BarcelonaEl Barça celebró una asamblea el 2 de diciembre de 1908 con un único punto en el orden del día: la disolución. Pero Joan Gamper decidió que el futuro que le esperaba al club era muy distinto. Tenía una idea para salvarlo y la puso en práctica. En aquella asamblea se convirtió por primera vez en presidente y acercó a la entidad a la Lliga Regionalista con el objetivo de que el emergente catalanismo se sintiera el club como propio y lo catapultara.
Entre aquella asamblea y el embrión del lema “Més que un club” pasaron 60 años. Fue Narcís de Carreras, entonces presidente azulgrana, quien dijo en 1968 que "el Barcelona es algo más que un club de fútbol", en un contexto en el que el Barça se había convertido en un refugio para el antifranquismo. Llegarían más frases para la historia. Como la mítica "El Barça es el ejército de un país desarmado" del escritor y periodista Manuel Vázquez Montalbán que acabó mutando en "Ejército simbólico desarmado de Catalunya". Eran los años 80, y España había ido tejiendo la arquitectura democrática con el recuerdo y el eco vivo del franquismo. Pero ¿qué papel político tiene el Barça ahora que cumple 125 años?
"La presencia masiva y constante del Barça en los medios tiene una función lenitiva, instrumentaliza las ilusiones infantiles de los aficionados y contribuye a la paz social. En términos de política del territorio, el Barça forma parte del tejido catalanista de la sociedad civil. Además, el estadio es un espacio de libertad de expresión donde se pueden manifestar las propias opiniones futbolísticas y políticas con silbidos, banderas o canciones. El Barça es un club donde los socios son soberanos", responde Daniel Gamper, profesor de filosofía moral y política en la UAB y uno de los bisnietos de Joan Gamper. "Creo que el papel político del Barça es muy significativo si consideramos, por ejemplo, que el uso de la lengua catalana es una forma clara y evidente de hacer política. Que gracias a un acuerdo con Spotify, esta plataforma se haya comprometido con el catalán es, evidentemente, una forma de convertirte en un actor necesario para reivindicar el país, la cultura y la lengua", expone Magda Gregori, periodista, politóloga y directora de La Mira.
Con la llegada de Joan Laporta a la presidencia del Barça en el 2021, el club creó la comisión de memoria histórica. Uno de sus integrantes es Carles Viñas, doctor en historia contemporánea que ha publicado varios libros sobre la relación entre el fútbol y la política. "Desde que el Barça se posicionó públicamente a favor del Estatut [en 1918, durante la tercera presidencia de Joan Gamper], atendiendo al contexto, se ha ido vinculando al catalanismo o a una idea de catalanidad, difusa si se quiere, pero que ha permitido una identificación bastante transversal; hecho que ha posibilitado la perpetuación de esta identidad, a pesar de hechos adversos (dictaduras) o en la actual globalización", expone Viñas.
Quien pone en duda el relato es el periodista, filósofo y escritor Josep Ramoneda, presidente del Grup 62 y seguidor del Espanyol. "Tanto el Barça como el Madrid en tanto que símbolos hiperpolitizados son productos del franquismo. Donde a falta de otras vías de expresión diferencial sirvieron de instrumento para identificar a España y Catalunya, por eso no hay ningún país en Europa que tenga una rivalidad deportiva tan fuerte como ésta. Ni los Manchesters, ni la Juventus, ni el Bayern representan sus patrias ni pasean tanta mitología barata", apunta.
Tant se val d'on venim
Júlia Ojeda, investigadora y crítica literaria, explica que "el Barça tiene el papel político de asumir la responsabilidad de ser seguramente el espacio de encuentro más transversal del país, es decir, de ser un espacio donde todos vengan de donde vengan, sean de donde sean, pueden acabar encontrándose". Así, dice que "la consecuencia directa de esto es eminentemente política porque lo convierte en un referente de valores sociales, culturales e incluso lingüísticos, que van más allá de la pura faceta deportiva". Para Ojeda, "hay una comunidad sostenida sobre unos valores que construyen mirada, identidad y país". Un ejemplo de este hecho sería "la relevancia que ha ido adoptando el Barça femenino con la visibilización del deporte femenino a nivel mundial con figuras como Alexia Putellas y Aitana Bonmatí, especialmente también en la defensa de esta última de la lengua catalana y de su arraigo con Catalunya".
Pero también existen miradas menos optimistas. "El Barça ya no es el ejército desarmado de Catalunya porque hemos perdido el significado del concepto", apunta el periodista Frederic Porta, autor de múltiples libros sobre la historia del Barça. "Antes ser del Barça era una militancia y ahora es una contemplación deportiva. Ser del Barça era una declaración de vida, de vida política también. En dictadura se convirtió en lucha contra la represión franquista. Nos ha faltado teoría durante la democracia", lamenta. En esta línea, Porta señala que el hecho de que se jugara el Barça - Las Palmas del 1 de octubre de 2017 en plena jornada de represión policial durante el referéndum por la independencia de Catalunya "fue un final de época" desde un punto catalanista. En cambio, el presidente del PP en Catalunya, Alejandro Fernández, un culer confeso, opina que "cuanto menos papel político tenga el Barça, mejor". Y se pregunta: "¿Cómo es posible que un hijo de asturianos como yo, sin ningún familiar culer, sea devoto del Barça? Pues porque cuando era un niño sentí una fascinación inexplicable por Schuster, Epi, Vujovic... Esto no es política".
Embajador de Catalunya
Sea como fuere, es un hecho que cuando un catalán explica su procedencia por el mundo mucha gente la primera asociación que hace es con el Barça. Pero ¿basta eso para decir que el Barça es el máximo embajador de Catalunya? "La respuesta a esta pregunta es claramente afirmativa. Es la experiencia que todo catalán de calle ha tenido alguna vez viajando por el mundo y anunciando que es de Catalunya; bueno, de Barcelona, de la Barcelona de Gaudí y la Sagrada Família, pero sobre todo la del Barça, de Messi", asegura Ojeda. "Lo es con mucha diferencia", opina Alejandro Fernández.
Sin embargo, Ramoneda no lo ve tan claro. "Mal vamos si fuese así; querría decir que no tenemos mucho que enseñar, si solo podemos lucir el fútbol", considera. "Quizá sea lo más vistoso, pero espero y confío en que la gente nos vea también por otras cosas. Me siento mejor representado por los muchos investigadores de alto nivel con rango en las grandes universidades del mundo o por las iniciativas económicas –que las hay– que han saltado barreras o por la aportación creciente de referentes culturales al mundo, y, evidentemente, por el gobierno de la Generalitat, independientemente de que esté o no de acuerdo con él", argumenta.
Una visión distinta es la de Daniel Gamper. "El Barça no es tanto un embajador de Catalunya como una marca catalana con un alto valor de mercado que se difunde internacionalmente en forma de productos audiovisuales y merchandising", analizael bisnieto de Joan Gamper. "Eso únicamente se puede hacer en calidad de marca, no de club. Hay que añadir que el fútbol es muy poderoso a la hora de salvar distancias. En el extranjero el tema del Barça y el fútbol funciona como un lenguaje universal", concluye uno de los descendientes de quien lo originó todo.