La vida en los 1.322 refugios antiaéreos de Barcelona

Una web saca a la luz veinte años de investigación sobre la defensa antiaérea

BarcelonaQuizás hace más de 80 años alguien que vivió en vuestro piso cogió el pico y la pala y empezó a excavar un refugio en el sótano con la ayuda de otros vecinos. O quizás se arremangó para excavar uno bajo la plaza donde ahora juegan los niños. El subsuelo de Barcelona está salpicado de refugios antiaéreos, y muchos tienen una historia detrás. Después de más de veinte años de investigación, el Servicio de Arqueología del Ayuntamiento de Barcelona ha podido localizar 1.322 y ha documentado 51. Todo lo que se ha descubierto lo han abocado en La ciudad de los refugios, un catálogo en línea de los refugios antiaéreos de Barcelona donde se puede navegar por una auténtica ciudad subterránea y conocer cómo eran estos refugios, escuchar la voz de los testigos, tener detalles de cómo se construyeron, quiénes se involucró, cómo se organizaban su construcción y vigilancia, ver los planos y los proyectos. Incluso se puede entrar virtualmente en algunos de estos refugios, desplegarlos en 3D o hacer clic sobre una calle y una vivienda y averiguar si debajo de vuestra casa había habido alguno.

Físicamente, tan solo tres refugios son visitables, según la responsable del Plan Barcino del Servicio de Arqueología, Carme Miró: el refugio 307, el de la Plaça de la Vila de Gràcia y el de La Lira. El consistorio trabaja para que también sean accesibles el refugio de la Sagrera y otro del barrio de Sants.

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En plena Guerra Civil, las arcas del Ayuntamiento estaban exhaustas y fue muy importante la solidaridad vecinal a la hora de construir estos refugios. Cada uno tenía una junta responsable, que escogían los propios vecinos. En una hoja volante de la junta del refugio de la Plaça de la Revolució de abril de 1937 se hacía un llamamiento para mejorarlo: "Contando con vuestra ayuda, haremos una serie de departamentos parecidos a los ya hechos para el departamento de cuidados, botiquines, wáteres… para destinarlos en los casos de alarma a los enfermos, viejos, imposibilitados, madres que crían, niños que en estos momentos se encuentren separados de sus familias, al tiempo que procuraremos contar con el personal adecuado para atender dichas atenciones sanitarias".

Prohibidos los comentarios políticos y religiosos

Para facilitar la convivencia en los refugios se hicieron normativas. En algunos se han encontrado plafones con información. Por ejemplo, nadie podía tumbarse en los asientos ni ocupar más de uno, estaba prohibido pararse en las puertas o en medio del paso, y primero tenían que pasar los niños, las mujeres, los abuelos y los enfermos. Adentro de los refugios no se podía fumar ni llevar armas ni objetos o paquetes voluminosos. No se permitía hacer comentarios políticos o religiosos ni hablar alto y, si se podía, se expulsaba a los que no guardaban las buenas formas.

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Las fuentes para poder averiguar cómo eran estos refugios no solo han sido las excavaciones. Se han localizado 137 planos originales, documentación escrita original de 35 refugios y siete testigos han dado información para localizarlos. La mayoría de refugios se construyeron entre 1937 y 1938. En 1937 se hicieron 111 y en 1938, 1.177. En 1936 tan solo se construyeron diez y en 1939 se hizo uno. De los 48 de los que se conoce la capacidad, más de la mitad estaban proyectados para alojar a un máximo de 200 personas. Los había con más capacidad. De los refugios que se han podido documentar, tres tenían una cabida de entre 1.000 y 2.000 personas, y el refugio Francesc Magriñà, en la Barceloneta y destinado a los soldados, podía albergar a 6.000 personas.

Durante el franquismo se construyeron 22, pero si se observa el mapa, la topografía cambia radicalmente: "Se destinan a salvar solo a la población acomodada", asegura el concejal de Memoria Democrática, Jordi Rabassa. Los refugios franquistas se concentraban en el Eixample y en el Passeig de Gràcia, mientras que los que se construyeron durante la Guerra Civil se reparten sobre todo entre el Eixample, Ciutat Vella y Sants-Montjuïc. El uso de estos refugios no acabó con la entrada de las tropas franquistas. "Alguns tuvieron múltiples vidas", dice Miró. Muchos se convirtieron en colectores, almacenes, fosas sépticas o, incluso, viviendas. El refugio 307, en la calle Nou de la Rambla, uno de los pocos que todavía se puede visitar, sirvió para cultivar champiñones, fue almacén de cristal y refugio de los sintecho. El refugio de Can Peguera, que se adentra en las entrañas del Turó de la Peira, fue el techo de algunas familias sin recursos después de la guerra. En la calle Tenerife (Horta-Guinardó) había un refugio, excavado en la roca, que se conocía como la Cova de Felipa porque durante mucho tiempo vivió ahí una mujer a la que los vecinos conocían con este nombre.

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Los refugios clandestinos

Miró explica que entrar en algunos de estos refugios, cuando fueron descubiertos y empezó la investiación arqueológica, era una auténtica aventura. Un viaje en el tiempo. En el refugio bajo la Torre de la Sagrera, en Sant Andreu, había dos botellas medio vacías. En la Plaça Joanic, donde no hubo tiempo para acabar el refugio, había un pala apoyada en la pared. En el número 149-151 de la calle Ausiàs March alguien dejó escrito con pintura roja: "El señor Josep Colomer / construyó este refugio / año 1937". Este refugio fue construido de manera clandestina, evitando la mirada de los vecinos. Tres familias acordaron un “pacto de silencio” e hicieron las obras en el más absoluto secretismo porque el refugio era pequeño y podía meter a poca gente. Escondían la tierra que extraían durante la noche en carros y, con la paja, ocultaban el escombro para que los otros vecinos no sospecharan que ahí se estaban haciendo obras.

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A lo largo de todos estos años, el Servicio de Arqueología ha ido documentando armarios, bancos, pozos de ventilación, urinarios... Hay también grafitis y para hacerlos se utilizaba todo lo que se tuviera a mano: lápiz, pintura, hollín de velas, objetos punzantes o incluso los dedos. Hay dibujos y formas abstractas, operaciones matemáticas y, sobre todo, mensajes políticos como "CNT", "Viva la FAI" o "UGT".

"La web es el resultado del trabajo de muchos años pero también es un punto de partida -dice Rabassa-. Seguramente hay más refugios, y la web también quiere ser un llamamiento a la población para que aporte la información que tenga". El concejal destaca que se ha escogido el 18 de marzo para presentar la web porque los días 16, 17 y 18 de marzo de 1938 hubo 14 incursiones aéreas y 12 ataques navales que lanzaron 192 bombas. Cada tres horas los ciudadanos de Barcelona oían el ruido grave y repetitivo de los Saboya-Marchetti 81, después los silbatos y finalmente las explosiones y el silencio. Al final de la guerra, en Barcelona se habían destruido 1.500 inmuebles. El registro del Ayuntamiento anotó 1.816 muertos y 2.719 heridos, pero otros documentos cifran los muertos en 2.750 y aumentan el número de heridos hasta 7.000. Saber el número exacto de víctimas es todavía hoy imposible.