Música

"¡No sabes que todos los catalanes somos negros!"

El libro 'Round about Tete', de Pere Pons Macias, aborda la vida y la obra del pianista Tete Montoliu

BarcelonaY al principio fue el swing. Era el secreto de un joven pianista invidente con corazón de jazz y alma de bolero que cautivó al vibrafonista Lionel Hampton cuando tocó con él en 1956, en la plaza de toros Monumental de Barcelona. Era el barcelonés Vicenç Montoliu y Massana, Tete Montoliu para el arte, nacido el 28 de marzo de 1933 en el número 83 de la calle Muntaner. "Tenía mucho swing y tocaba muy naturalmente. Nació para ello, para improvisar, y además tenía una técnica muy buena", explica al ARA el músico cubano Paquito D'Rivera, autor del prólogo del libro del periodista Pere Pons Macias 'Round about Tete. Una mirada coral a la vida y obra de Tete Montoliu (Libros del Kultrum, 2023).

Era nuestro Messi, Su pulsación era un trueno, Un auténtico ciclón y Gran Señor from Catalonia son los títulos de algunos capítulos de un libro efectivamente coral, porque escriben músicos y promotores como Mayte Martín, Javier Colina, Luis Cabrera, Julio Martí, Anna Mas o Jordi Rossy. Tres de los músicos que firman capítulos son Laura Simó, Horacio Fumero e Ignasi Terraza, que este viernes 27 de octubre tocarán en el Auditori de la ONCE, en Barcelona: será un concierto como el que hicieron el 14 de octubre en el Espacio Ter de Torroella de Montgrí y que sirve para presentar el disco Together again, la grabación de una actuación de 1994 de Laura Simó con el trío de Tete Montoliu (que completaban Fumero y Peer Wyboris). El concierto del viernes, incluido en el Festival de Jazz de Barcelona, cuenta con la dirección musical de Perico Sambeat y la participación del batería Esteve Pi y de la Girona Jazz Project.

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"Prefería el enfrentamiento al halago"

La música, y el jazz de forma especial, se explica a menudo mediante la hipérbole, la leyenda y la anécdota. También ocurre con Tete Montoliu, elogiado ampliamente en vida y glosado extensamente a raíz de su muerte el 24 de agosto de 1997. A veces la poética inflama la exageración, pero, como recuerda Pere Pons, no se puede olvidar que su " valía como músico le hacía estar por encima de épocas o tendencias", que fue "una referencia siempre insoslayable" y que es "una figura que genera consenso a la hora de valorar la relevancia de su calidad y la singularidad de distinguirse con un sonido propio". Y en sentido contrario, a veces se ha insistido demasiado en los estirabots y la impertinencia de un músico que, sí, también "prefería el enfrentamiento al halago", en palabras de Lluís Cabrera, el fundador del Taller de Músics . "Sobre su mal carácter hay mucha leyenda, cuando en realidad lo que ocurría era que no podía soportar la incompetencia, y eso le sublevaba", dijo el pianista Ricard Miralles.

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'Round about Tete es un libro muy recomendable que tiene conciencia de biografía con precedentes, y por eso Pere Pons incorpora en el relato menciones a Quasiautobiografía (Proa, 1998), el libro de Miquel Jurado, un periodista y crítico no sólo de jazz a quien agradece que abriera camino y que lo sembrara con “las migas de pan adecuadas". También hace un impresionante trabajo de hemeroteca y con el archivo familiar de Tete Montoliu para ofrecer un retrato que hace justicia a un hombre que logró la heroicidad de vivir del jazz, que fue modelo a seguir para los músicos catalanes y al mismo tiempo "un padre autoritario y distante" para estos mismos músicos, tal y como explica el batería Jordi Rossy en un capítulo que concluye con un párrafo ejemplar: "Su amor a la música y su ejemplo fueron una inspiración poderosa para muchos amantes de jazz que todavía siguen disfrutando de su obra.Y para ser justos, es importante recordar que Tete también tuvo que enfrentarse a muchas puertas cerradas a su juventud, y demostró que, de vez en cuando, algunos consiguen atravesarlo las".

Combinando admiración y rigor, y con una prosa libre de retórica superficial, Pere Pons pone sobre la mesa la gloria y el infierno de Tete Montoliu. No huye de los días agrios, cuando el pianista se bebía "media Escocia" y arruinaba conciertos, como aquel con Mayte Martín en Cerdanyola del Vallès, pero al mismo tiempo revive la magia que ambos experimentaron en el estudio grabando boleros. Tampoco esconde el individualismo de un músico poco solidario con otros compañeros de profesión, pero al mismo tiempo recuerda que Tete Montoliu estaba ahí cuando era necesario, como cuando la conciencia de hacer país le llevó a ayudar a los Setze Jutges, o a acompañar a Núria Feliu para que existiera el jazz cantado en catalán. También tuvo un vínculo especial con Joan Manuel Serrat, y sólo por la pasión compartida por el Barça. Y cuando ya era una figura totémica, aceptó el reto que le propuso el joven pianista Jordi Sabatés, con quien en 1974 hizo lo que la revista Jaç consideró en 2009 el mejor disco de jazz catalán: Vampyria. En este disco existe una lección artística. Entre los sectores más conservadores del jazz algunos presionaron a Tete Montoliu para que no siguiera la aventura con Jordi Sabatés, y lo que consiguieron fue que ambos fueran aún más atrevidos en su disidencia.

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En un libro con tantas voces y tantas memorias, no faltan anécdotas. Y las que elige Pere Pons son muy pertinentes. Algunas son amargas, como cuando Jordi Pérez, compañero de Tete Montoliu en el Quartet Be Bob a principios de los años cincuenta, explicaba en la revista Cuadernos de Jazz la decepción que experimentó cuando el pianista les abandonó antes de una gira por los Países Bajos; seguramente era lo que Montoliu tenía que hacer para convertirse en quien fue. Otras anécdotas reflejan un sentido del humor que podía llegar a ser cruel, como cuando le dijo al pianista Manel Camp: "Deberías escucharme más a mí y no tanto a Keith Jarrett"; sin embargo, Camp asegura que el mejor legado que recibió de él fue "la pasión por la música que nos ha transmitido a todos". Y todavía hay otras anécdotas, más divertidas; por ejemplo, la que narra Paquito D'Rivera, que en un concierto gritó: "¡Eh, gallego, toca un pasodoble!". Y Tete contestó: "¡Te perdono que me digas gallego, hijo de puta, pero si me dices español te ahogo!" "Era muy catalán, catalanísimo!", dice D'Rivera. A propósito de la identidad, el libro también recoge la anécdota protagonizada con el saxofonista Ben Webster, quien ante el pianista dijo: "Ese tipo español tiene un swing que no tiene ningún pianista blanco en Europa". Y él replicó: "¡Yo no soy español, soy catalán! ¡No sabes que todos los catalanes somos negros!"