Barça

Las mejores del mundo conducen al Barça hacia la gloria

Las azulgranas consiguen la tercera Champions en Bilbao y rompen el maleficio del Olympique de Lyon con los goles de Aitana y Alexia

BilbaoSi el rol de la afición se tuviera en cuenta en el fútbol, ​​el Barça habría ganado por goleada a Bilbao. Antes incluso de empezar. Es difícil ver un ambiente tan incondicional de apoyo a un equipo como el que tuvieron las blaugranas en la final de la Champions. Pero eso va de marcar goles y en el césped todo fue muy distinto. Tocó sufrir hasta el final, tener un punto de suerte y acabar pidiendo la hora para derrotar al Olympique de Lyon y romper por fin el maleficio de los duelos contra las francesas. Que el resultado final fuera de 2 a 0, con los goles de Aitana y Alexia, no quería decir por nada del mundo que la empresa hubiera sido sencilla.

La imagen de Alexia, celebrando el gol sacándose la camiseta; la del banquillo saliendo disparada para festejar el título, la mirada emocionada de Jonatan Giráldez o las azulgranas haciendo el número cuatro con los dedos fueron algunas de las más destacadas de una jornada inolvidable. El Barça ha completado una temporada perfecta ganando todo lo que podía ganarse. Liga, Copa, Supercopa y, por último, Champions. Cuatro de cuatro por un equipo que no conoce la palabra imposible. Y porque no hay más títulos por disputar.

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Romper el maleficio

El final fue feliz, la tercera Champions del club y la segunda consecutiva, aunque no fue fácil sacudirse los fantasmas del OL, el equipo que ganó al Barça en las dos finales europeas en las que se habían encontrado, en Budapest y en Turín. Siempre siendo superiores en todos los aspectos, sobre todo el físico. En Bilbao, en cambio, las azulgranas supieron equilibrar la balanza y jugar de tú a tú contra unas rivales que tenían a partes iguales calidad individual y fortaleza física.

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Jonatan Giráldez, que disputaba el último partido como técnico culé, intentó ganar la partida a partir del centro del campo, donde introdujo a Mariona para tratar de tener más superioridad. Y también por las bandas, buscando la profundidad y el centro. Por eso apostó por Rölfo en el puesto de Ona Batlle. Pero en el primer tiempo, quien cortó el bacalao fue Graham, que se encargó de despertar a sus compañeras con una primera ocasión que no fue entre los tres palos por poco. Los primeros minutos habían sido muy delicados para el Barça, aculado y sin recursos ante la salida en tromba del OL. Con la ocasión de la noruega se equilibraron las fuerzas, las azulgranas recuperaron el balón y empezaron a construir acciones con cara y ojos. Pero, como ya ocurrió en las semifinales ante el Chelsea, la producción en medio del campo no se veía recompensada con goles. Ni siquiera con ocasiones claras. Graham se encargaba de recibir muy a menudo en el espacio para encarar a Bacha en la banda derecha, aunque sus centros casi nunca podía rematarlos Salma.

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La joven velocista azulgrana estaba muy sola en la punta de ataque y las defensoras francesas se anticipaban sin demasiados problemas. Sin embargo, Salma pudo conectar un par de disparos interesantes, pero forzados y que no supusieron, en la práctica, ningún peligro para Endler. La portera del Olympique jugó con una comodidad relativa hasta los últimos minutos del primer tiempo, cuando el Barça, ahora sí, atacaba sin complejos y tenía las mejores ocasiones antes del descanso, con disparos de Graham y Mariona.

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Fue un partido tenso, porque una final igualada no se entiende sin jugadas al límite y cierta polémica arbitral. La inglesa Rebecca Welch cayó en la trampa, no estableció un criterio claro en las faltas y las futbolistas le subieron a sus espaldas. La presión de la grada hizo el resto. Todo ello desembocó en algunos errores de apreciación notables que despistaron a todos. Era un escenario que, por lo general, favorecía al equipo francés. No fue hasta bien entrada la primera mitad que el Barça entendió que iba a poner una marcha más, especialmente en los duelos individuales.

Aitana marca las diferencias

Parecía que el OL estaba cómodo, que resistía bien las embestidas azulgranas y que en cualquier llegada podría anotar el gol de la victoria. Pero después de dos derrotas, en la tercera le tocaba al Barça. Y así llegó un pase al espacio de Mariona hacia Aitana, que encaró y remató al segundo palo. La suerte le sonrió, porque una defensa desvió ligeramente el balón, que entró en el fondo de la red. San Mamés, lleno como un huevo y con un porcentaje de público exageradamente favorable al Barça, casi se derrumbó.

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Las francesas no tuvieron más remedio que jugárselo todo a una carta: atacar como no habían hecho antes. Y estuvieron a punto de empatar. Menos mal que Cata Coll, una portera en estado de gracia, dijo que por ahí no pasaba ningún balón. La solidez defensiva de las azulgranas hizo el resto. Todas se arremangaron en defensa. Todas aparecían en la ayuda. También el entrenador, que daba oxígeno al equipo con cambios para compensar un partido en el que la exigencia física fue máxima. Los minutos se agotaban a un OL que acabó jugando más con el corazón que con la cabeza. Y cuando las francesas agotaban los últimos cartuchos en el descuento, Alexia, que había salido al tramo final, cogió un balón en el área y lo reventó en el fondo de la red. Marcaron las dos Pelotas de Oro pero el mérito fue colectivo. La final iba a ser y fue para el Barça.

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