Esperando un (otro) milagro

La misma semana que el Real Madrid celebra la decimoquinta orejuda y saborea la llegada de Kylian Mbappé, el Barça sigue girando en la espiral de promesas de un futuro mejor que nunca llega. Bill Murray está a punto de rodar un remake de Atrapado en el tiempo entre las oficinas del Camp Nou y los restaurantes de la parte alta de Barcelona. Tres años y medio después del célebre "Ganas de volver a veros", Joan Laporta no solo no ha sacado el club del pozo en el que lo metió Josep Maria Bartomeu, sino que está viendo cómo se fortalece aún más el máximo rival presidido por su aliado Florentino Pérez. El mismo que lo ayudó a eliminar la norma de los avales o a rubricar la palanca de Sixth Street para poder fichar el verano del 2022: de momento, el único mercado en el que el Barça ha podido realizar inversiones importantes. La otra palanca, la de la nebulosa de Barça Studios - Barça Vision, ha resultado ser un fracaso.

Como si fuera el día de la marmota, el club busca, por segundo año consecutivo, unos millones inexistentes que vuelven a comprometer su margen de maniobra con las normas del fair play de la Liga. Esta vez, al menos, el discurso del club se ha vuelto más realista. ¡Ya era hora! Ni se ha inflado un globo como el de la vuelta de Messi ni han engañado al nuevo entrenador asegurándole que se podrán hacer fichajes importantes como hicieron con Xavi. No es casual que Laporta subraye el valor de La Masia como generadora de talento ante el nombre imponente de Mbappé o que no quiera alimentar a cromos tentadores que han ocupado portadas de periódicos deportivos. Que suene I got you, babe: volverá a ser un verano complejo, con la calculadora en la mano y esperando el milagro sobre la bocina. De nuevo. Antes de soñar con refuerzos, habrá que inscribir contratos pendientes y retener a los Joãos por decreto.

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Sin embargo, Laporta tiene en sus manos acabar el mandato con brotes verdes y dejar atrás el largo invierno si consigue estabilizar (por fin) la economía, que las obras del Camp Nou sigan evolucionando a buen ritmo como hasta ahora y, sobre todo, que la apuesta por Hansi Flick salga lo mejor que espera. Todavía hay margen para remontar y la masa social del club ha demostrado sobradamente que no aprende del pasado: si la pelotita entra, le importan un rábano todas las cuestiones del dinero o la toma de decisiones a la hora de gestionar entidad. Fiscalizar da pereza, el periodismo hace bola y en la ignorancia somos más felices. Tú, Bill, por si acaso, no te vayas muy lejos y no te fíes del mensaje de ninguna lona.