Angélica Liddell: "Cuando un crítico recurre a la policía y no a la libertad de expresión, algo va mal"
El artista presenta 'DÄMON. El funeral de Bergman' en el Teatre Lliure, dentro del Festival Grec
BarcelonaViendo que le quedaba poco tiempo de vida, el cineasta sueco Ingmar Bergman (1918-2007) escribió el guión de su propio funeral. Eligió el lugar de la ceremonia, dejó anotados los salmos a cantar e, incluso, se hizo construir un ataúd como el del papa Juan Pablo II, fallecido dos años antes que él. La dramaturga y actriz Angélica Liddell (Figueres, 1966), que se encuentra inmersa en la creación de lo que ella llama "la trilogía de la muerte", ha querido rendir homenaje a Bergman –uno de sus grandes "referentes estéticos"– con el espectáculo DÄMON. El funeral de Bergman, en la que reproduce la ceremonia diseñada por el cineasta y, de paso, reflexiona sobre la muerte, el paso del tiempo, la decadencia de los cuerpos, la hipocresía social y la relación a menudo tensa entre los artistas y los críticos teatrales. "El reto ha sido convertir al funeral de Bergman en un acto íntimo", dice Liddell, que ha hecho fabricar "el mismo ataúd" que eligió el cineasta.
Con Vudú (3318) Blixen (2023), la primera parte de la trilogía de la muerte, Liddell se consolidó aún más como una de las artistas más codiciadas del panorama teatral europeo. Este estatus, tanto por parte de la crítica como de un público especialmente devoto, se ha visto reafirmado con DÄMON, que el 29 de junio inauguró el 78º Festival de Aviñón y cuenta con la coproducción de teatros de primera línea, como el Odéon - Théâtre de la Europe, los Teatros del Canal de Madrid, el Théâtre de Liège, el Dramaten de Estocolmo y el Festival Grec de Barcelona. Fiel al público catalán, Liddell presenta su nuevo montaje del 19 al 21 de julio en el Teatre Lliure de Montjuïc, dentro del Festival Grec. Además, en marzo de 2025 llevará Vudú (3318) Blixen en el Teatre Nacional de Catalunya y, más adelante, posiblemente volverá a Barcelona para presentar Eón,el tercer y último montaje del tríptico.
"Cada obra que hago es un paso más hacia mi desaparición"
Liddell, que trabaja "a partir de obsesiones", quedó "poseída" por la cinematografía de Bergman desde muy joven. "Lo descubrí en un ciclo de la Televisión Española", explica el artista, quien lamenta que "la televisión que nos trataba como personas inteligentes y sensibles ya ha desaparecido". "Me sentía muy reflejada en sus películas, que ponían nombre a mis angustias –añade–. Cuando no sé qué hacer, recurro a Persona (1966), uno de los filmes más experimentales y crípticos de la historia del cine, en el que Bergman se desprende del argumento y siente el arte en libertad". Aunque el cineasta siempre ha formado parte de su imaginario, ahora que Liddell se acerca a los 60 años se siente más conectada que nunca, porque "él tenía 56 o 57 años cuando expresó el miedo a la muerte a sus dietarios" Para intensificar este vínculo con Bergman, Liddell se ha rodeado de actores del teatro sueco Dramaten, donde el cineasta trabajó a menudo. "Algunos actores van vestidos con ropa que llevó él", explica. a través de Bergman ha logrado expresar "sus propios demonios". "La gente, si la pones cara a cara con la muerte, se ríe –explica–. Si le dices a alguien «Tú también vas a morir», se crea un distanciamiento muy grande". Lo que Liddell pretendía con este espectáculo era evidenciar los "terrores inconscientes" que todos arrastramos y confrontar "la piel joven con los cuerpos que ya están cerca de convertirse en esqueletos". Sin embargo, no quería "transmitir la vejez, sino la extenuación". "Cada obra que hago es un paso más hacia mi desaparición –asegura–. Me apetece mucho enmudecer, expresarme a través de otros cuerpos. La palabra es una condena". En este sentido, no descarta que Eón,el tercer montaje del tríptico, sea una propuesta silenciosa: "El silencio es el símbolo más fuerte de alguien que está desapareciendo".
La polémica con un crítico francés
El estreno de DÄMON en el Festival de Aviñón estuvo marcada por una polémica con el crítico teatral francés Stéphane Capron, que la denunció por injurias públicas a raíz de una escena en la que Liddell, inspirándose en Bergman, recita nombres de críticos franceses y los insulta con vehemencia. "Cuando un crítico recurre a la policía y no a la libertad de expresión, algo va mal", dice el artista, quien cree que Capron "no entendió" que los insultos se enmarcaban en un contexto teatral. Por otra parte, considera que la denuncia "legitima el espíritu bergmaniano" hacia los críticos. "Bergman estaría contento", añade.
Aunque "seguramente los nombres de los críticos franceses no significarán nada" para el público de otros países, ha decidido mantenerlos porque "le permiten crear una dramaturgia" a la que no quiere renunciar. Al mismo tiempo, de cara a las próximas funciones, tiene previsto adaptar esta parte de la obra según los diferentes teatros que visite. "Ya he pensado lo que haré en Barcelona", dice el artista, que tiene ganas de "experimentar y jugar, siempre con Bergman como referente".