Viaje íntimo y magistral al infierno de Dante

TárregaY gritamos cómo lo harán los pecadores en el infierno. Estimulados por un Albert Vidal transfigurado en Dante, y tras un aplauso sincero y entusiasta, los espectadores nos entregamos a un ejercicio de inteligencia colectiva en un canto –modulado por el maestro– que acababa con un grito liberador y excitado que incluso lo tumbaba en el suelo. Fue un colofón fantástico en el viaje por los tres primeros cantos del'Infierno de Dante Alighieri, conducidos por un rapsoda soberbio poseído por la palabra del escritor toscano.

Se trata de una propuesta que se estrenó el viernes en una FiraTàrrega que mira hacia el futuro como mercado internacional de las artes escénicas que es. Inferno es una propuesta tan inclasificable como el resto de las que, a lo largo de los años, ya hace casi cincuenta –lo descubrimos con la performanceEl aperitivo—, ha parido el gran maestro de la voz y el movimiento. Discípulo de Jacques Lecoq, de Dario Fo y de Kazuo Ohno, e investigador en las montañas de la India y las estepas de Mongolia, Albert Vidal, que lleva cinco años penetrando en el universo de Dante, convierte el viaje del poeta en una coreografía hipnótica, subrayada por la tremenda expresividad de la palabra en un rostro que explora el miedo del poeta y se dolore primeros de la obra en la lengua original del poeta, el toscano. Cuando el poema entra en el limbo de todos los que han sido incapaces de reaccionar ante el mal, pensamos en Gaza y en tantos políticos actuales. Un sobretitulado indicativo nos guía todo el rato, pero lo más inexplicable es la magia del rapsoda, con un vestuario tan elegante como infernal -a cargo de Oghi Ochir- y el atmosférico diseño de luces de Pep Bracons que nos atrapa y nos guía durante el viaje.

El íntimo descenso al Infierno comenzó poco después del pasacalle ensordecedor y multitudinario imaginado por Marc Salicrú: Interferencia 03. Se trataba de un caos escénico exuberante que convertía las acciones anteriores de Salicrú, la Mercè del año pasado y el último Grec, en una especie de procesión laica o rúa carnavalesca llena de fiesta, de música y fuego, de ritmo y exageración, de alegría y complicidad; participaron más de 300 voluntarios de entidades y grupos culturales de la comarca y culminó con un castillo de fuegos. Una propuesta de pura energía, de sentimiento festivo, que reunía fuera de contexto elementos de lo cotidiano como un autobús de línea, un coche de bomberos o de la policía municipal en un festival de música e imágenes.

Mucho espectáculo sin techo

Este espectáculo de gran formato se aleja de las propuestas más humildes pero no necesariamente menos atractivas de FiraTàrrega. Propuestas tan solitarias como la de la payasa colgada de un platanero a orillas del río Ondara (Cris clown) o mayoritariamente participativas, como la del Cirque Inextremiste, donde un artista francés, y un montón de tableros de madera virgen buscará y acabará encontrando el corro de espectadores en la pista. En Tàrrega hay mucho espectáculo sin techo, bajo el cielo. Escarlata (antes Escarlata Circus) tienen una cuerda, unas maderas y unas cuantas gafas de realidad aumentada. Jordi Aspa y Bet Miralta no necesitan más para presentarnos Rodollos y garbanzos, su homenaje íntimo al circo y al cine. Una propuesta de dulce nostalgia, de evocaciones cinéfilas y con una pizca de magia. Si los encuentran, vayan a conocerlos. Con el cuento de Insectotrópicos La conferencia de los pájaros se disfruta de las proyecciones y la música a pesar de que el guión patina. Ya bajo cubierto vemos Cae, un interesante cuento para adultos de Ponten Pie con un leñador y una liebre, muy bien ambientado y bien interpretado.

Y eso es todo, amigos.