El joven músico y compositor Arnau Grabolosa (Santa Pau, 2001) vive un momento especialmente dulce. Conocido artísticamente como Grabu, este compositor garrochino ya ha consolidado, con tan sólo 22 años, una interesante trayectoria en el mundo de la música. Con una carrera que sorprende por su versatilidad, destaca por su capacidad de combinar el jazz con la electrónica y otros géneros urbanos, creando un sonido único que le ha permitido consolidarse en el panorama musical catalán. Pese a no notar la necesidad de encasillarse en ningún estilo, el minimalismo y la electrónica orgánica y multiinstrumentista que le acompañan conforman un artista que apuesta por la improvisación en sus trabajos individuales.
"Empecé a tocar la guitarra con cinco años. Hace unos años aprendí a tocar el piano ya interesarme por los sintetizadores", dice Grabu, que desde pequeño desarrolló un interés profundo por la música. En su casa sonaban voces célebres e indistinguibles como las de Michael Jackson o Stevie Wonder. Con el paso de los años, ya partir de un interés autodidacta, ha ido asumiendo la música electrónica en su repertorio, inspirado por artistas como FKJ o Stromae. De hecho, esta influencia se refleja en su trabajo personal, en el que utiliza una variedad de instrumentos y máquinas, incorporando samples y sintetizadores, para crear una experiencia sonora. Una evolución reflejada en sus proyectos, que combinan instrumentos tradicionales con sintetizadores. Canciones que quieren emocionar sin la necesidad de decir prácticamente ni una palabra, como las de su primer disco, Blast (2023), que le llevó a actuar en varios festivales de Cataluña compartiendo escenario con artistas de renombre. Recientemente, ha publicado su segundo disco, Time and again (2024), en el que explora temáticas como el tiempo y la nostalgia, utilizando elementos personales como audios y grabaciones de familiares para dar profundidad a su música.
Pero Grabu no sólo dedica su tiempo a su proyecto personal, también participa en los de Guillermo Gisbert, Luz o Julia Blum. De hecho, este año se ha convertido en miembro de la banda de quien fue cantante y compositor principal de Manel. "Somos Guillem, Glòria Maurel en la batería y Jordi Casadesús y yo mismo, que nos repartimos el resto de instrumentos", dice Grabu, que se estrenó en la Sala Apolo con un sold out y que en estos momentos está en plena gira con la banda, tocando la guitarra, el bajo, los teclados y disfrutando de cada instante junto a alguien que lleva muchos años pisando escenarios. "Guillermo tiene un talento increíble. Con él he aprendido a saber gestionar mejor la energía durante los conciertos y los momentos previos", apunta. De hecho, sobre esta nueva etapa del artista barcelonés, destaca el espectacular recibimiento que ha tenido: "Hace mucha ilusión. Que la gente venga a ver a Guillem Gisbert y no a Manel es tan importante para Gisbert como para cuando vuelva Manel. Hay que saber valorar ambas cosas por separado".
Más allá de la gira, se encuentra inmerso en la preparación del Mússol, un festival que recauda fondos para la investigación del cáncer infantil y que este 2024 llegará a su quinta edición. "Nace a raíz de toda una serie de problemas de salud que sufrí: me han operado cinco veces de la cabeza, cuatro de una válvula a causa de una hidrocefalia y la última de un tumor cerebral benigno". Las experiencias hospitalarias le han marcado, por eso decidió organizar un festival solidario para ayudar a los niños que se encuentran en situaciones complicadas.
La edición de este año, que se celebrará el 15 de octubre en la Sala Paral·lel 62, cuenta con artistas como The Tyets, Sexenni, Lildami, Scorpio, Adala o Socunbohemio. Presentado por Alba Riera, Charlie Pee y Franc Lluís Giró, promete convertirse en una nueva edición memorable de un festival del que Grabu se enorgullece.