BarcelonaEl último artista de la vieja escuela en blandir las armas ha sido Sting. En una entrevista en la BBC, el músico despreció taxativamente el uso de la inteligencia artificial (IA): "Quizás para la música dance y electrónica funcione, pero para las canciones que expresan emociones, no creo que me conmueva", dijo el músico británico. Y no sólo eso: pidió cerrar filas en contra de esa tecnología. "Será una lucha que todos deberemos batallar en los próximos años: defender nuestro capital humano contra la IA", añadió, utilizando términos bélicos. Pero Sting no fue el único que se mostró contrario al uso de la IA. El australiano Nick Cave, cuando un fan le dijo que había pedido al ChatGPT una canción al estilo Nick Cave y el músico la leyó, sentenció: "El apocalipsis está de camino. Esta canción da pena". Cave explicó a la suya newsletter que escribir una canción "no es mimetismo, ni réplica, ni pastiche, es todo lo contrario". "Requiere sangre y valor. Requiere mi humanidad", decía.
Y, sin embargo, aunque tuviera la oposición del propio Apolo, la inteligencia artificial ya está aquí y hace décadas que se aplica a la música, aunque en el proceso de producción. Ahora ha llegado también a la creación musical y, sobre todo, al gran público, lo que ha abierto nuevos debates éticos y creativos; como, de hecho, ocurre en todas las artes. "Entiendo perfectamente a los artistas que de repente se sientan insultados u ofendidos por la posibilidad de que unos algoritmos hagan su trabajo y parezca tan fácil. Hacer música bien, con inteligencia artificial o con cualquier otra cosa, no es nada fácil, y detrás debe haber un artista que tiene una idea, una intención y una necesidad de expresarse", afirma Antònia Folguera, especialista en cultura digital, comisaria del Sónar+D y del Eufònic Pro, que se celebra la semana que viene en las Terres de l'Ebre.
"Estas herramientas, los algoritmos, hace años que se utilizan. Puede que artistas como Sting las hayan utilizado ellos mismos o sus productores y técnicos de sonido y no se hayan dado cuenta", apunta Folguera. "Es hipócrita ahora quejarte porque la tecnología llega al público masivo cuando tú has tenido una ventaja para utilizarla en la sombra para hacer música más rápido y mejor", observa el cantante de música urbana y empresario Adrián Lingüerre, cofundador de la plataforma AIBeatz. Incluso los Beatles han anunciado que han utilizado la IA para limpiar la voz de John Lennon de una maqueta antigua para poder publicar lo que será la última canción de la banda, Now and then.
AIBeatz es una plataforma que trabaja con algoritmos para ayudar a los usuarios, independientemente del nivel musical que tengan, a crear música. Si hasta ahora los músicos utilizaban catálogos de samples (archivos que son poco modificables), lo que hace esta IA es que, a partir de categorías básicas como un género (hip-hop, trap) y un mood (happy, chill, melancholic...), crea una base que el usuario puede modificar infinitamente, por lo que el resultado nunca puede ser igual. "Hemos buscado el balance entre que sea fácil de utilizar ya la vez personalizable", explica Lingüerre.
Nuevos géneros para una nueva era
"La historia de la música está ligada a la historia de la tecnología. Y al principio siempre se produce esta animadversión, es natural", afirma Folguera. Ella está convencida de que la IA abrirá el camino a nuevos géneros musicales, sobre todo cuando la empiecen a utilizar los jóvenes de forma natural y espontánea, sin prejuicios. Al igual que lo hicieron los jóvenes que explotaron la distorsión de los instrumentos eléctricos e inventaron el rock'n'roll. "Si piensas en la música electrónica y los distintos estilos, cada uno está ligado a determinadas máquinas y marcas: el acid house surgió a partir de un sintetizador Roland 303, el hip-hop con el Roland 808, el techno con el 909 ... Son herramientas que dan unas posibilidades estéticas con las que se desarrolla un género, un estilo, un lenguaje", explica Folguera. El autotune, que era una intervención en la voz pensada para que los cantantes no desafinaran, pasó a utilizarse de forma estética y ha marcado la música urbana actual, aunque en Eurovisión todavía lo prohíban.
Quien está utilizando la IA de manera más productiva son justamente músicos que tienen tantas aspiraciones artísticas como los que no la utilizan. Utilizan la tecnología de forma ética y como una herramienta compositiva. Es el caso del músico Pere Pèries, que presentó en junio en el Sónar el proyecto de la primera ópera en la que la IA tendrá un papel en todos los terrenos artísticos. De momento lo ha utilizado para crear melodías y los leitmotivs principales de los personajes de El secreto de Ariadna. Esto no significa que la IA sea autora de la ópera. "Mi espíritu no es tanto que la inteligencia artificial me solucione el trabajo como el hecho de que sea un trampolín creativo. No me interesa hacer un refrito de cosas. Yo quiero que nos dé propuestas fuera de nuestra zona de confort", explica. En su caso, no utiliza música preexistente, sino que Google Magenta puede generar pistas de sonido desde cero. De los cientos de propuestas que le lance, él realizará el trabajo de curador (es decir, de filtro), y tendrá dos directores musicales para trabajar la composición.
Usurpación de la voz de los famosos
La parte más pirotécnica del uso de la IA y la que ha levantado más suspicacias es la versión musical de los deep fakes: la creación de canciones con la voz de artistas consagrados sin su consentimiento hechas a partir de muestras de la voz original. La banda inglesa Breezer, por ejemplo, saltó a los titulares de la prensa hace unos meses porque había compuesto seis canciones a las que había añadido la voz de Liam Gallagher creada con inteligencia artificial. El DJ David Guetta también ha añadido la voz de Eminem a una de sus pistas gracias a esta tecnología.
Incluso hay anónimos que han creado temas. Hay un fan que se ha dedicado a hacer las canciones post-2007 de La Oreja de Van Gogh con la voz de su exvocalista, Amaia Montero, y suena la mar de bien. Uno de los casos que han tenido más eco, porque se trata de una canción que incluso ha llegado a plataformas y ha sido retirada por Universal, ha sido la versión fake de Heart on my sleeve de Larry Feet con las voces de The Weeknd y Drake. "Los artistas en general están preocupados por si les quita el trabajo –afirma Antònia Folguera–, pero en este caso sienten que les roban algo que es suyo, y es su identidad. Y es normal que pongan el grito en el cielo y les parezca aberrante que se utilice su voz. A Rosalía podrías hacerle cantar canciones de Nirvana o de quien quieras", ejemplifica. Para los expertos, estos experimentos no son ni artísticamente interesantes ni son tecnológicamente ninguna filigrana, por lo que son una nota al pie de página de las potencialidades que tendrá la IA, pero todo el mundo del sector está de acuerdo en que es necesario correr para regular.
¿Quién paga derechos de autor?
"La IA es una herramienta que tiene un potencial brutal y, como toda la tecnología, depende del uso que hagas. En positivo, puede permitir levantar nuestro techo creativo", dice Pèries. "Te puede ayudar a romper bloqueos creativos", ha afirmado Neil Tennant. El cantante de Pet Shop Boys ha explicado cómo a él le sirvió para acabar un tema que tenía atravesado, pero ha sido una de las pocas voces veteranas que se han pronunciado a favor.
Porque hay una cuestión clave: ¿dónde ¿va el dinero de la IA? Los derechos de autor es uno de los grandes problemas vinculados al uso de la IA en las artes. Porque los algoritmos, aunque se llamen inteligentes, sólo se entrenan a partir de datos preexistentes que a menudo tienen un autor y un copyright. ¿Y cómo se pagan royalties? ¿Se puede registrar la música creada con IA si no tiene un autor? Aún hay muchas dudas abiertas.
En AIBeatz han sido muy prudentes: "Yo soy músico. Entiendo la preocupación y queremos hacer un uso ético. No pretendemos hacernos enemigos en la industria en la que después queremos ganarnos el pan", explica el CEO. Por eso toda la música de base a partir de la cual trabaja su IA la han creado ellos mismos. "La IA lleva los dilemas que ya había abierto el sampling o el remix en un extremo muy grande. El hip-hop básicamente sale a partir de muestras de otras canciones, y hay artistas a los que les parece bien y otros a los que les parece fatal", apunta Folguera.
También es verdad que la tecnología, mal utilizada, puede llegar a hackear el sistema de una forma poco ética y muy lucrativa, ya hay miles de pistas de audio creadas con inteligencia artificial de una calidad nula pero que han entrado en las plataformas y, a través de bots, obtienen clics que pueden llegar a tener ganancias económicas, por lo que la industria se está moviendo para controlar, restringir y regular el uso masivo de la inteligencia artificial, que ven como una amenaza que se propaga a la velocidad del sonido.