Frotémonos los ojos
En el Museo del Fútbol Alemán de Dortmund se ha expuesto el calendario que la selección alemana tenía colgado en la concentración en Brasil en el 2014. Lo actualizaba cada día Hansi Flick, entonces mano derecha de Joachim Löw. Escribía con un rotulador los horarios, planes, partidos y goleadores del camino que les llevó a ganar el Mundial tras doblegar a Argentina de Messi. El lema de la cuenta atrás, que en la última casilla termina con una carona sonriente dibujada por Flick con la palabra Weltmeister [campeón del mundo], resume la filosofía del técnico: "Un buen inicio necesita motivación; un buen final necesita disciplina". En el vestuario del Barça hay un calendario similar con sueños intactos. El nivel exhibido demuestra que la plantilla tiene grabada a fuego esa mentalidad ganadora. Por eso prácticamente no celebraron el billete para las semis después de perder; por eso Flick tuvo que animarles.
Clasificarse para las semis de la Champions es un éxito rotundo que debe celebrarse sin matices en un club que quiere reconstruirse a partir del balón. Basta con enlazar dos conceptos para darse cuenta de la importancia mayúscula que tiene estar entre los cuatro mejores de la élite del continente: 2019 y Messi. Desde entonces, el Barça no sólo se había visto inferior a la inmensa mayoría de sus rivales top, sino que había llegado a vagar amargamente por el limbo de la Europa League! Amigos, es que antes de sacar la cabecita hace un año ante el PSG, el equipo venía de vergüenzas como las del Eintracht: ¿recordáis la invasión consentida por el propio Barça? Pasada la inquietud justificada de Dortmund –es lo que conlleva haberse tragado traumas como los de Anfield o Roma–, ahora toca hacer valer el paso de gigante.
La derrota, además, es una lección que sirve para remarcar lo extremadamente difícil que es aspirar al triplete. No sólo en el vestuario y en el club, sino también en el entorno instalado en la nube de la euforia y la ilusión. "Este equipo no estaba confeccionado para ir tan lejos. Haber llegado hasta aquí ya es una pasada", decía, con toda la razón del mundo, alguien cercano al presidente Laporta pocas horas antes de la vuelta de los cuartos. Ei, y apenas es el año 1 de Flick.