Todas las artistas que conocerías si el mundo del arte no fuera machista

La macroexposición del Guggenheim de Bilbao 'Mujeres de la abstracción' reúne más de 400 obras de 112 creadoras

BarcelonaLas artistas son las protagonistas de este otoño en el Museo Guggenheim de Bilbao: después de la retrospectiva de la pintora norteamericana Alice Neel, ahora presenta Las mujeres de la abstracción, una ambiciosa revisión de la historia del arte abstracto a través de unas pintoras, escultoras, diseñadoras, fotógrafas, coreógrafas y cineastas que muchas veces no tuvieron el reconocimiento que se merecen, o que lo obtuvieron muy tarde. En los casos más sangrantes cayeron directamente en el olvido. Será difícil volver a ver reunidas más de 400 obras de 112 artistas de todo el mundo desde finales del siglo XIX hasta la década de 1980. Hay grandes figuras como Hilma af Klint, Anni Albers, Barbara Hepworth, Lee Krasner, Sonia Delaunay, Gego, Lygia Clark y Louise Bourgeois, pero la gran mayoría de obras son de artistas poco conocidas por el gran público. 

En paralelo a romper con la invisibilización que muchas veces sufren las artistas, la muestra pone sobre la mesa la importancia que tienen las cuestiones de género para muchas de ellas. “La cuestión del género también cambia mucho de una artista a otra”, afirma Lekha Hileman Waitoller, conservadora del Guggenheim de Bilbao y comisaria de la muestra junto con la conservadora en jefe del Centro Georges Pompidou, de donde proviene la muestra, con obras que han comprado en los últimos años, y Karolina Lewandowska, la directora del Museo de Varsovia. “Hay artistas para quienes el género y el feminismo eran muy importantes, como un eje central para su obra, como Judy Chicago, y otras que nunca querían ser identificadas como mujeres, como Marlow Mas”, explica Hileman Waitoller. “No quiero definir un arte femenino, el arte no tendría que tener género, pero el hecho es que ha sido así”, dice Christine Macel.

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La muestra, que en Bilbao cuenta con el patrocinio de la Fundación BBVA, ocupa toda la segunda planta del museo y es de aquellas donde lo mejor es hacer dos o más visitas, y entre los platos fuertes hay una retahíla de las esculturas colgantes de la norteamericana Ruth Asawa. Algunas de las otras artistas representadas son conocidas por el público catalán, como Aurèlia Muñoz, Esther Ferrer y la norteamericana Rosemarie Castoro, a quien el Macba dedicó una retrospectiva pionera en 2017. Pero a medida que se pasa de una sala a otra, se mezclan la sorpresa y la estupefacción al pensar los estragos que ha provocado la historia del arte más patriarcal. "La exposición llega hasta la década de 1980, y solo con las artistas de entonces hasta el 2000 se podría hacer la segunda parte de esta exposición", dice Hileman Waitoller.

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Las artistas representadas a menudo sufrieron circunstancias personales difíciles, y también fueron discriminadas, como es el caso de las estudiantes de la Bauhaus que se vieron obligadas a pasar primero por el taller textil de la escuela independientemente de sus intereses. “La falta de reconocimiento puede estar motivada por muchas razones, como las técnicas en las cuales trabajaban, su compromiso con el espiritualismo, que en aquel momento no era nada popular, y por razones de género”, afirma Hileman Waitoller. “También tenemos muchos ejemplos de mujeres artistas que dejaron de lado sus carreras para ayudar a sus parejas que también eran artistas, el más conocido de los cuales es el de Lee Krasner con Jackson Pollock”, explica. Otro de los casos más sintomáticos es el de Sonia Delaunay, la mujer de Robert Delaunay, que en paralelo a su trabajo como pintora diseñó ropa y objetos decorativos y tuvo una tienda en Madrid. “Muchas de ellas tenían que ser muy ingeniosas en el sentido de dar clases y trabajar con otras técnicas, una cosa que continúa siendo muy común ”, explica.

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El recorrido está organizado cronológicamente y arranca con pintoras y dibujantes que, antes de Kandinski y otros artistas que son considerados los abuelos de la abstracción, expresaron y transmitieron a través del arte las ideas a las cuales tenían acceso a través de medios espiritualistas. En este ámbito se pueden ver una retahíla de dibujos con textos de la poco conocida Georgiana Houghton, nacida en Las Palmas de Gran Canaria en una familia que se trasladó al Reino Unido, y de Hilma af Klint. “Estas mujeres no eran muy bien recibidas –dice la comisaria–, estaban muy al margen de lo que pasaba en su momento, y en esto tenía que ver el hecho de que estaban trabajando con la abstracción y estaban entrando de este modo más marginal”. A pesar de todo, en algunos casos el arte abstracto fue un refugio: “La abstracción se puede decir que es una perspectiva un poco oblicua, que no explica mucho del artista”.

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Otra de las cuestiones que abordan las comisarias es que la mayoría de las artistas representadas trabajaban en red con otras, como la bailarina y profesora de danza Gret Palucca, que colaboró con Kandinski con sus búsquedas para poner en relación el cuerpo y la geometría. Más adelante se pueden ver las expresionistas abstractas, como la pintora y crítica de arte Elaine de Kooning, que estuvo casada con el también pintor Willem de Kooning, y Sarah Stone. “Sarah Stone decía que era más reconocida por la fotografía de grupo de los Irascibles donde ella era la única mujer que por su obra. En aquel momento había mucho machismo, era un momento bastante difícil para las mujeres”, dice Hileman Waitoller.

En paralelo a Nueva York, algunas de las artistas trabajaron en París, como Maria Helena Vieira da Silva y la argentina Alicia Penalba, mientras que un vestido electrónico de la japonesa Atsuko Tanaka, una miembro del Grupo Gutai, es uno de los puntos de partida del intensivo despliegue internacional de la exposición hasta piezas gigantescas como un mural del colectivo aborigen Apy Art Centre Collective. Mujeres de la abstracción estará abierta hasta el 27 de febrero.