Fútbol

La catarsis de Goku Román: "Me comí un pedazo de césped y sabía felicidad"

El centrocampista reusense se reencuentra con la ilusión por el fútbol en un club histórico polaco

Arnau Segura
y Arnau Segura

Torelló"Cuando acabó la final cogí un pedazo de césped y me lo comí. Tenía sabor a felicidad", dice Goku Román (Reus, 1993) volviendo al día de principios de mes en que se coronó campeón de la copa polaca con el Wisla Cracovia, uno de los grandes del país. No fue un título más para el club: porque acabó con una sequía de 13 años y, sobre todo, porque el Wisla juega en la categoría de plata desde el 2022, condicionado por problemas económicos que hoy siguen sufriéndose. Es elSpanish Wisla: son nueve jugadores españoles más el entrenador y el director deportivo, los también catalanes Albert Rudé y Kiko Ramírez. Román llegó a Cracovia el pasado verano. Es la penúltima chincheta en su particular mapamundi.

Se crió en el Espanyol, fue internacional sub-16, pasó por la cantera del Manchester City y vivió un partido de la Europa League sentado junto a Edin Dzeko, Samir Nasri y David Silva. También jugó 70 partidos con el Barça B en Segunda y tres con el Villarreal en Primera. No ha olvidado su debut, en el Bernabéu. Aún guarda la camiseta de ese día. Y en el 2015 fichó por el Sporting de Braga portugués. Tenía sólo 22 años y empezó a vivir la cara amarga del fútbol por culpa de una lesión en el tobillo.

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En 2016 ya fue hacia Polonia. "Cuando eres joven tienes la idea de que el fútbol sólo existe en España, Inglaterra y lugares así y quizás sí pasas un poco de luto. El luto de decirte: «He estado allí y ahora estoy aquí». Pero al final siempre se imponía la satisfacción de seguir siendo profesional: «Sigo viviendo de eso. Sigo haciendo lo que más me gusta. Sigo siendo un privilegiado», reivindica Román. Sin embargo, reconoce que lo pasó bastante mal. La lesión en el tobillo, una cruz, no se curó bien y empezó a perseguirle.

Se cronificó. "Cuando estaba un poco mejor volví a doblegarlo y se acabó de romper", escupe Román. Habla con rabia de médicos y clubs.

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En el 2018 se marchó a Chipre: "Llegué allí jodido física y mentalmente. No tengo ningún problema en decir que allí pasé lo que hoy veo como una depresión, sí. Viví un momento de inflexión. De cuestionarlo y de pensarme muchas cosas. feliz, el fútbol me hacía sufrir". Repite, tres veces seguidos, que fueron tiempos complicados.

"Fue un momento muy bajo, en mi carrera y en mi vida", reconoce. Se planteó dejar el fútbol, ​​pero dice que "rebotó" hacia arriba gracias a familia y amigos.

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En 2020 fue noticia porque se cambió el nombre. Juan por Goku. Respira y continúa: "Lo hice para dejar atrás patrones negativos, cosas internas de mi vida personal que me hacían tener ciertos bloqueos y quería cambiar. Era una forma de empezar de cero, decidiendo yo y tomando el control de mi vida, de mi camino. Es un nombre que significa que más allá de todos los obstáculos siempre puedes salir adelante y utilizar los obstáculos para ser mejor y más fuerte”, remarca.

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En Polonia ha encontrado un fútbol que cada día habla más castellano y catalán, pareja y estabilidad, "una segunda casa". "La felicidad", suspira. "Aquí he vuelto a disfrutar", admite Román. Argumenta que el Wisla es "un histórico" y que "cuando entras en el campo notas algo especial". "Es un pase. La atmósfera de los partidos es de Champions. Te sientes un futbolista profesional top", remacha. El Barça de Pep Guardiola encajó su primera derrota en ese estadio (2009), en un duelo baladí de la previa de la Liga de Campeones.

El título de la copa llegó de manera épica. rival marcó en el minuto 75, pero el Wisla forzó la prórroga en el 99 y obtuvo el 2-1 final en el tiempo extra. "Es increíble", afirma radiante. Por un camino más largo, sí, pero he vuelto a Europa. Al final esto se trata de no dejar de insistir, de luchar y de darlo todo por un sueño, y también de disfrutar", reivindica. Este fin de semana deben ganar para optar al play-off y al ascenso, el objetivo prioritario para el club.

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Román custodia la medalla de campeón como un tesoro. Y asegura: "Cuando silbó el árbitro no sabía ni qué oír. Lloré y reí. En el mundo del fútbol uno tiene más días jodidos que bonitos, así que deben disfrutarse cuando llegan. Lo he pasado mal, pero siento que todos los momentos jodidos han merecido la pena por un día así".