La sensibilidad cruda de los versos de Mercè Rodoreda hecha canción
Héctor Parra, de la mano de David Alegret, estrena en la Schubertíada un primer ciclo de canciones inspiradas en poemas de la escritora
David Alegret y Rubén Fernández Aguirre
- Schubertíada
- Estreno absoluto de Isla de lirios rojos, de Héctor Parra
- Espacio Misterio de Vilajuïga, 10 de agosto de 2024
Antes de que comience la extraordinaria programación de recitales de lied en la Canónica de Vilabertran, la Schubertíada ha empezado a caldear el ambiente lírico ampurdanés con un primer concierto en Vilajuïga, a cargo del tenor catalán David Alegret. El cantante, acompañado del maestro Rubén Fernández Aguirre en el piano, ha brindado un programa de canción catalana precioso y equilibrado.
A pesar de representar sólo una parte pequeña del repertorio, el principal atractivo de la velada era, fundamentalmente, el estreno mundial de un primer ciclo de canciones del compositor Héctor Parra, que se inspira en los versos del poemario póstumo Agonía de luz de Mercè Rodoreda,escrito durante el exilio en París con Armand Obiols. En ese fascículo inicial, titulado Isla de los lirios rojos, las piezas, pensadas expresamente para Alegret y Fernández Aguirre, se injertan de la sensibilidad extrema de los poemas rodoredianos, que, con metáforas naturales y florecidas, profundizan en los misterios del alma humana, desde la angustia y los celos cruda hasta la belleza llena de vida. La música de Parra, muy teatral y lírica, transita por los límites de la tonalidad, dibujando acordes tríadas enriquecidos con disonancias y melodías lineales rasgadas con intervalos bruscos, pero sin perder nunca el hilo de la canción.
La parte de piano, excelentemente interpretada por Fernández Aguirre, es exigente, con mucho peso rítmico y armónico, de punta a punta del teclado, menos en la tercera canción, Hijas somos de arcilla informe,que proyecta un pedal inquieto sobre el que arquea la voz brillante de David Alegret. El tenor, tanto en la obra de Parra como en el resto de piezas del programa, pese a estar afectado por un resfriado, demostró siempre una sensibilidad exquisita para el fraseo, luciendo un color aterciopelado, una dicción extremadamente comprensible y un timbre vibrante, a la vez que unos agudos clarividentes. Completaron la velada nueve de las Veinte canciones sobre poemas de Tomàs Garcés y cuatro piezas de Eduard Toldrà sobre versos de Josep Carner.