Un 'hat trick' de Gazzaniga y la leyenda Stuani arruinan el show arbitral en Montilivi

GIRONAQuien quisiera ser cualquier otro pudiendo ser Paulo Gazzaniga. Hay que tener una personalidad muy fuerte para levantarse de un golpe como el encajado en París, en el que se comió el gol en su estreno en la Champions del Girona. Gazzaniga fue señalado y algunos se atrevieron a pedir que era el momento de poner a Pau López. Pero el argentino ha callado bocas parando cuatro penaltis en pocos días: uno ante el Feyenoord el miércoles y tres hoy, en la victoria ante el Athletic (2-1).

Tres puntos que han arruinado la actuación de Pulido Santana y Del Cerro Grande, dos viejos conocidos de Montilivi que, quién sabe si para compensar o porque no saben más –nos decantamos por esta opción–, han acabado silbando un penalti a favor que ha transformado a Stuani en último segundo. Al uruguayo tampoco hace falta que le hablen de personalidad fuerte: él, que lo ha superado todo y más, sigue siendo una leyenda.

Empecemos por el principio: es poco habitual ver cómo un futbolista le pide a su entrenador que se calle un poco. Por eso, cuando David López, al cuarto de hora de partido, hizo un gesto a Míchel con los brazos para decirle que se calmara, la tribuna del estadio quedó sorprendida. No ha sido desconsiderado con su actitud, porque sino lo que es una anécdota se habría hecho viral como Samu Saiz en su día. Simplemente estaba harto de oír al madrileño, muy intenso; y más que lo estará si la dinámica colectiva no se revierte en breve. El resultado lo va a tapar, pero el juego no es bueno.

Ha llegado un punto, además, que como Míchel les exige que repitan la salida de balón, con independencia de si les es adecuado o no, parece que lo hagan a regañadientes y con una incomodidad que les perjudica más que no no les beneficia. En lugar de ser prácticos, se complican la vida. Montilivi ya se ha dado cuenta e incluso ha respondido con silbidos en ciertas situaciones en las que se veía de una hora lejos que la solución escogida no era la más idónea.

Danjuma y el arbitraje

Y en ataque, sigue sin funcionar. El burro de los golpes es Danjuma, que a menudo no interpreta bien el juego y tampoco desequilibra. El Girona, que se ha adelantado gracias a que Miguel ha despistado a Padilla en un centro de Asprilla que se ha colado sin obstáculos en el fondo de la red, también ha repetido los defectos en cuanto a la falta de concentración: en dos minutos Sancet ha marcado el gol del empate.

En medio, Gazzaniga ha parado el primero del triplete de penaltis desviados, producto de la actuación de Pulido Santana, un colegiado con antecedentes polémicos y desfavorables en el Girona, y Del Cerro Grande, su compañero de VAR que en Girona tampoco es bien recibido. El argentino ha desviado los disparos de Berenguer, Iñaki Williams y Ander Herrera. El de Williams, una acción bastante discutible porque venía de una mano previa de Unai Gómez, le ha hecho repetir incomprensiblemente ante el griterío de Montilivi, que ha terminado más excitado que Míchel, que ya es decir, y cantándole " penal, penal" en cada choque.

Las plegarias se han oído con el gol de Stuani, desde los once metros, en la última jugada. Un desenlace increíble, con su puntito de suerte, que también se agradece que de vez en cuando mire al Girona. Pero la sangre fría del uruguayo se agradece aún más, y los gerundenses se plantan en el paro rompiendo una dinámica de seis partidos sin ganar y con doce puntos en el bolsillo.