expansivo de Pablo Ferrández y el piano de Yefim Bronfman dio lugar a un juego de tensiones y distensiones al servicio de la expresión dramática y de la emoción subyacente a la obra. Y el violín de Anne-Sophie Mutter contribuía al llanto a tres voces (cuatro, si añadimos la sinuosa mano izquierda del teclado).

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El aparente humor de las variaciones del segundo y tercer movimiento no nos hizo olvidar el dramatismo del material previamente expuesto. Y el resultado global fue de una intensidad que traspasó toda resistencia. Así lo demostró el público asistente, tanto el que estaba por compromiso como el que asistió por lealtad a la música. Sin duda, un buen inicio de temporada.