El Barça de Koeman no tiene ni pies ni cabeza (3-0)
El Benfica desnuda tácticamente a un equipo que queda sin margen de maniobra en Europa, colista de grupo y con un técnico que ya no tiene más crédito
BarcelonaEl reinado de Koeman en el Barça se ha convertido en una broma de mal gusto. Un descenso a los infiernos que parece no tener final. Lisboa, convertida en ciudad de aciago regreso para el barcelonismo, vio como el Barça ardía con una goleada que tendría que tener consecuencias (3-0). El Benfica, con una idea de juego, goleó a un equipo en el que costaba entender cuál era el sistema. A Koeman, el crédito se le acabó hace tiempo. Es como la economía del Barça, está en números rojos. Su situación es insostenible, puesto que el juego fue peor que el resultado. Empeñado en morir con sus ideas, salió con tres centrales, el sistema que afirmaba que servía para evitar goleadas. La realidad, sin embargo, es terca. Y el Benfica, tal como hizo Bayern, goleó a un equipo que se ha convertido en el hazmerreír de media Europa.
En una nueva noche para olvidar en Lisboa, el Benfica dejó al Barça contra las cuerdas en Europa como último del grupo, sin puntos, sin goles marcados y con seis goles recibidos. Un equipo sin mucho margen de maniobra si quiere seguir vivo en la Champions, competición con la que soñaba hace no tanto y que ahora es como subir al tren de la bruja, que asusta a unos culés cansados de partidos convertidos en una tortura. Koeman sigue entregado a su discurso fatalista, nihilista, convencido de que la realidad es esta. El barcelonismo sabe que el equipo puede jugar mejor. Koeman se ha quedado solo defendiendo un discurso que tristemente va de la mano de los hechos. Efectivamente, jugando tal como quiere el técnico, el Barça no puede competir contra nadie, en Europa.
En lugar de dejarse llevar por el carácter desenfadado de los jóvenes que animaron contra el Levante, Koeman dejó claro que es bien cabezudo e insistió con el sistema táctico que hizo aguas contra Bayern. Y mira que sabe que este esquema no gusta a los jugadores. Tampoco a Laporta, ni a los hinchas. No está mal, tener carácter. Ahora, cuando eres el capitán de una nave que se encamina contra un iceberg, quizás sería buena idea aceptar los consejos de cambiar el rumbo.
El regreso, doloroso, al escenario del 2-8 contra el Bayern, era un nuevo juicio. En esto Koeman también es como el Barça, un club que tiene una vida muy activa en los juzgados. La alineación, sin embargo, ya era un disparo al pie. Y en tres minutos el Benfica ya había marcado, con Darwin Núñez jugando con Eric Garcia tal como un chico de 15 años manga la pelota a un niño de 10 en el patio de la escuela. Jorge Jesus, uno de estos genios de los banquillos que nacen en Portugal, entendió mejor el partido y ocupó los espacios entre líneas, mortificó con cada ataque y supo sufrir en defensa contra un Barça en el que Pedri volvía después de la lesión. Y el canario, por supuesto, no se escondió. No forma parte de su carácter.
En un Barça en el que el premio por el buen partido de Gavi y Nico era ser suplentes en Europa, Pedri se alió con Frenkie de Jong, que conseguía hacer daño al Benfica con sus carreras verticales. Los dos crearon la jugada en la que Luuk de Jong habría podido empatar, pero el delantero neerlandés no es el nueve que merece el Barça. Y primero chutó contra un defensa, para a continuación bloquear él mismo un chut de Pedri, molestando dentro del área. Siempre en medio, como el jueves, molestando.
Lejos queda aquella época en la que cada viaje europeo del Barça era como una gira del Bolshoi, visitando las grandes ciudades europeas para deslumbrar. Ahora, cada viaje es una humillación. Roma, Turín, Liverpool, Lisboa dos veces. Piqué, amonestado, fue cambiado a los 33 minutos de juego cuando la afición local, con razón, reclamaba la segunda amarilla. Koeman evitó quedarse con 10 haciendo entrar a Gavi, pero en lugar de cambiar el sistema de tres centrales, situó de defensa a uno de los pocos jugadores que hacía daño en ataque, Frenkie de Jong. En vez de dar un paso adelante, el Barça siguió ahogándose en sus dudas, con el cambio. El sistema de Koeman seguía dejando desnudo a un Sergi Roberto oscuro en la banda, mientras Memphis hacía lo que podía. Un drama en el que lo peor era que no sorprendía. El drama del Barça de los tres centrales, con Koeman mareando a sus jugadores con sus cambios.
Koeman, que no sabe o no puede, no supo cambiar la dinámica del partido al descanso. Y la segunda parte fue una penitencia para un equipo que acabó convertido en un juguete. Cuando el entrenador holandés hizo un triple cambio, apostando por fin por Ansu Fati y Nico, el Benfica tardó 30 segundos en hacer el segundo en una jugada en la que los portugueses ganaron en cuatro ocasiones un rechace en la frontal, hasta que Rafa Silva sentenció. Dest, sumándose al proyecto de immolación colectiva, cometió un penalti como una catedral y permitió a Da Luz celebrar el tercero. Después, llegó la roja a Eric Garcia. Cuando crees que el Barça no puede caer más bajo, acaba goleado por el Benfica, entre los "olé" de la afición portuguesa. Koeman, que defendía una disposición con tres defensas para evitar goleadas, ya lleva dos en contra jugando así. Las excusas se le han acabado. El tiempo, también. Si el Barça quiere seguir vivo en Europa, ya no puede fallar más. Y necesita un discurso diferente, menos acomplejado.