Barça

Xavi le demuestra a Simeone cómo quiere que juegue su Barça (4-2)

Exhibición azulgrana durante 70 minutos, en un partido que acaba enfangado después de la roja a Dani Alves

BarcelonaTenía que ser Diego Pablo Simeone la víctima de la primera exhibición del Barça de Xavi. El técnico argentino, quien ideológicamente vive en las antípodas del entrenador del Barça, ha salido escaldado de un estadio que por instantes se ha sentido especial de nuevo. Pero ha sido una obra inacabada, entre la roja a Dani Alves y las decisiones de Jesús Gil Manzano (4-2). Si Xavi ha conseguido que su equipo se encargara de escribir el guion durante 70 minutos, al final ha tocado bajar al barro, entrar en el juego de los visitantes, mientras el banquillo azulgrana dejaba claro que no era un partido cualquiera llamándole de todo al colegiado del partido. Xavi ha acabado amonestado y su hermano Òscar, expulsado. No, no era un partido liguero cualquiera. Era como una final contra un rival directo. Y era un partido para defender tus ideales.

Era el día para demostrar cómo quiere jugar el Barça. Tenía que ser contra el Atlético de Madrid, contra el vigente campeón. El equipo que durante años ha frustrado a sus adversarios levantando muros alrededor de su área, pero que esta temporada se ha ido agrietando. Tenía que ser contra el Atlético de Simeone, el equipo que vive en una barricada. El conjunto que penaliza el error, que juega con tus nervios hasta sacarte de quicio. El equipo que hace del fútbol un ejercicio de supervivencia. El Atlético de Simeone, la antítesis del Barça de Xavi. Los dos, de hecho, habían calentado la previa con sus discursos, como dos filósofos enemistados en el ágora. El argentino había pinchado a Xavi, retándole a demostrar qué era capaz de hacer, ahora que tenía más jugadores. Mal negocio, jugar con fuego. Te puedes quemar. Y el Barça de Xavi le ha demostrado al Atlético cómo quiere jugar. Cómo quiere ser. No ha sido un partido redondo, puesto que el Atlético tiene los pies de barro en defensa, pero ha seguido compitiendo cuando otros habrían sacado la bandera blanca, pero la goleada azulgrana ha servido para readirmar las convicciones de un Barça que sube hasta la cuarta posición. De las palabras, a los hechos. De la sala de prensa al césped, donde se ganan los partidos.

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Xavi, quien ahora mira a la plantilla y tiene problemas para decidir quién jugará al tener excedente de futbolistas ofensivos, ha hecho feliz a Adama, el chico nacido en la Maternitat, a pocos metros del Camp Nou, dándole la titularidad el día de su regreso. Y Adama le ha demostrado a un Dembélé que no se ha escapado de la pitada a pesar de ser suplente cómo tendría que jugar un extremo, con un primer tiempo casi redondo, donde solo ha fallado el error defensivo del 0-1. Luis Suárez, que conoce a la perfección a Jordi Alba, ha expuesto las carencias defensivas del lateral ganándole la espalda, ofreciendo a Carrasco la pelota del 0-1. Alba sin embargo, se ha redimido con una volea preciosa. Hombre temperamental, el lateral ha desafiado a los forofos que le silban celebrando el gol, en lugar de pensar en positivo. Una pequeña herida en un día festivo, puesto que Adama ha tardado poco en ofrecer a Gavi la pelota del 2-1. El centrocampista andaluz, todo corazón, se ha elevado más que rivales que le sacan medio palmo. Y Araújo, más listo que una defensa visitante perdida, se encargaba de sentenciar en un primer tiempo donde los goles no los hacían delanteros, pero donde el trabajo de Ferran Torres era clave para generar los espacios.

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Ha sido el juego el que ha liberado al Barça. Con Busquets omnipresente y Frenkie de Jong redimido haciendo una gran actuación, por fin se ha reconocido al mirarse al espejo. Ha sentido que se acerca a aquello que quiere ser en breve. Y Alves parecía poner la guinda con su primer gol con el Barça desde un lejano diciembre del 2015. Pero el brasileño, como los actores de la vieja Grecia, lleva dos máscaras. Una que ríe y una mueca enfadada, aquella que ha mostrado al ser expulsado por una dura entrada a Carrasco cuando el Atlético había conseguido hacer el 4-2 gracias un cabezazo de Suárez, quien el día del regreso se ha encargado de recordar que en defensa, el Barça de Xavi todavía tendría que mejorar. En cinco minutos, la fiesta se ha estropeado. El Atlético se ha convertido en aquel invitado que incordia demasiado, Alves en el amigo que no sabe comportarse y pierde los papeles y Gil Manzano en el vecino que llama a la puerta reclamando silencio cuando mejor te lo estás pasando.

Hasta el final ha tocado aguantar, pues el tercer gol colchonero habría acabado de llevar el partido al terreno donde Simeone es el rey. Con Aubameyang sin mucho tiempo para demostrar mucha cosa, el partido ha acabado con tensión, tarjetas y peleas. Como los Barça-Atlético de toda la vida. Este no era un partido cualquiera. Y el Barça lo ha convertido en una declaración de intenciones, jugando como los ángeles cuando tocaba y defendiendo muy fuerte cuando el viento soplaba en contra.