Música

Pau Vallvé, la apoteosis de la autoficción musical en el Teatre Grec

El músico barcelonés desmitifica la creación de canciones explicando sus secretos frente a dos mil personas

Pau Vallvé

  • Festival Griego. Teatro Griego. 8 de julio de 2024

Estamos al final del concierto. Pau Vallvé recuerda que pidió a Instagram que la gente votara qué canciones quería que tocara en el Teatre Grec de Barcelona. La ganadora fue Ciudadela, una canción que el músico barcelonés prometió que sólo cantaría en Menorca. Sin embargo, ha encontrado "un vacío legal" y dice que la tocarápero que no la cantará. Insta al público a buscar la letra con el móvil... y mientras él toca la guitarra eléctrica, el público la canta de pies a cabeza. Fue uno de los momentos mágicos de una noche muy especial que empezó casi dos horas antes cuando Vallvé apareció interpretando Life vest under your seat en una puesta en escena que quería replicar un piso-estudio de grabación con sofá, alfombras, plantas, cajoneras, teclados de todo tipo, ordenadores, guitarras, un bajo e incluso una batería. Solo faltaba un aseo, un microondas y una cafetera.

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"Se me ha ido de las manos, y he acabado cogiendo un camión de mudanzas", dijo Vallvé. Se supone que debía ser "un concierto acústico de verano", pero se convirtió en un espectáculo para "desmitificar lo que ocurre" cuando crea una canción. Cómo mirar por el agujero de la cerradura lo que ocurre en un estudio. Solo en el escenario, montó una autoficción musical, o un monólogo con música. Escuchar a un creador desnudando su obra es un deporte de riesgo: puede ser maravilloso o una tabarra importante, porque a veces lo que el músico considera esencial no siempre coincide con lo que el público valora más de una canción, y porque la palabrería puede acabar ahogando la música. En el caso de Vallvé, el resultado fue estimulante gracias al carisma escénico, a la gracia con la que se mueve entre la ironía y la autocompasión ya un guión muy bien trenzado que combinaba palabra y canciones con el equilibrio justo para que todo tuviera ritmo.

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Explicó que el sonido de una cómoda metálica le ayudó a vestir el sonido de Buganvillas, que hay canciones que las compone de noche en el sofá mirando el 3/24, que hay ideas que las graba con el móvil como notas de voz, que el sonido de la celesta es el origen deHoy lo único que quiero, que Penalti y gol es gol empezó con tono de rábano y que tuvo que pauvallveizarla, que la rueda de acuerdos de Nada es importante y todo lo es mucho es la misma que la de Que no sea Kang, por favor, de Los Planetas, y la tocó para demostrarlo.

También compartió que la manía por el loop le llevó a componer Como troncos bajando por el río, y interrumpió su interpretación antes de la última estrofa para decir que después del verso "Y finalmente el último aliento" decidió remontar el tono funerario con un poco de alegría. "He aprendido a componer cuando estoy contento", aseguró recordando uno de los hallazgos del disco La vida es ahora (2020). Asimismo, aprovechó para desmitificar la tristeza como motor creativo. Es cierto que muchas de sus canciones forman parte de la categoría cortavenas, y que con tanta tristeza a veces vienen ganas de gritar "Paz, deja de lamentarte y afíliate a un sindicato", pero entre broma y broma admitió que la mayor parte del tiempo es una persona feliz. Feliz y de la broma, comprobó la complicidad incondicional del público cuando pidió que todo el mundo hiciera el ritmo golpeando pecho y muslo con las manos para acompañarlo a Canción ansiolítica #9, el tema que dice que es cuando pasea que hace "volar palomas" y tiene "ideas de bombero" como la de este concierto, que nació el pasado año mirando la actuación de La Ludwig Band en el mismo Teatre Grec. "Vi que Quim [Carandell, el cantante del grupo] se quedaba solo en el escenario y pensé: quiero hacer esto", recordó Vallvé.

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El teléfono de un psicópata

La elección del repertorio del show no siguió a la dinámica de un concierto convencional. De hecho, advirtió que no tocaría hits, aunque hizo unos cuantos, aunque fuera para desmitificarlos, como cuando decidió que deHoy lo único que quiero sólo haría la vuelta. Esta canción, por cierto, la tomó después de abrir una urna en la que, antes del show, el público podía introducir papeles con títulos de canciones. "Cómo nos gustan las urnas", dijo, y alargó la comedia diciendo que en uno de los papeles alguien había dibujado un corazón y escrito un número de teléfono. En uno de los momentos más hilarantes de la noche, Vallvé aseguró que no marcaría el número, no fuera que esa persona fuera "un psicópata": "O peor, podría ser Joel Joan". Como si el actor fuese el Kang de la canción de Los Planetas.

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Aún menos convencional fue el estreno de una canción que formará parte del disco que publicará en otoño: hizo sonar la grabación, con la pista de voz incluida, mientras él simplemente tocaba la batería por encima. Todo ello, una apoteosis de la autoficción musical que sólo pueden permitirse artistas con madera deentertainer y una conexión íntima con el público. Como Pau Vallvé.