Por qué me gusta el cartel del 125 aniversario del Barça

Debo reconocer que en un primer momento me pareció un chiste. Y tuve que buscar on-line otras imágenes para comprobar que era real. Sobre todo porque no sabía que Miquel Barceló tenía el encargo y, después, porque la imagen, en una primera mirada, no parecía estar en la línea de las últimas cosas que le había visto. Sin embargo, una vez comprobada la autoría, lo primero que me salió fue una sonrisa. Lo ha vuelto a hacer. La imagen, como bien se ha comentado ampliamente en redes, remite un poco a los dibujos del cómic más tronado y underground, un estilo que conoce bien y le está muy cercano, ya que vivió su ambiente durante el auge que hubo en la Barcelona de los ochenta. Tiene todo él, en principio, un punto gamberro y humorístico, elementos que son constantes en muchas de las obras del artista de Felanitx, que ha hecho del humor y la ironía fina un elemento central de su trabajo, especialmente en el tratamiento de la figura humana.

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En la imagen del cartel se encuentra el jugador anónimo con la equipación clásica del club, lo que remite a la épica de los cromos. Pero está todo él tembloroso, con una especie de movimiento compulsivo. Y a la vez es como algo mutante, lleno de vegetales y animales, terrestres y sobre todo marinos, que le brotan por doquier. En su interior también aparecen siluetas de otras figuras. Dijo el artista que había incluido a todos los jugadores, una alineación entera más a los lesionados... Todo ello tiene un punto grotesco, como es también muchas veces el mundo del fútbol, ​​pero aquí con un punto divertido y amable. Remite un poco al Barceló neoexpresionista de sus inicios, pero también a las muchas figuras antropomórficas que ha estado haciendo en los últimos años. Y, por supuesto, no se puede descartar el tirón, quizás involuntario, que tiene el artista para provocar polémicas y debates. Ocurrió con la cúpula del Mercat de les Flors, con la catedral de Palma, con la cúpula de las Naciones Unidas de Ginebra...

Cuando una institución como el Barça decide encargar un cartel a un artista, y no a un diseñador gráfico, se expone siempre a que el resultado no refleje exactamente el mensaje –informativo, épico o conmemorativo– que quería transmitir. En este caso el cliente no manda sino que lo hace el artista, que aplica su creatividad y su forma de hacer de forma libre al encargo. En el caso del club azulgrana, ha optado en los últimos años por hacer el encargo a algunos de los principales artistas del país.

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Por el 75 aniversario fue Joan Miró; por los 100 años fue Antoni Tàpies; y ahora, por sus 125 años, ha sido Miquel Barceló. Los tres, nombres indiscutibles. En los tres casos, como es lógico, el cartel provoca debate y polémica. Personalmente, nunca he encontrado demasiado exitoso el de Miró, con un escudo demasiado protagonista y que creo que desmerece la obra del artista. El de Tàpies fue discreto, demasiado "tapiano", muy solemne pero poco estimulante. Y éste, qué quiere que le diga, casi lo encuentro lo más acertado, y lo más divertido.

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