Música

Sensualidad y fragilidad: dos caras de la misma moneda en Guitarricadelafuente

El músico da un paso adelante con el disco 'Spanish leather'

BarcelonaGuitarricadelafuente, diminutivo cariñoso de "guitarra" en Aragón combinado con su primer apellido (Álvaro Lafuente Calvo), presenta el nuevo álbum Spanish leather (Sony) en una gira que le ha llevado los días 2 y 3 de julio al Alma Festival de Barcelona. Una de las tareas que los asistentes suelen realizar cuando acuden a un concierto de este tipo es aprenderse las letras y familiarizarse con las melodías de las canciones. Puedo confirmar que el público de la plaza Mayor del Poble Espanyol había hecho los deberes: acompañó al cantante a lo largo de una hora y media de concierto, totalmente entregado a la causa. Últimamente es muy habitual —aunque me sigue sorprendiendo— que el público grabe todo el concierto con el móvil y lo mire a través de la pequeña pantalla, cuando tiene al artista delante, en carne y hueso. Bien, vamos al grano.

El comienzo del concierto lo abrió el tema Full time papi, donde explora el compromiso, sea en el amor, en un proyecto o en la creación musical, con una entrega sin vacilaciones ni medias tintas como así es su segundo álbum. Spanish leather es un viaje de transformación íntima vivido por Álvaro Lafuente Calvo, quien en un momento dado de la vida decide dejar el pueblo e irse a vivir a la ciudad, concretamente a Barcelona, ​​donde reside desde hace algunos años. Esta decisión implica muchas cosas. Después del exitoso La cantera (2022), este álbum lo hace transitar por territorios donde la sensualidad y la fragilidad se entrelazan como dos caras esenciales de la tradición musical española. Con una mirada fresca y sin miedo, reinventa este legado combinándolo con el mestizaje, la raíz local y el polvo del pop contemporáneo, y sustituye a las narrativas convencionales del género por vivencias intensamente personales: las de un chico cualquiera que se enfrenta a los dilemas universales de su generación, pero que no va más allá.

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Así construye un nuevo folclore, profundamente actual y con sonidos bastante estridentes, donde la percusión y los bajos tienen un gran protagonismo, hasta el punto de que, en algunos momentos, añoraremos la fuerza que consigue con los temas más desnudos, en los que la voz y la guitarra se encuentran solas y piden un espacio más íntimo y pequeño para encontrarnos.

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En Spanish leather, el cantante de Benicàssim —influido por las raíces vividas en Cuevas de Cañart (en el Maestrazgo aragonés), donde pasaba los veranos— profundiza en la compleja tensión entre el deseo y la pérdida, entre el placer efímero y la necesidad de conexión auténtica, entre la hipersensibilidad desbordada y vivir sin filtros. Sus letras, llenas de imágenes que a veces tienen poca coherencia semántica, pero sí poética y sonora (como él mismo ha afirmado en alguna entrevista), nos llevan por paisajes emocionales de incertidumbre, crecimiento, deseo sexual no correspondido y una búsqueda constante de sentido e identidad que, en ocasiones, cae en lo superficial e hipersexualizado.

En la textura de la voz y el timbre tan especial conviven miedos profundos, el temor de la traición, la perennidad del yo digital y el afán de validar la existencia propia, oscilando entre la realidad y la apariencia, entre la intensidad del instante y el anhelo.

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El álbum gira en torno a una dialéctica constante entre la herencia y el futuro, entre los ecos de la tradición y la llamada de lo que debe venir, tanto en el amor como en la cultura y la identidad musicales. Su mirada hacia el pasado no es nostálgica ni idealizada, es llevada hacia el hedonismo: le revisita para comprender mejor el presente ya sí mismo. Este gesto se convierte en el hilo conductor del álbum, una especie de novela sonora de formación en la que el protagonista deja atrás al pueblo que le vio crecer para adentrarse en el vértigo del mundo nuevo y convulso de la ciudad. El resultado es una crónica del paso hacia la madurez, una oda al descubrimiento y, al mismo tiempo, una reflexión sobre la pérdida de profundidad en la vida moderna, sin renegar de su riqueza y contradicción.

En este proceso, Guitarricadelafuente contrapone el deseo de pertenencia —a una tierra, a una memoria, a una comunidad— con la pulsión igualmente fuerte de liberarse. Más que una reconciliación, propone una forma de habitar creativamente esta tensión. Sus canciones se convierten en territorios donde conviven lo privado y lo público, lo singular y lo generacional de forma fluida. El álbum se presenta como una afirmación de su herencia, no como una carga, y como un espacio que puede reconstruirse con libertad y osadía, pero sin compromiso.

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España no es sólo escenario, sino una presencia activa en cada rincón del álbum: desde los títulos que hacen referencia a lugares concretos.Puerta del Sol, Babieca, Tramuntana, Puerto Peregrino— hasta la forma de hablar, oír y narrar que emerge de sus letras. Estos espacios, físicos o emocionales, se cargan de un sentido mítico y se convierten en escenarios universales donde se despliega una sensibilidad arraigada a lo cotidiano. La apuesta estética pasa por una fusión natural entre expresiones populares y un depurado lirismo, entre las formas tradicionales del canto y la herencia del cantautor moderno, con voces rotas y cambios repentinos de altura. Resuenan en los temas Bob Dylan, Mina y Gino Paoli —cuya canción, Il cielo in una stanza, aparece reimaginada en Tramontana—, no como homenaje explícito, sino como parte de un ADN artístico que abarca la diversidad con coherencia.

En definitiva, este segundo trabajo de Guitarricadelafuente se revela como una obra que apunta hacia la madurez, en la que conviven la inocencia poética de los inicios y una voz más cruda y consciente, capaz de narrar el desconcierto, la pasión y la búsqueda de un lugar propio en el mundo. Un álbum que habla de él pero también de nosotros.

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