Barça

Una noche de éxtasis para celebrar la Liga ante el Madrid (2-1)

En un partido eléctrico, un gol de Kessie en los últimos minutos desata el delirio en el Camp Nou

BarcelonaEl día de gloria llegó, finalmente. En una noche eléctrica que será recordada durante años, el Barça de Xavi dejó la Liga sentenciada de la mejor manera, con un gol en los últimos minutos contra el eterno rival. Pocas sensaciones más bonitas que gritar un gol así, abrazado a tus amigos. Igual que se abrazaron los jugadores de un Barça que por un día tuvo dos héroes inesperados que fueron los autores de los goles: Sergi Roberto y Kessie. La Liga será azulgrana. La primera de Xavi como técnico. Un día de emociones fuertes, con rifirrafe final, con ángeles y demonios. Un triunfo que todo el barcelonismo necesitaba.

En el Camp Nou había electricidad en el aire. En los ojos de los jóvenes que cantaban cortando la Travessera de les Corts había el mismo deseo de victoria que en el andar lento, pero seguro, de los abuelos que hicieron volar cojines para criticar a Guruceta en 1970. No era un partido cualquiera. El barcelonismo necesitaba convertirlo en un acto de fe, en una especie de aquelarre para quemar en el fuego todas las críticas, burlas y acusaciones recibidas en los últimos días. Más que un día de alegría, era un día de rabia, en el que el gol de Kessie significó gritar fuerte para quitarse de encima todas las frustraciones acumuladas en Europa en los últimos años. Un día para levantar la cabeza y poder decir que el Barça será campeón de la Liga y nadie podrá encontrar ninguna excusa. Porque si los aficionados sentían un deseo enorme de desafiar a los críticos del Barça, los jugadores buscaban la redención después de tantos triunfos grises, de tantos triunfos sufriendo, sin llegar a ser el equipo que Xavi quiere. Como había pasado en las lejanas tierras saudíes en la Supercopa, era un día para hacer caer al Madrid a base de buen fútbol, tocando la pelota, cuidándola, atacando una y otra vez. No pudo ser del todo, porque el destino de este Barça es acabar sufriendo en cada partido. A ratos, el deseo jugó en contra de un Barça que fue muy superior y merecedor de la victoria, pero de vez en cuando fallaba de las ganas que tenía de imponer su juego.

Cargando
No hay anuncios

El Barça de los últimos días, el que acaba defendiendo con marcadores más propios del Atlético de Simeone, dejó paso a un grupo de jugadores que parecían endemoniados, como si un espíritu se hubiera apoderado de ellos y los hiciera atacar sin cesar la portería de Courtois. Los jugadores de Xavi parecían enloquecidos. Nada los paraba. Ni las grandes paradas del portero belga, ni la suerte del Madrid en el primer gol, ni el barro del caso Negreria. Todavía sin Pedri, Xavi se jugó la carta de Sergi Roberto en medio del campo. Y, a pesar de que el jugador sufrió cuando tocaba defender alguna contra blanca, fue una carta ganadora porque fue él el encargado de empatar justo antes del descanso. Un gol que hacía justicia a un equipo que no desfalleció, condenado solo por la falta de puntería y el saber hacer de Courtois, que dejó con la boca abiert tanto a Lewandowski, después de un latigazo del polaco, como a Raphinha, en dos ocasiones. Era un Barça de cordura y arrebato, de tener la pelota y moverla deprisa. En el que Araujo, situado de lateral derecho como siempre contra el Madrid para enfrentarse a Vinícius, a veces obligaba al brasileño a hacer de lateral, de la intensidad con la que atacaba el uruguayo.

Cargando
No hay anuncios

Pero fue Vinícius el primero que rio. En una jugada en la que Kounde salió a encararlo, centró sin ángulo y Araujo tuvo la mala suerte de hacerse un gol en propia puerta. Vinícius es un jugador de dos caras, dotado de un gran talento, pero también un provocador nato, que busca con la mirada a los aficionados rivales, pincha a los adversarios y no se calla con los árbitros. Solo se quedó mudo cuando, antes del descanso, el gol de Sergi Roberto, después de un montón de rebotes, hacía disfrutar al Camp Nou. Cuando Kessie marcó el gol del triunfo, acabó perdiendo los papeles, como buena parte de la plantilla blanca, de mal perder.

Al Madrid, que esperaba atrincherado la oportunidad para correr, no le bastaba el empate si quería continuar aspirando a la Liga. Al Barça, con una ventaja de 9 puntos, sí que le valía el empate mirando la clasificación, pero el equipo de Xavi quería más. No se puede ganar la Liga con la calculadora si puedes hacerlo callando bocas, por la puerta grande. Y así el caos fue apoderándose del partido, con los dos equipos arriba y abajo, en la segunda parte. Un lío entretenido, una ruleta rusa en la que el Barça no conseguía materializar sus ocasiones y dejaba con vida al equipo que mejor sabe sobrevivir del mundo, el Madrid de Ancelotti, el rey de los triunfos ilógicos. A medida que las piernas de los jugadores del Barça fueron pesando, el equipo blanco fue invirtiendo la tendencia del partido y acercándose a Ter Stegen con Rodrygo, inicialmente suplente, ayudando a Vinícius y Valverde. Con los cambios, el Madrid mejoró y llegó a celebrar el gol del triunfo, obra de Asensio. Pero después de tres minutos más largos que un día sin pan, en el VAR certificaron un fuera de juego salvador.

Cargando
No hay anuncios

El Barça, superior durante 70 minutos, se asustó un poco en un partido muy emotivo. Ni siquiera jugadores que suelen tener adiestrada la pelota en los pies como si fuera un fiel perro pastor, como Busquets y Modric, podían escaparse de la condena de cometer errores. ¿Lewandowski? Lo intentaba especialmente con chuts secos desde la frontal. Pero la diosa de la fortuna le negaba la gracia del gol. Tampoco Raphinha, insistente, valiente y con coraje, lo conseguía.

Tuvo que ser un héroe poco esperado el que se encargara de dar paso a una fiesta de las que se alarga horas. Después de dos paradas de un Ter Stegen que hace oposiciones para tener una puerta con su nombre en el futuro nuevo estadio azulgrana, una contra acabó con Kessie haciendo un gol para recordar. Una imagen, una fotografía para enmarcar. Un grito, una liberación. En pocos minutos, el Madrid pasó de celebrar el triunfo a verse derrotado por un Barça con un corazón gigante. Un equipo que necesitaba este triunfo tanto como la afición. Un día de gloria. Sufrir tanto las últimas semanas valía la pena si el destino le tenía guardado al barcelonismo un final de partido así.