¡Y encima tienen Joan Garcia!

La frase del titular me la dijo un socio madridista acompañándola de un resoplido, una mezcla de fastidio y resignación: “Y encima, ahora, el Barça tiene a Joan García”. El guardameta catalán tuvo una actuación sobresaliente ante el Villarreal y sostuvo a su equipo en momentos complicados ante un rival que a pesar de estar con 10 no le perdió la cara al partido ayudado además por errores en la zaga blaugrana y pérdidas tontísimas en el centro del campo. El Barça tiene portero y además para rato, algo clave para ser un equipo exitoso como ha demostrado, sin ir más lejos, el Real Madrid.

Courtois y Mbappé son los únicos que están evitando que el equipo de Xabi Alonso se despeñe definitivamente por el barranco y frente al Sevilla jugaron, y mira que era difícil, peor que nunca. La involución es tan evidente como el clima tóxico, el ambiente enrarecido, la apatía en el campo y la desesperación en la grada. Un cóctel molotov que parece estar siempre a punto de explotar y cuyas primeras chispas ya han alcanzado a Vinicius, que se marchó al banquillo con una sonora pitada. Su respuesta inmediata fue quitarse de las redes sociales la imagen con la camiseta blanca para colocarse la de Brasil. Otra niñería, vaya. No son los 17 partidos (14 con el Madrid) sin marcar, que también, sino gestos como el reírse en Talavera y que llueve sobre mojado porque es imposible olvidar la que lió cuando fue sustituido en el Clásico, las que le han marcado.

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Hubo un antes y un después de ese desaire: el club -es decir, Florentino- se puso de perfil, dejó solo y aislado a Xabi Alonso y el técnico quedó desautorizado ante la afición y, sobre todo, ante un vestuario que percibió perfectamente que él no manda. Desde entonces, el conjunto de Hansi Flick ha ganado los ocho encuentros posteriores. Se marchó del Bernabéu a cinco puntos y se ha marchado de vacaciones como campeón de invierno con cuatro de ventaja mientras Xabi Alonso sigue arrastrándose, sin dar con la tecla, con jugadores como Bellingham enfurruñados que se han vuelto transparentes y con Vinicius en guerra ya con la grada. Todas las señales son pésimas. Y ahora, encima, el Barça también tiene portero de presente y futuro. La Navidad, definitivamente, es blaugrana y no blanca.

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