Luuk de Jong vuelve a vestirse de superhéroe para salvar al Barça (2-3)
El neerlandés da los tres puntos al equipo de Xavi después de una actuación muy floja en un partido marcado por los tres penaltis en contra
contra BarcelonaCuando el Barça sufre, llega el momento de Luuk De Jong, el hombre de los goles salvadores. Como si fuera un reto, el Barça de Xavi ha decidido últimamente sacar adelante los partidos sin jugar particularmente bien. Jugando con fuego. Si en Frankfurt sobrevivió sufriendo de lo lindo, en el campo del Levante cambió el marcador gracias a un gol salvador del neerlandés en los últimos minutos. Los cambios de Xavi y una parada clave de Ter Stegen también sirvieron para cambiar radicalmente un partido donde el Barça no se sintió nada cómodo. Contra equipos físicos, eléctricos, muy cerrados con una defensa de cinco, el Barça de Xavi chirría un poco. Le tocará mejorar, para seguir creciendo, a pesar de que siempre es más fácil avanzar con tres puntos en el zurrón.
El partido en el campo del Levante parecía la segunda parte del film de Frankfurt, con un Barça sin ánimo superado cada vez que los futbolistas locales salían corriendo como flechas, a la contra. Parecía como si el partido contra el Eintracht no hubiera servido para alertar a los jugadores del Barça que hay que poner fuerte la pierna y apretar los dientes contra rivales cortados por el mismo patrón. Y más cuando se juegan tanto. El Eintracht se jugaba hacer historia y el Levante, evitar bajar. Al Barça, en cambio, por momentos parecía que le daba pereza el partido como, si después de golear en el Santiago Bernabéu, todo parezca menos atractivo. Aquella goleada por 0-4 era el inicio de una nueva época, como el día que firmas los papeles para entrar en un piso nuevo. Lo que nadie imaginaba es que por el piso de enfrente pasaría primero un grupo de turistas alemanes que hace mucho ruido y después la familia de José Luis Morales, un futbolista de otros tiempos, de los que ha nacido para driblar. El veterano capitán del Levante fue un pelma durante una primera parte donde, si alguien hizo méritos para marcar, fue el equipo entrenado por Alessio Lisci. Sin embargo, Eric Garcia dejó con un palmo de narices a Morales al sacar de la línea de gol una jugada messianesca de Morales.
Xavi Hernàndez había dado descanso a Pedri, haciendo jugar a Nico, situando a Dani Alves en una banda. Sin Piqué, Eric Garcia dio un paso adelante, pero el problema estaba en medio del campo, donde no había ni luz ni piernas. Dembélé, después de tanto días de palabras de amor con Xavi, parecía distraído, como antes. Solo Ferran lo intentaba, de vez en cuando, cuando le llegaba la pelota. Nada le salía a un Barça que parecía víctima de un hechizo, atrapado por el peso del pasado, con viejos defectos y viejos miedos. Suerte todavía de la falta de puntería de un Levante que necesitó de un penalti para soñar. Alves, inocente, puso el brazo ante Son, quien exageró tanto como pudo. Y Morales no falló.
Sin embargo, el fútbol tiene 90 minutos y un montón de matices. Pero el curso de un partido lo puede decidir un solo detalle, una sola decisión, como la del Levante de hacer que fuera Roger quien se encargara de chutar el penalti que tuvieron poco después por unas manos claras de Eric Garcia. En toda la liga, al Barça no le habían silbado ni un penalti en contra y de repente, en cinco minutos silbaban dos. Pero Ter Stegen adivinó el lanzamiento de Roger, dando el pistoletazo de salida a la reacción de un Barça que había jugado con fuego. Del 2-0 se pasó en pocos según al gol del empate con un gol creado por dos buenos amigos que no tenían el día, hasta entonces. Una centrada de Ousmane Dembélé y un golpe de cabeza de Aubameyang para meter el miedo en el cuerpo a los locales. Y, como en Frankfurt, los cambios de Xavi, quien dio paso a la traza de Gavi y la calidad de Pedri, sivieron para acabar el trabajo con una jugada del travieso andaluz y otro gol importante del canario, quien se encarga de sacar las castañas del fuego incluso el día que le tocaba descansar contra un candidato al descenso en Segunda. El trabajo parecía hecho. Como si hubiera sido un susto sin importancia. Pero el fútbol de primer nivel no te perdona si te confías.
Y el Levante sufre, pero es un equipo muy digno, que no desfalleció. Y en los últimos minutos forzó un tercer penalti. Ningún penalti en toda la liga y de repente, tres. Como si fuera una broma de mal gusto, puesto que era un penalti muy claro de un Lenglet que había entrado para apuntalar la defensa y se disparó en el pie en una jugada mal defendida por todo el equipo. Ter Stegen no pudo parar el chute de Melero, lo que condenó al Barça a un empate que habría hecho tanto daño como una derrota. Por el rival, por el contexto, por el juego ofrecido y por saber que la liga es una utopía. Pero Luuk De Jong se vistió de héroe, de nuevo, rematando una centrada de Jordi Alba. El Eintracht y el Levante, como hacían los esclavos que aguantaban una corona de laurel sobre la cabeza de los emperadores y generales que volvían a Roma después de ganar una batalla, le han recordado al Barça que es mortal. Y que ahora que ya tiene una idea de juego recuperada y buenos jugadores no se puede relajar. Queda trabajo por hacer, pero, a la espera de tener más estabilidad, Luuk De Jong encarna el hambre del Barça por volver a ser grande de nuevo. No siempre puedes ganar jugando bien.