Cristhian Stuani relaja el corazón de un Girona que, por fin, vuelve a ganar

GIRONAPortu acabó con bolsas de hielo en los muslos. De pie, desde el banquillo. A su lado, Stuani. Emociona ver su amor por un Girona que, al fin, tres meses después, volvió a ganar al Mallorca (1-0). El paso hacia la salvación es gigante: tiene un margen de seis puntos y quedan doce en juego.

Lejos de grandes ceremonias, Montilivi no hizo nada especial. No hubo recibimiento, ni siquiera una digna entrada, injustificable pese a la lluvia previa. La noche en la que se jugaba parte de sus opciones de permanencia, el Girona no atrajo a 8.000 espectadores. Un mal síntoma y que deja deberes para el futuro. La autocrítica no sólo debe ser deportiva, en verano, también tendrá que ser social. Hace justo un año superaba a los 14.000 asistentes, que challaron duro en la victoria 4-2 ante el Barça que aseguraba la clasificación para la Champions.

A cantar y bailar se apunta todo el mundo, pero a sufrir, ya no tanto. Es ley de vida, aunque no sea lo ideal. Esto también ocurre dentro del vestuario, porque algunas prendas han quedado definitivamente señaladas comprobado el rendimiento de Portu y Stuani. La entrega de los viejos rockeros rojiblancos es inigualable. Y es en situaciones como la actual que se demuestra, y no en los excesos de irrealidades que sólo se viven una vez en la vida.

La exhibición de Portu fue descomunal. Se fabricó jugadas que no existían, y consolidó la estima de un público que tan sólo quiere ver cómo sus futbolistas se esfuerzan. El olfato de Stuani tampoco se queda atrás. Siempre atento, el uruguayo. Siempre bien posicionado, listo para hacer lo que tanto le gusta. Juntos fueron los agitadores del mejor Gerona que se ha visto en meses. El tercer nombre propio fue el de Yangel Herrera.

Se vio a un Girona muy práctico, en busca del triunfo. Sin estética, pero con pasión. Y eso era suficiente, de hecho. Diez minutos tardó en cosechar los frutos: Yangel Herrera descargó un balón hacia Portu, el murciano esprintó por la línea de fondo, puso el balón en el interior del área y, tras un pequeño lío entre Blind e Iván Martín, Stuani lo aseó al fondo de la red. El punta gerundense, que se arrodilló en el césped, mirando hacia el cielo con una carcajada, ha marcado cinco de los últimos siete goles del equipo. No habrá ninguna como él.

Fue una lástima que los de Míchel no sentenciaran, aprovechando la inercia. Greif fue el héroe visitante, con paros de mérito en Portu, Yangel y Tsygankov, ya en la segunda parte. El Mallorca apenas se estiró hacia arriba. Destacó una acción de Darder que posibilitó el lucimiento de Gazzaniga, que dejó la portería a cero por primera vez en la segunda vuelta. Con el 1-0, la incertidumbre era máxima: la oportunidad para alcanzar media permanencia no podía desperdiciarse. Portu tuvo una nueva ocasión, con demasiado tiempo para pensar, pero el guardameta eslovaco le aplastó los planes. Montilivi respondió fantásticamente, coreando su nombre. Cuando fue sustituido, la ovación fue de época. Como la de Stuani, claro.

Drama final

Luego fue el turno de Blind, descolgado como extremo en ausencia del lesionado Miguel. El estadio empujaba, despierto, consciente de que esos minutos significaban un montón de cosas. Todos los jugadores se esforzaban, sin excepción. Míchel no hizo cambios hasta pasado el minuto 80, con el nefasto record de Leganés en la memoria. Los instantes finales fueron dramáticos, con un posible penalti de Krejci que no se pitó y heló el ambiente. Lo fuera o no, la victoria es un tesoro para la permanencia del Girona en Primera.