'West Side story': el 'remake' que nadie pedía pero que todo el mundo adora
Steven Spielberg se revela también como un gran director de musical con esta despampanante revisión de un clásico moderno
'West Side story '
(4,5 estrellas)
Dirección: Steven Spielberg. Guion: Tony Kushner a partir del libreto de Arthur Laurents. 156 min. Estados Unidos (2021). Con Ansel Elgort, Rachel Zegler y Ariana DeBose. Estrena en los cines
En los últimos años, Steven Spielberg se ha desmarcado de la puesta en escena transparente al servicio de la narración con la que se lo asocia para firmar títulos como Las aventuras de Tintín o Ready Player One, que ponen en evidencia su gusto por el artificio y reivindican el cine como arte de las imágenes en movimiento. En esta línea, su espléndido remake de West Side story no resulta tan insólito. El director norteamericano rehace uno de los grandes hitos del musical para celebrar a la vez la modernidad de su concepción del baile y el espíritu clásico de la historia. Esta nueva versión nos recuerda el genio de Spielberg en la recreación nostálgica, de un realismo artificioso, del pasado. En este caso la Nueva York de los años cincuenta, y en concreto este trozo de Manhattan en pleno proceso de reurbanización que acoge la historia de amor entre una pareja de dos bandos enfrentados.
Sobre todo en la primera parte, la nueva West Side story es una embriagadora inmersión en el musical entendido como el arte vibrante de coreografiar la energía de los cuerpos en movimiento. El guionista Tony Kushner ha hecho pocos cambios respecto al guion original. Concreta más el contexto de vulnerabilidad social que viven los dos grupos de jóvenes ya desde la espléndida secuencia de arranque, que nos habla de la gentrificación del barrio. Y dibuja un retrato de un país diverso con una significante presencia latina que resuena en el presente; a pesar de que, como pasa a menudo en el cine de Spielberg, a veces se hace demasiado explícita la intencionalidad del discurso. Entre las localizaciones inesperadas, la promesa de amor eterno entre Maria y Tony tiene lugar en el Museo de los Claustros –donde está el claustro de Sant Miquel de Cuixà–, lo más cercano que puede haber a un escenario de cuento de amor medieval en Nueva York. Y el film se cierra con una estilosa sobriedad, mientras los imprescindibles créditos finales acompañan una nueva albada en Manhattan. Un estallido de vida y dinamismo para estos tiempos oscuros.