Ni la leyenda Stuani evita que el Girona se envuelva contra el Oviedo

GeronaEra un día señalado en rojo. No podía fallarse. Y el Girona lo ha hecho, aunque ha rozado una remontada mágica. Los de Míchel han malgastado casi una hora de partido, aprovechada por un rival directo por la permanencia, el Oviedo, para construir una ventaja que parecía definitiva. Con el 0-2, sin embargo, un doblete de Stuani y un golazo de Ounahi han colocado el 3-2. Cuando Montilivi bailaba, en la última jugada, en el minuto 97, ha empatado David Carmo. Es la segunda jornada consecutiva en la que los gerundenses pierden puntos en el tiempo añadido, cinco en total, tras el gol de Araujo en el derbi catalán de la semana pasada.

Al límite del descanso, tras una primera parte en la que el Girona ha dimitido, Alejandro Muñiz se ha puesto la mano en el auricular. Allí se ha intuido en serio la derrota rojiblanca, que ni contemplaba ganar al Oviedo. El árbitro de campo fue avisado por Jorge Figueroa, presente en el VAR, y que no perdonó unas manos de Àlex Moreno en el interior del área que Muñiz no vio. Ya habían pasado bastantes segundos de una acción que ha vuelto a hacer perder la paciencia de Montilivi, decepcionado por la nula creatividad de un equipo que en las últimas semanas ha dado muchos pasos adelante, pero hoy ha dado atrás. Viñas no se puso nervioso, y los asturianos se colocaron allí donde querían.

Ni el panorama desolador ha provocado que Míchel agitara nada al descanso del once titular, en el que tan sólo Joel Roca, que ha estado a punto de abrir el marcador, ha intentado romper con la parsimonia existente. Lo ha evitado Aarón Escandell, el guardameta sensación de la Liga. Miraras donde miraras, no existía la sensación de que el Girona deseara salir del descenso. Quedaba claro que, sin cambios, la cosa seguiría igual. Y ha ido a peor: Rondón, a la salida de un saque de esquina, ha hecho el 0-2 de cabeza.

Uruguayo eterno

Entonces sí, el técnico de Vallecas, que volverá a ponerse en problemas en breve si no logra estabilizar el juego del equipo, ha sacudido las piezas. El agitador ha sido, a sus 39 años, Cristhian Stuani, que en pocos minutos ha obligado a Escandell a escupir un balón de la línea, ha provocado un penalti –también señalado por el VAR al cabo de un rato–, lo ha marcado y ha visto una tarjeta amarilla para comerse un contrario. El uruguayo ha encendido a Montilivi, que ha abucheado a algunos jugadores, los ha pitado y de repente se ha animado para ver si rascar un punto era posible. Lo ha hecho, pero no ha sabido.

Después ha entrado Portu, ha forzado un fuera de banda a los pocos segundos de entrar sobre el césped, se ha colocado junto a Stuani, el infatigable compañero de aventuras, ya remar. A los jugadores del Oviedo les han empezado a venir calambres. Alejandro Muñiz, que ya tenía al público en contra desde el penalti de la primera parte, ha visto cómo todavía se giraba más por un criterio que no ha sido igual, por unos y otros. Los asturianos fueron muy inocentes en algún contragolpe en el que pudieron sentenciar y los gerundenses, con el agua en el cuello, no sabían si cargarse de paciencia y elaborar jugadas con sentido o dejarse llevar por la rabia e ir con la camisa descubierta.

Han optado por la segunda vía, y Ounahi, con un espectacular disparo desde la frontal, ha empatado. El Girona no se escondió y fue en busca del tercer gol. Lo ha encontrado con un penalti forzado por el marroquí y transformado por Stuani, que les sacaba provisionalmente de la zona de descenso. En época de San Narciso, San Stuani emergía. Hasta que David Carmo, en el minuto 97, ha cazado una bola muerta para hacer estéril el arrebato de los locales, que si hubieran aprovechado la primera hora de partido, quizás no se lamentarían por el doloroso desenlace.