Lo siento, Michael Jordan, ahora prefiero a Andrés Iniesta
BarcelonaHaced un ejercicio: intentad recordar qué pósters teníais en la habitación cuando érais pequeños. O las fotos que llevabais en la carpeta o de fondo de móvil, en función de la generación que seáis. Recuerdo a amigos que tenían pósters de Sylvester Stallone en Rambo. La generación que admirábamos a hombres que nunca lloraban, fuertes. Es importante crecer con buenos referentes. En mi época tenía a Michael Jordan. Lo sigo admirando, de hecho. Sigue siendo el mejor jugador de baloncesto, en mi opinión, pero no era tan buen referente como Andrés Iniesta. Jordan era de los que querían ganar siempre, que nunca se mostraban débiles, proyectando una imagen de tipo duro, fumando sus puros y jugando en el casino, fuera de las pistas. Te he admirado mucho, Jordan. Pero prefiero a Iniesta.
Andrés nos ha enseñado que los campeones del mundo pueden llorar y sufrir. Y creo que es una gran suerte que sea así de sincero. Le costó contar que había sufrido una depresión. Lo haría escribiéndolo, en el libro que publicó con la ayuda de dos de los mejores periodistas del país, Ramon Besa y Marcos López. Recuerdo a Marcos explicando, años más tarde, que al recibir los textos que Iniesta les enviaba se dieron cuenta de la fuerza de lo que estaba contando: él, el autor del gol más importante de la historia del fútbol español, había sufrido una depresión en plena carrera. Lloraba y solo tenía ganas de dormir. Algunos deportistas de primer nivel han dado el paso, en los últimos años, y han superado el miedo a mostrarse vulnerables. Dos mujeres valientes, Simone Biles y Naomi Osaka, lo hicieron justo en la cima de sus carreras. No es casualidad que fueran mujeres y no hombres, que hemos recibido una educación en la que te dicen que nunca debes llorar, como me dijeron a mí. El tenista Andre Agassi también fue valiente y lo hizo una vez retirado. Iniesta lo hizo todavía en activo. Fue valiente.
Iniesta se ha hecho querer por todos. Ha logrado siempre ser buena persona, sin dejar de competir en el primer nivel. Cuesta encontrar a una persona como él. Normalmente, los mejores deportistas sacrifican mucho e ignoran ciertos valores, y se vuelven egoístas, cerrados o poco empáticos con los que sufren. Iniesta lo ha ganado todo sin dejar de ser buena persona, tener detalles con la gente, como hizo con los familiares y amigos del periodista Dani Montesinos, cuando murió en un accidente en el 2012. Iniesta nos deja una lección: profesores, empresarios, actrices, artistas o políticos de moda pueden estar sufriendo mucho. Nunca juzguemos a la gente sin escucharlos primero. Si ahora tuviera que ponerme un póster en la habitación, sería de Iniesta. Ya no sería Jordan.