‘Pasiones mitológicas’ en el Prado: ¿Lujuria o violencia contra la mujer?

El museo reúne las seis ‘poesías’ de Tiziano en una exposición que evita la perspectiva de género

Mariona Romero Quintana
y Mariona Romero Quintana

MadridSi fuera un 8-M normal en Madrid, este lunes el Paseo del Prado estaría lleno de una marea lila para reivindicar el Día Internacional de las Mujeres. La Delegación del gobierno español, sin embargo, ha prohibido las manifestaciones en la capital española, cosa que no ha pasado en ninguna otra parte del Estado. El protagonista del paseo, pues, seguirá siendo el gran cartel instalado hace justo una semana en el que se lee "Pasiones mitológicas" y se exhibe el desnudo de diferentes mujeres en las puertas del Museo del Prado. Es la última exposición temporal que ha inaugurado y reúne por primera vez en cuatro siglos las famosas poesías de Tiziano.

Son seis obras de grandes dimensiones que tienen como denominador común el cuerpo desnudo de la mujer y que el artista italiano pintó entre 1553 y 1563 para que Felipe II, un rey conocido por ser un fervoroso católico y aplicar la Contrarreforma, los colgara en aposentos muy privados para “disfrutar del contenido erótico”, en palabras de los comisarios. El conjunto, inspirado en Las metamorfosis de Ovidio, no muestra solo “amor, deseo y belleza”, como se destaca en los carteles de la exposición, sino actos de dominación y violencia contra ellas.

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Mujeres violadas, escarnecidas y vejadas. Mujeres raptadas. Mujeres ofrecidas para ser devoradas. Como Europa retada por Zeus, convertido en toro, antes de ser violada. Dánae siendo violada también por Zeus convertido en una lluvia dorada –a pesar de que el museo destaca el erotismo de la imagen y que la diosa ponga la mano entre las piernas “para facilitar el intercambio sexual”–. Diana castigando a Caliste por haberse quedado embarazada después de que Júpiter la haya violado. Perseo bajando del cielo para rescatar a Andrómeda, encadenada y ofrecida a un monstruo marino. Todo ello sumado a cuadros de temática similar, puesto que la exposición incluye un total de 29 obras también de Rubens, Veronese, Poussin, Velázquez y Van Dyck inspiradas en la interpretación mitológica de las poesías de Tiziano.

La exposición, que se podrá ver hasta el 4 de julio, coincide con las últimas semanas de la exhibición de Invitadas, el primer intento que ha hecho el Prado de hacer un análisis crítico de los tópicos que han marcado la representación de la mujer en la pintura española. La muestra, que ya fue criticada por feministas, contrasta de pleno con Pasiones mitológicas, donde en todo momento se evita la perspectiva de género. Para el director del Prado y uno de los comisarios de la exposición, Miguel Falomir, sería un “anacronismo” trasladar a las obras de Tiziano o Rubens los valores de hoy, “una de las peores cosas que se puede hacer en el mundo del arte”. “Durante siglos, mitos como estos han contribuir a hacer que la violencia sexual parezca natural. ¿Qué podemos hacer hoy en día sobre esto? No creo que tengamos que juzgar mucho el pasado”, añade a su vez el segundo comisario, Alejandro Vergara, en el catálogo de la exposición.

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Para Emma Trinidad, museóloga y crítica de arte, hay que tener siempre en cuenta que los mitos, aunque hablen del pasado, hablan de realidades todavía contemporáneas. Por eso, en el blog Contemporaneidades, critica la “distancia” con la que se aborda la exposición apelando en todo momento a los sentimientos que generan los cuadros, como defiende Vergara. “Apelar a los sentimientos intensos es una cursilería inaceptable en el siglo XXI. Esta afirmación elude la responsabilidad del Prado de crear relatos críticos. En su posicionamiento rechaza la perspectiva crítica de género. Teme el feminismo”, dice.

Este debate ya se abrió en 1914 cuando una sufragista mutiló La Venus del espejo de Velázquez en la National Gallery de Londres para denunciar un arte pensado solo para los hombres. Como señala la historiadora Sheila Barker en un ensayo del catálogo de la exposición, hay que tener en cuenta que no hay testigos históricos del efecto de las poesías en mujeres de la época y que los museos no pueden tener el monopolio de la interpretación de estas obras, y más cuando se pensaron para una pequeña cámara privada de Felipe II y ahora se ofrecen juntas para el gran público.