Afortunadamente se puede enamorar sin Lamine Yamal: los apuntes en caliente del Barça-Valencia
Fermín deja claro en el estadio, donde se valora el talento de la Masía, por qué razón no podía irse al Chelsea
BarcelonaFiesta gorda en Johan Cruyff. Un estadio de Primera RFEF vio una segunda parte de Champions en la que todo le salió bien, al equipo de Flick. Exceptuando los problemas con el gol de Ferran, todo fueron buenas noticias, como la vuelta de Marc Bernal, que tuvo tiempo de dar una asistencia en los pocos minutos que tuvo. Fue hermoso.
Fermín, goles y besos
Menos mal que no te fuiste. Menos mal que te quedaste, Fermín. Tal y como hizo en el Gamper contra el Como, marcó el camino al Estadio Johan Cruyff. El estadio por el que pasan los nombres que deben triunfar en el futuro, a la sombra de la Masia. Fermín ama este club y representa una forma de ser. No siempre encuentras a jugadores como él, con este compromiso. Un hombre que se besa el escudo de forma sincera, que ha aprendido catalán, que lo da todo. Pero también un jugador distinto: pocos jugadores de la plantilla tienen ese dominio del disparo lejano como él. Qué suerte se haya quedado entre nosotros.
Lewandowski presiona a Ferran
Una de las mejores noticias del partido es ver cómo se puede golear y disfrutar sin Lamine. Que nadie lo interprete mal, la vida es siempre mejor con el genio de Rocafonda sobre el terreno de juego. Pero el Barça necesita saber que tiene alternativas. Que en torno al mejor jugador del mundo tienes futbolistas que pueden decidir partidos. Lewandowski demostró que sigue siendo el de siempre, enchufado con dos goles. Raphinha tampoco falló. Lo único que no tuvo el día fue Ferran. Y el polaco llama a las puertas de la titularidad en Newcastle.
Raphinha merecía ser perdonado
Está bien que Flick sea como un maestro alemán del siglo XIX, estricto. De aquellos que pone normas y deben cumplirse. Si Raphinha llegó tarde, y por ese motivo fue suplente, le tocaba un estirón de orejas. Ahora, el contexto también importa. El pobre venía de jugar dos partidos muy duros con la selección brasileña al otro lado del Pacífico. El segundo en el estadio de fútbol más alto del planeta con fútbol de selecciones, El Alto de Bolivia, a más de 4000 metros. Después de ese esfuerzo, quizá se le podía perdonar. Por suerte, entró y marcó dos goles. Se lo merecía, después de esta semana.
Una mala gestión
El estadio Johan Cruyff pasó a formar parte de la lista de estadios en los que se ha jugado un partido de Primera. Uno de los más pequeños, por cierto. Y por primera vez, el Barça jugaba como local fuera del término municipal de Barcelona. Pequeñas anécdotas dentro de este serial que nunca parece acabar en referencia al regreso al Spotify Camp Nou. No fue un desastre, jugar ahí. Pero la gestión, sí. Problemas de comunicación, no saber dónde se juega hasta el final, socios que no pueden entrar... El Barça merece una gestión más seria. Pero Laporta sabe que si la pelota entra, todo queda en segundo plano. Y por suerte, entra.