Euforia multitudinaria en el Primavera Sound
Ada Colau asegura que se está negociando para mantener el festival en Barcelona
Barcelona“Bienvenidos al Primavera Sound 2022”. Así recibió Joan Miquel Oliver al público que fue al Auditori del Fòrum a las 16 h. Y así empezó la primera jornada del Primavera Sound, el festival que tiene que marcar el termómetro de la euforia por la recuperación de las condiciones prepandémicas en los grandes acontecimientos musicales al aire libre. Oliver, que la semana que viene participará en el esperado regreso de Antònia Font (también en el Primavera Sound), abrió una edición con cambios significativos respecto a 2019. Durante la pandemia, algunas voces del sector de la música en directo proponían un replanteamiento de los grandes festivales: reducir los aforos, defender una escalera menos gigantesca, impulsar una experiencia más cómoda… Sin embargo, la magnitud de la colleja económica ha aplazado el debate. Ahora no toca, que diría el otro.
Ahora toca crecer, expandirse y resarcir las pérdidas: más aforo, más conciertos, más días. El Primavera Sound ha ensanchado todas las dimensiones, con el viento a favor de las ganas de celebración del público de aquí y del de toda Europa que está llenando los hoteles de la ciudad. Esta sensación de perseguir la euforia era evidente en la reacción del público incluso en los primeros conciertos de la tarde. Había entusiasmo, casi una mística del agradecimiento compartida por los músicos en el escenario. "Os quiero, Barcelona", gritó Charlie XCX. "Estoy muy contento de volver a Barcelona", exclamó Kevin Parker, de Tame Impala...
El beso de Ayuso y Colau
El cambio más evidente en el recinto del festival está en la plataforma marina que acoge los dos escenarios principales, situados ahora de lado y orientados hacia Sant Adrià de Besòs. La disposición permite más aforo. También hay cambios en el patrocinio privado, con la entrada de empresas como por ejemplo los joyeros Tous, el tren low cost de alta velocidad Ouigo y la plataforma de criptomonedas Binance, además del regreso de Estrella Damm, ausente del Primavera Sound desde 2009. Pero la novedad que llama más la atención es la lona, situada en el acceso a la explanada de los escenarios principales, con los que el festival anuncia la edición doble de 2023 que se hará en Barcelona y Madrid. En la imagen, Ada Colau e Isabel Díaz Ayuso se besuquean, como si el poder del Primavera Sound hiciera triunfar el amor por encima de las diferencias ideológicas entre la alcaldesa de Barcelona y la presidenta de la Comunidad de Madrid. Es una versión del beso que Dmitri Vrúbel pintó en el Muro de Berlín y que tenía como protagonistas al líder soviético Leonid Brézhnev y al de la RDA Erich Honecker. Al lado se puede leer: “Barcelona + Madrid = Primavera Sound”.
La duda es si Barcelona continuará apareciendo en la suma en 2024, sobre todo después de la enésima queja de uno de los directores del festival, Gaby Ruiz, que considera que el actual gobierno municipal barcelonés no los quiere con la intensidad que sí que ha encontrado en Madrid. Colau, presente ayer en el festival, defendió Barcelona como sede “indisociable” del Primavera Sound. “Lo queremos muchísimo”, dijo la alcaldesa, que aseguró que se está negociando con los organizadores un nuevo contrato de cuatro años para mantener el festival en Barcelona.
Dame ‘indie rock’
En el festival hay dinámicas que no cambian, como por ejemplo que sean los grupos locales los que tengan la responsabilidad de abrir la mayoría de los escenarios. Es lo que pasó con el cuarteto Rombo, que pusieron en juego delicias de indie pop, incluida una magnífica versión de Va com va de Ovidi Montllor, mientras el Fòrum era un hormigueo de gente ubicándose en la inmensidad y calculando qué repercusión tendrá en la cuenta corriente que el vaso de cerveza cueste 4,5 euros. Otros, sin embargo, sacrificaban conciertos haciendo cola en el Auditorio para poder ver a Kim Gordon primero, Rodrigo Cuevas después y finalmente Maria del Mar Bonet.
Tampoco cambia el propósito de combinar el pasado indie rock con presentes diversos, más bailables después de medianoche y de naturaleza menos festiva por la tarde y al atardecer. Del pasado, cuando el hardcore se convirtió en noise rock, venían DinosaurJr., uno de los grupos que constituían una parte importante del ADN de los primeros años del Primavera Sound, y al que se quería homenajear en la edición del 20.º aniversario del festival que no se pudo hacer en 2020. En el escenario patrocinado por Cupra, Dinosaur Jr. reunieron a un gentío como no se había visto nunca en el Fòrum a las ocho de la tarde. Las largas colas en las barras añadían un grado más de aglomeración, como de festival de otra época. Todo ello con JMascis pinchando la guitarra con aquella distorsión entre salvaje y melancólica tan característica.
Del presente ha venido Kacey Musgraves, la diva del country pop, una Lana del Rey sin sofisticación decadente. En el gigantesco escenario Estrella Damm, y “muy fucking emocionada”, Musgraves, tocada por el espíritu softrock de Fleetwood Mac, desplegó con una sonrisa y una gran voz las interioridades de Star-crossed, el magnífico álbum de divorcio, pero también los hits infalibles de canciones de Golden hour como Lonelyweekend y Space cowboys. En directo combina las maneras country de unas guitarras rescatadas de algún estudio de Nashville con un superpop a ratos bailable y funk, y con una puesta en escena sin complejos, con la proyección de una rosa gigante que parecía sacada del banco de imágenes que se enviaban los enamorados por SMS hace quince años.
Hacia las 23 h, y después de un estimulante show de Charli XCX, el público recibió con un gran griterío a la banda australiana Tame Impala, uno de los principales reclamos de la multitudinaria y eufórica primera jornada. La cantidad de gente que quería acceder a la explanada obligó a la organización a cerrar provisionalmente el acceso de la izquierda para hacer que los espectadores entraran por la derecha, que era la zona menos congestionada; también cerraron la escaleras, para evitar riesgos derivados de la aglomeración. Paralelamente, las colas en las barras y en los lavabos desafiaban paciencias, como hacía años que no pasaba en el festival. Y a la vez el rock psicodélico de Tame Impala, como unos Primal Scream sin mala leche, hipnotizaba a los miles de espectadores, y de repente, la sorpresa: una versión de Last night, de los Strokes, el grupo de Nueva York que ha tenido que cancelar uno de los dos conciertos en el Primavera Sound por un positivo de covid.