Primera División

Rituales a la desesperada por evitar la tragedia de Míchel en el Girona

La plantilla y los trabajadores del club se unen en torno al entrenador, que pide más tiempo sin saber si tendrá

Gerona"Hay que reunirse. Es urgente". Este correo, enviado de forma interna entre algunos trabajadores del Girona la semana pasada, provocó correderas en Montilivi. Y no hay por menos, teniendo en cuenta la situación del primer equipo en la Liga, colista e incapaz de ganar en ninguna de las siete primeras jornadas. Tan sólo ha arañado tres empates, los dos últimos de forma consecutiva. La primera consecuencia es que el futuro de Míchel no está claro. De hecho, hace días que no lo es. La imagen ante el Athletic y el Espanyol le ha dado algo de oxígeno, pero un batacazo este sábado ante el Valencia (16.15 horas, DAZN) puede dejarle sin trabajo. De ahí las prisas del e-mail.

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Nadie sabe devenir, del triste rumbo que ha cogido un equipo que volaba. Los primeros a los que ha cogido desprevenidos son los propios trabajadores del club, que le tienen una estima especial al técnico madrileño, siempre tan cercano. Si Míchel cae, Montilivi vivirá lo más parecido a una tragedia. La poción secreta para la reacción es un misterio, lo que ha hecho que se recurra a rituales a la desesperada que en otras épocas han funcionado. El gabinete de crisis entre los empleados acabó con un tour en secreto por los pasillos y vestuarios justo antes del derbi en el que quemaron palo santo, tal y como hacía Taty Castellanos antes de ponerse las botas, para expulsar a los malos espíritus. Era un secreto, pero los propios trabajadores también lo hicieron contra el Mallorca, el pasado mes de mayo, en plena lucha por la permanencia. Esa noche, no todo fue el esfuerzo de Portu y Stuani. Ellos creen que pusieron su granito de arena y querían repetir. Pero no salió como esperaban.

Han pasado casi 150 días desde la última victoria gerundense, toda una eternidad. La paciencia termina, pero la imaginación no. Incluso el propio Míchel, que se ha pasado en los últimos meses gesticulando, renegando e hiperactivo en la banda, ha decidido cambiar de estrategia en cuanto a su comportamiento. "Mi exigencia ya no irá acompañada de una crítica, sino de un abrazo. Si cada día, en cada entrenamiento, les estoy jodiendo caña, será peor. Ahora los jugadores necesitan sentir calor, porque todos sufrimos". La última frase del técnico rojiblanco en la rueda de prensa del partido contra el Espanyol fue "pido tiempo". Acto seguido, intentó poner humor a una situación que nada tiene de graciosa, y lanzó una pregunta al aire que él mismo se encargó de responder. "¿Me lo darán? Quizás no, eh". Después hizo una mueca, se levantó y se marchó, siguiendo el camino abierto por el jefe de comunicación, David Torras.

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La realidad es que Míchel se la volverá a jugar contra el Valencia: en caso de un mal resultado, la carpeta de su futuro se pondrá encima de la mesa, aprovechando que el calendario da un respiro en forma de paro de selecciones. En cualquier otro club y con cualquier otro entrenador, aguantar una dinámica como la actual, en la que se han sumado 16 de los últimos 78 puntos posibles, habría sido impensable.

Perderse un parto y un abucheo

La plantilla, especialmente los pesos pesados, también cierran filas en torno al entrenador, en una mezcla de compromiso y agradecimiento por todo lo que han vivido juntos. Gazzaniga viajó a Vigo, aunque su pareja estaba pendiente de tener al pequeño Enzo, que nació mientras su padre desviaba balones al césped de Balaídos.

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En la derrota contra el Levante, después de que solo nueve jugadores dieron la vuelta de honor para corresponder a los aficionados que habían aguantado un 0-4, una voz autorizada del vestuario clavó un abucheo de las gordas al resto, recordándoles que aquello era un equipo y que no podía ser que cada uno. En momentos como el actual, es necesario estar juntos.

Por si acaso, a los trabajadores todavía les queda un recurso de urgencia: en el único play-off en la que el Girona subió a Primera, pusieron ajos detrás de las porterías. Todo sea por la supervivencia de Míchel.

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