BarcelonaSergi Barjuan vuelve al Camp Nou. El que fuera miembro del Dream Teamcomo jugador se hará cargo del primer equipo a la espera de la llegada de un nuevo técnico. De nuevo, el vallesano ha tenido un golpe de suerte. Estar en el lugar ideal en el momento justo, como le pasó como futbolista o este verano, cuando la directiva de Joan Laporta le encomendó la dirección del filial después de echar a García Pimienta. "Es un regalo caído del cielo", admitió entonces Sergi, que como técnico no había conseguido acabar de triunfar. De hecho, Sergi había admitido en algunas charlas que su sueño era dirigir en Inglaterra, como asumiendo que sería muy difícil ser entrenador del Barça. Y al final lo conseguirá, a pesar de que solo para entre uno y tres partidos. Una vez Xavi pueda dejar el Al-Sadd, Sergi tendría que volver al filial, que anda por la mitad de la clasificación en la Primera RFEF.
Joan Laporta ha sido el encargado de presentar a Sergi Barjuan a la plantilla del primer equipo antes del entrenamiento en la Ciutat Esportiva. Mañana, Sergi atenderá a los medios de comunicación en la sala de prensa con motivo de la previa del partido Barça-Alavés, en una comparecencia con el presidente Joan Laporta.
Nacido en les Franqueses del Vallès en 1971, Sergi ha pasado en pocos meses de no tener trabajo a ser el entrenador del Barça. De 2017 a junio de 2019 estuvo en China dirigiendo a un equipo de segunda, el Zhejiang, pero después de volver no había encontrado un banquillo. En una charla de técnicos, Sergi admitió que la experiencia en China fue muy dura, puesto que le tocó "hacerlo todo desde la base, el primer entrenamiento". "Viendo el nivel táctico, pensé que no sabía dónde había ido a parar, puesto que los jugadores no sabían ni perfilarse para recibir la pelota", dijo. No fue una experiencia buena en el ámbito deportivo, pero a sí en el ámbito vital. Así que volvió a Catalunya, donde se seguía formando como técnico mientras se dejaba ver en torneos de pádel a la espera de un trabajo que acabó llegando gracias a Laporta. Ahora le toca ocupar el banquillo que deja Ronald Koeman, con el que compartió tantas aventuras como jugador. El neerlandés, de hecho, era uno de los que lo llamaba "poni" cuando era futbolista en ese Barça en el que en las bandas jugaban dos laterales de la casa, fuertes y rápidos, Albert Ferrer y él. Los "ponis".
Formado en el fútbol base del Esport Club Granollers, de joven era extremo izquierdo. Ya tenía piernas para ser el más rápido y llegó a ser el máximo goleador muchas temporadas, hasta que pasó a La Masia, donde acabó de lateral. Al Barça llegó con seis años, jugando tanto en el juvenil como en el Barça C de Toño de la Cruz y el Barça B. Cruyff lo descubrió en los entrenamientos y lo hizo debutar en noviembre de 1993 en el estadio Ali Sami Yen contra el Galatasaray turco, cuando los estadios turcos eran verdaderos infiernos. Sergi, que ya tenía 22 años, no se escondió en ese empate (1-1). Y ya no volvió al filial, y marcó unos cuantos goles en todos los años que estuvo en el Barça. Internacional en los Mundiales de 1994 y 1998 con Javier Clemente, ganó tres Ligas y una Recopa y se quedó con la miel en los labios en la final de la Champions de 1994 contra el Milan. Su carrera la acabaría en el Atlético de Madrid, puesto que Van Gaal no confiaba mucho en él. Popular entre los aficionados, Sergi llegó a salir en un episodio de la serie Plats bruts en unos años en los que era feliz. Cruyff entendió su potencial para hacer de lateral moderno, uno de los que llegan al área rival para hacer de las suyas con jugadores como Romário, con el que tuvo una buena relación; tenía la taquilla al lado de la del brasileño.
Cruyffista, pero también influenciado por Luis Aragonés
Como técnico, la carrera de Sergi va diferente, puesto que inicialmente no dio el salto, como si quisiera tomarse un año sabático de calma lejos del fútbol. "Quizás otros jugadores, como Guardiola o Simeone, no escondían que querían ser técnicos cuando jugaban. Yo lo escondía más, pero pensaba en ello. Me cogí un año para pensar, para formarme un poco", ha explicado. En 2009 entraría en La Masia para dirigir el juvenil B, hasta el 2011. En 2012, primera oportunidad lejos de casa, en el Recreativo de Huelva, donde las vivió de todos los colores. La relación con el presidente, Pablo Comas, no fue del todo buena, puesto que este opinaba mucho sobre cómo tenía que jugar el equipo. Sergi tampoco acabó de entenderse con la prensa y demostró tener un carácter agrio cuando hacía falta. A pesar de que siempre intentó jugar al ataque, fue una experiencia en la que le tocó modificar cosas, y consiguió dejar al equipo a un paso del play-off de ascenso a Primera su segundo año. Después tuvo menos suerte en el Almería, con el que bajó a Segunda; en el Mallorca, donde duró poco, y en China. De hecho, Sergi es menos cruyffista que Xavi, por ejemplo. Preguntado por su estilo, ha explicado más de una vez que "no se trata de ser cruyffista o ser guardiolista. Se trata de tener tu estilo, de ser sergista". De Cruyff dice que aprendió mucho, pero también de Luis Aragonés o César Ferrando, técnicos más defensivos con los que trabajó. "Me gusta el estilo de La Masia, el del Barça, el que conocí, pero sumas otras experiencias en el camino". Un camino que, por sorpresa, lo ha llevado al Camp Nou. Donde llegó cuando tenía 22 años como futbolista, cuando también parecía que no llegaría.