Crítica de teatro

Por una pornografía sensual femenina

Magda Puyo dirige 'Jo porn, tu porno', de Queralt Riera, en el Centro de las Artes Libres

'Yo porno, tú porno'

  • Autoría: Queralt Riera. Dirección: Magda Puyo
  • Intérpretes: Alba Sáez y Encarni Sánchez

Yo porno, tú porno es la segunda entrega del ciclo que la Fundació Joan Brossa dedica al teatro de Queralt Riera (Paredes del Vallès, 1978). El ciclo comenzó en octubre del año pasado con Mujer, y cerrará en marzo con Ciruela. No sé si podemos hablar de una trilogía, pero las tres creaciones tienen puntos de contacto en la temática sexual y en la perspectiva radicalmente feminista con la que enfocan cuestiones sociales candentes construidas desde siempre por un relato exclusivamente masculino. La prosa de Riera es a la vez cotidiana y poética, precisa e irónica. En Mujer hablaba de la prostitución; a Ciruela, de los abusos infantiles, ya Yo porno, tú porno, de la pornografía.

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En este caso lo hace a través del personaje de una actriz del cine porno al que no le gusta el trabajo y de su pareja, una artista plástica. La obra, dicen, rechaza la pornografía creada por el heteropatriarcado que convierte a la mujer en un objeto de satisfacción del hombre y, en cambio, defiende la vertiente positiva de una pornografía sensorial femenina. Y ciertamente que la sensualidad es un maravilloso excitante y la base esencial de una relación sexual completa más cercana, eso sí, en el terreno del erotismo que de la pornografía, donde justamente carece de papel. Pero la pornografía es sólo una parte, pequeña en mi opinión, de una propuesta que habla de la discriminación de las mujeres artistas, del amor lésbico y, sobre todo, de la violencia sobre la mujer, sea la implícita de la pornografía o la explícita de las violaciones.

El texto circula en un puñado de frases dispersas con las que las protagonistas se describen y confiesan incluso las disputas de la pareja que discute por la limpieza del cepillo de pelo. Frases alternadas (como toca en el teatro posdramático) con un poderoso y enérgico fraseo coreográfico de Encarni Sánchez. Ella y Alba Sáez muestran compenetración y desprenden una cautivadora energía que complementa una poderosa puesta en escena de Magda Puyo a la que no creo que le corresponda el infantilismo de la habitación rosa al estilo Barbie.

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