BarcelonaHéctor Fort se ha criado a sólo dos kilómetros del Camp Nou. Dicho de otra forma, a poco más de 15 minutos a pie del estadio. Dentro de la globalidad y la universalidad de un club como el Barça, su historia y la de su familia se cuentan a partir del barrio de Les Corts. Y de la plaza de la Concordia. En la iglesia del Remei, que encabeza esta bonita y tranquila plaza de Barcelona, se bautizó a su madre, Cristina García. También se casaría, hace 23 años, con Sergi Fort. Cinco años después nacería Héctor y también estaría en esta plaza donde de pequeño haría sus primeros toques de pelota. Con sólo tres años, ya hacía multideportes como extraescolar en la Escuela Ítaca. "Aunque probó varios deportes, con cuatro años ya se decantó por el fútbol", explica Cristina en conversación con el ARA desde la peluquería que regenta en el barrio con Raquel, una exalumna suya y con la que trabaja desde hace un montón de años.
El primer y único equipo de Héctor antes de entrar en el Barça fue la Penya Blaugrana Anguera. Marcó más de 80 goles en una sola temporada en la guardería. Destacaba sobre todo físicamente. De hecho, ya apuntaba maneras desde pequeño: "Cuando tan sólo era un bebé: cuando nació pesaba 4 kilogramos y medía 56 centímetros", recuerda, con una sonrisa, su madre. Su entrenador, Xavi Closas, fue quien puso al Barça en alerta. Closas tenía como profesor del curso de técnicos a Sergi Milà, el actual director de metodología de La Masia y que ya entonces trabajaba allí. "Le comenté a Sergi y pronto empezaron a seguirle la pista. Se interesaba mucho por aprender ya menudo era lo mejor del equipo", explica Closas. En un torneo del MIC en Andorra, marcó un gol desde el centro del campo. David Sánchez, el primer entrenador que tendría a Héctor como azulgrana, no lo pasó por alto.
Antes, ya se había probado con el Barça. "Le acompañamos, con su padre y su abuelo. A él le dijimos que era un premio", recuerda Closas. De hecho, al Barça le bastó con un solo partido de prueba para captarlo. "Cuando son tan pequeños este es el mecanismo que tenemos. Héctor destacaba muy físicamente. Era de los más altos y, en el fútbol 7, podías hacerlo jugar en cualquier posición. Después ya se iría estableciendo de lateral, para aprovechar el suyo recorrido. Y como tiene buen pie, también jugó de central", explica en el ARA un técnico de La Masia. El verano de 2013 se incorporó al prebenjamín A del Barça. "Para mí quizás era un poco demasiado temprano", confiesa Cristina, que hoy en día aún prefiere ver algunos partidos desde casa porque sufre que su hijo pueda dañar. De hecho, tiene un ritual cuando juega. Pone una camiseta suya del Barça y enciende una vela cuando ve los partidos desde casa. Cuando está en el campo, pide a alguien de confianza que lo haga.
El Barça, siempre presente en la vida familiar de Héctor Fort
El fútbol y el Barça han ocupado buena parte de la vida de la madre de Héctor. Iba al Camp Nou junto a sus hermanos, y solo durante una época, de pequeña, decía que era del Real Madrid "para llevar la contraria a casa", recuerda, divertida. Sergi, el padre, también es culé y de Barcelona. Hace 31 años que se conocen. "Cuando empezaban a quedar le decía a Sergi que debía ser antes o después de los partidos del Barça", bromea. Ambos son autónomos. Ella es peluquera y estilista en Les Corts y él tiene una empresa familiar de ruedas y soportes industriales. Se conocieron por un amigo en común. Sergi también había jugado al fútbol. Ambos viven orgullosos la progresión de su hijo, que renovó en mayo, meses después de que Xavi le diera la oportunidad de debutar y Héctor respondiera con buenas actuaciones pese a tener sólo 17 años. Los 18 los cumplió en agosto.
Es juvenil y tiene ficha del filial, pero en la práctica es jugador del primer equipo. Renovó hasta el 2029. Su entorno más directo le ayudó a decidirse, pero la decisión final era solo suya. Había recibido el interés de clubs de primer nivel europeo, especialmente de Alemania y de Inglaterra, pero apostó por seguir en Barcelona. Los minutos y oportunidades que tenga determinarán su futuro. De momento, en el último partido jugó toda la segunda parte ante el Celta. Este martes, con la baja de Balde, se postula como titular frente al Brest. Tiene la confianza de Hansi Flick, que cuando le negó minutos porque los condicionantes del partido exigieron otros cambios, le dio oportunidades en los siguientes duelos.
La plaza de la Concordia y la afición por la pesca
La estima por el Barça, donde se ha formado pasando por todas las categorías, así como la proximidad con sus padres, con los que vive en Les Corts, fueron factores a tener en cuenta. Empezar a estudiar la carrera de administración y dirección de empresas, aunque lo haga a distancia, en la UOC, también. Firmó la renovación acompañado de sus padres. El lugar escogido por su madre y él para realizarse algunas fotografías de recuerdo fue la plaza de la Concordia, uno de los núcleos centrales de la familia. También Menorca o la Costa Brava, donde a Héctor, desde pequeño, siempre le ha gustado ir a pescar con su padre, que después se encargaba de cocinar un arroz aparte. A petición de Héctor, madre e hijo comparten un tatuaje en el antebrazo con un alto simbolismo familiar. En el tatuaje sale Héctor cogiendo a sus padres de las manos, con el año de nacimiento de los tres, un reloj con la hora que él nació y la iglesia del Remei.
La unión familiar es clave para entender su trayectoria. Antes de instalarse laboralmente en el barrio y de abrir su propio salón de belleza, Cristina trabajaba para Raffel Pagès y eso le implicaba viajar. Cuando Héctor tenía sólo dos años, mientras estaba trabajando en París, se le escaparon las lágrimas en una videollamada. "Mi jefe lo vio claro. Yo quería estar en Barcelona con mi hijo", recuerda, con emoción. También ella le acompañó al paso de la rúa de campeones de Liga en el 2013 por la travesera de Les Corts. Por casualidades de la vida, TVE le entrevistó. Él decía que quería la firma de David Villa, su ídolo de la infancia. Sus padres habían ideado un parapeto para elevar la camiseta del asturiano. Diez años después, ese niño que soñaba con ser David Villa haciendo los primeros disparos en la plaza de la Concordia, juega en el equipo de su vida.