BarcelonaEl 18 de junio del 1914 el presidente del Barça, Francesc de Moxó, llegó a la Estació de França para recibir a un grupo de alemanes. Por primera vez, un equipo alemán llegaba para jugar tres amistosos contra el FC Barcelona. El rival era el Stuttgarter Kickers, actualmente un club de quinta división, pero entonces toda una potencia en el sur de Alemania. Moxó sufría porque la afición no estaba contenta con el equipo, que no había ganado ningún título aquel año, y esperaba levantar el ánimo con la visita de los alemanes. Lo que no se esperaban los jugadores que venían de Stuttgart es que mientras ellos volvían hacia casa todo cambiaría con el estallido de la Primera Guerra Mundial. La Gran Guerra, de hecho, congeló un poco la relación del Barça con Alemania, muy estrecha en los primeros 15 años de vida del club.
Del 21 al 24 de junio el Barça se enfrentó tres veces con un Stuttgarter Kickers que llegaba con el título de campeón del suroeste de Alemania bajo el brazo. Entonces ya era normal que el Barça hiciera un viaje al extranjero para jugar amistosos, así como recibir clubes franceses, suizos o belgas en Catalunya. Amistosos para ponerse a prueba, para aprender y, si era posible, ganar dinero. Los primeros alemanes fueron los Kickers, que perdieron dos partidos y ganaron uno. El jugador más destacado de los visitantes era el capitán Eugen Kipp, internacional con Alemania en los Juegos Olímpicos del 1912. Aquel 1914, de hecho, era el hombre que más veces había llevado la camiseta de la selección alemana, y marcó un gol en el primero de los tres partidos jugados en el campo de la calle Indústria, con triunfo del Stuttgarter Kickers por 0-2. En los siguientes partidos, el inglés Jack Grenwell y el barcelonés Gabriel Bau lideraron los triunfos de un Barça presionado por sus hinchas, puesto que unos días antes había llegado a la ciudad por primera vez un club profesional inglés a la ciudad, el Notts County, que ganó los tres partidos que jugó. Uno de ellos, por 3-10. Contra los alemanes, pues, el Barça salvó un poco su honor en una temporada complicada en el ámbito deportivo.
La Gran Guerra
Justo cuando la Stuttgarter Kickers volvía hacia casa, el 30 de junio, el archiduque Francisco Fernando, el heredero a la corona de Austria, era asesinado en Sarajevo. Y estallaba la Gran Guerra. "Momento de angustia: la guerra europea es un hecho”, aparecía en la portada del diario El Poble Català. Una guerra en la que Eugen Kipp acabó enrolado en un regimiento de infantería que fue a la durísima batalla de Ieper. El futbolista perdió la pierna derecha por debajo de la rodilla y un golpe de bayoneta francés le destrozó la mandíbula. Una segunda bayoneta le atravesó el hombro y le dejó un brazo inmovilizado para el resto de su corta vida. Pero sobrevivió y recibió la principal condecoración bélica del Imperio, el Adlerplakett.
La Primera Guerra Mundial, de hecho, convirtió Barcelona en una ciudad llena de espías, con la misma Mata Hari paseándose por el Paral·lel. Y con la gente dividiéndose entre quienes apoyaban a los aliados y los que confiaban en los grandes imperios. A pesar de que España era neutral, la gente se dividía a favor de unos y otros. Y Alemania recogía pocas simpatías, puesto que intelectuales como Rovira i Virgili, Prudenci Bertrana y Santiago Rusiñol se posicionaban a favor de franceses y británicos. Al final del conflicto ser germanófilo ya no estaba bien visto y uno de los primeros jugadores de la historia del Barça, Otto Maier, renunció a la ciudadanía alemana para pasar a ser ciudadano español. Casi mil catalanes se alistaron voluntarios en el ejército francés, en el cual participaron algunos ex jugadores del Barça, como René Victor Fenouillère. Una vez quedó claro que ganarían los aliados, el Barça jugó amistosos contra un equipo formado por futbolistas de los estados enemigos de Alemania en la guerra, con jugadores franceses, belgas y británicos. Un ex jugador alemán del Barça también fue a la guerra, Walter Rozitsky. Su figura fue recuperada por los historiadores Eugen Scheinherr y Fernando Arrechea a la publicación CIHEFE. Rozitsky fue azulgrana del 1911 al 1913, antes de marchar por motivos de trabajo a Madrid, donde jugaría en el Real Madrid. Al acabar la guerra, mandó una carta en alemán a Joan Gamper informándole que había sobrevivido a cuatro años de trincheras. Durante años se pensó que Rozitsky quizás era polaco, pero en realidad era alemán y judío.
La relación del Barça con Alemania se enfrió después de la guerra, a pesar de que, poco a poco, buenos clubes fueron volviendo. En 1922 llegó a la ciudad el Greuther Fürth para jugar dos amistosos y pocos meses después, el Nuremberg. El Greuther, bávaro como el Nuremberg, volvería dos veces más en un periodo de 10 años, toda una excepción, puesto que sería muy extraño ver clubes alemanes en Barcelona hasta los años 50. Y eso que vinieron clubes extranjeros para jugar amistosos, pero con Alemania mandaba la frialdad, en parte por la inestabilidad política de los años 20, en parte por el ascenso del nazismo al poder en los 30.
Con el nacimiento de las competiciones internacionales, sin embargo, los clubes alemanes se convirtieron en grandes adversarios del Barça, con 20 rivales diferentes, algunos de ellos bajo la bandera de la RDA. De hecho, el país donde encontramos más clubes diferentes que se han enfrentado al Barça en partido oficial es Alemania. En 1961 llegó el primer duelo oficial, contra el Hamburgo. Desde entonces, un montón de equipos han desfilado por Barcelona, y algunos han dejado buen recuerdo al perder partidos claves, como el Fortuna de Düsseldorf en la final de Basilea o el Kaiserslautern. Otros, como el Bayern, de mal recuerdo. El último es este Eintracht de Frankfurt que llegará acompañado por miles de forofos.
Uno de los 12 apóstoles
La relación del Barça con el fútbol alemán es tan antigua como el club, de hecho, porque un alemán formaba parte del grupo de los doce apóstoles, tal como fueron bautizados los fundadores del club por el periodista Daniel Carbó, también conocido con el apodo de Carrerillas. Se trata de Otto Maier. Bávaro de Heidenheim, había llegado a la ciudad en 1888 para trabajar en una empresa de material sanitario y ya no marchó de una tierra que hizo suya. Maier también sería jugador del club, marcaría algunos goles durante los primeros años de vida del Barça y también sería directivo. Incluso corrió el rumor que fue él quién decidió los colores azulgranas del club, puesto que eran los del club de Heidenheim. Maier, que podía hablar alemán con los suizos del Barça, como Gamper, encajaba en el perfil de sportsman de la época. Un joven de buena familia que quería practicar cuantos más deportes mejor, como el tenis, en el qué destacó su hijo Bubi Maier, que llegó a ser campeón de Wimbledon en dobles mixtos.
El primer gol al Madrid, obra de un alemán
Maier, sin embargo, no pudo jugar en el primer partido de la historia del club, el del 8 de diciembre de 1899 contra un grupo de ingleses en el Velódromo de la Bonanova con todo solo 10 futbolistas, porque no se pudieron reunir 11 jugadores. Uno de aquellos 10 pioneros también era alemán: Eduard Maria Schilling, que regentó una conocida tienda de armas en el centro de la ciudad. Schilling, miembro de una alcurnia judía alemana que se había convertido al catolicismo, jugó apenas un partido con el Barça, el primero, puesto que tenía 47 años. Maier y Schilling formaron parte del grupo de alemanes que jugaron en el Barça en aquellos primeros años de vida del club, donde catalanes se unían a extranjeros que habían llegado a la ciudad para hacer negocios y se quedaron. Jugadores como el famoso Udo Steinberg, el autor del primer gol del Barça al Real Madrid en 1902, Julius Muller o Emil Walter. Después, hubo que esperar muchos años hasta la llegada otros alemanes, como Bernd Schuster, Robert Enke, Marc-André ter Stegen o Kevin-Prince Boateng, así como técnicos como Hennes Weisweiler y Udo Lattek. En los años 70, todo Europa mantenía debates sobre si había que apostar por la escuela alemana o la escuela neerlandesa. En el Barça, Weisweiler y Lattek dejaron el recuerdo de ser muy profesionales y duros. Pero se prefirió el modelo que triunfaría con Johan Cruyff.