Atletismo

Las dos marchadoras que han emocionado con su espíritu de lucha

Raquel González y Mar Juárez, segunda y séptima respectivamente en la prueba de 35 km marcha en los Europeos, han superado enfermedades estos últimos meses

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La mataronina Raquel González ha ganado la medalla de plata a los 35 km femeninos de marcha atlética

BarcelonaLa marcha atlética. Siempre la marcha. Tan olvidada, tan incomprendida. El deporte que nació dentro de aquellas competiciones de otros siglos para ver quién andaba más. Y de tanto andar, se acabó poniendo una marcha más. La marcha, un deporte que tanta gente no entiende, incapaz de sentir el dolor en las piernas después de tantos kilómetros a un ritmo alto manteniendo la coordinación para que en todo momento haya un pie que toque el suelo y con el miedo de ser descalificado si por ir demasiado rápido los pies vuelan. Un deporte duro donde te pasan muchas cosas por la cabeza, durante las horas que sufres. Pero a veces sufres más por llegar a la prueba que una vez se ha disparado el pistoletazo de salida. Lo han demostrado las catalanas Raquel González y Mar Juárez en los campeonatos de Europa, donde para poder brillar han tenido que enfrentarse a diferentes enfermedades.

La marcha ha cambiado la cara de la delegación española en los Europeos de atletismo de Múnich de estos días. En pocas horas, el murciano Miguel Ángel López se colgó la medalla de oro en la prueba de los 35 km para dar continuidad a la tradición nacida en los 80, cuando dos catalanes iniciaron una rivalidad que les llevó a romper barreras: Jordi Llopart, el primer español en ser medallista olímpico en una prueba de atletismo con su plata en los 50 km marcha en Moscú en 1980, y Josep Marín, plata en los Mundiales de 1983 en los 50 km marcha y oro en los Europeos de 1981.

El mismo día del éxito de López, la mataronesa Raquel González se colgaba la medalla de plata en los 35 km femeninos. El premio a una larga carrera donde ha hecho un montón de sacrificios, donde no lo ha tenido nada fácil. Mira que ha sufrido estos últimos días González y, a pesar de todo, casi gana el oro. Al final, la griega Antigoni Ntrismpioti puso una marcha más para escaparse por las calles de la capital bávara. "No he tenido la energía necesaria para atraparla", decía la atleta del FC Barcelona.

A sus 32 años, esta medalla de González tiene un regusto muy dulce. Cuanto más sufres, más disfrutas de un podio. González, surgida de los Lluïsos de Mataró y la Agrupació Atlètica Catalunya, dio el salto al CAR de Sant Cugat en 2004 para trabajar con uno de los padres de la marcha atlética catalana, Josep Marin. Pero después de ganar tantas veces los campeonatos de Catalunya y España, decidió dar un salto adelante marchando a Madrid para trabajar con José Antonio Quintana e iniciar una vida con muchos aeropuertos y estaciones de tren, del CAR de Sant Cugat al centro de tecnificación de Madrid. Olímpica ya dos veces, se había fijado como objetivo brillar en los Mundiales de este año en Eugene, en Estados Unidos. Lo hizo bien, con una meritoria quinta posición. Pero al volver a casa dio positivo por covid-19, hecho que le complicó la preparación de los Europeos de Múnich. Mientras los otros atletas españoles trabajaban concentrados en León, ella estaba pendiente de los tests, para ver cuándo podría sudar de nuevo.

El coronavirus, sin embargo, no ha sido la única traba de este año para González. "Empecé el año lesionada y después sufrí una mononucleosis. Antes del Mundial, sin embargo, pude entrenar bien en la concentración previa, pero después llegó el coronavirus . "Ha sido una cosa que hemos llevado en secreto mi familia y mi equipo. No lo hicimos público porque todas las rivales leen la prensa y no queríamos dar pistas", explicaba ya con la medalla al cuello. "He pensado en mis padres. Ha sido un año muy duro y esta medalla es un regalo para ellos, que han sufrido al ver a su hija pasándolo tan mal. Algunos días han venido al entrenamiento y han visto cómo es de duro", añadía.

Mar Juárez, una séptima posición después de sufrir cáncer

Si llegar a Múnich ha sido duro para González, tampoco ha sido nada fácil para la séptima clasificada en la misma prueba, la vallesana Mar Juárez. Campeona de España de los 50 km marcha en 2020, la atleta de Montornès del Vallès ha vivido una temporada complicada, después de que en marzo le detectaran cáncer de tiroides. El día que tenía que pasar por el quirófano le hicieron una PCR y dio positivo por covid, de forma que la intervención se tuvo que aplazar tres semanas. En junio, la atleta del Avinent Manresa, donde compite federada, usaba las redes sociales para explicar que ya había superado la enfermedad y saldría del hospital, cuando faltaban pocas semanas para los Mundiales, para los cuales estaba clasificada gracias a la marca que tenía esta temporada. A pesar de todo, pudo acabar la carrera y ahora, en Baviera, ha llegado séptima.

"Todo lo que he vivido me ha hecho más fuerte", explicaba en una entrevista al diario Regió 7 la marchadora de 29 años. Juárez empezó a hacer atletismo cuando tenía cinco años y seguía su hermano, que hacía cross. A la marcha no llegaría hasta los 12 años para iniciar un camino que le ha llevado a estar entre las mejores del continente. Ahora, tanto Juárez como González piensan en los Juegos Olímpicos de París del 2024, donde pueden competir tanto en la prueba de los 20 km como la de los 35 km. Justo en una época donde se cuestiona si un deporte como la marcha tendría que ser olímpico, puesto que cuesta hacerlo atractivo por televisión, las marchadoras siguen demostrando que a veces, hay que saber mirar para entender que, donde aparentemente solo hay un grupo de gente andando deprisa, pasan muchas cosas. Entre ellas, estas historias de superación que emocionan.

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