Stuani salva al Girona dos veces en una semana

Gerona"Nunca me había aburrido tanto como ahora", decían algunos aficionados del Girona después de una primera mitad soporífera. Míchel se ha enrocado, intentando hacer funcionar a un equipo que no funciona. Contra el Valencia, nuevamente utilizó a Bojan Miovski en la punta de ataque. Ver al macedonio haciendo movimientos que no se acaban de comprender comienza a desesperar. Cierto es que tampoco hay mucho donde elegir, pero es preocupante que el técnico de Vallecas no interprete correctamente lo que le está pasando. El silbido a Miovski fue sonado. En un minuto en el campo, Stuani ya había generado mayor peligro. En cinco ya había marcado. Por segunda vez esta semana, el 7 salvó un punto, neutralizando el tanto inicial de Diego López (1-1). El descenso sigue a siete puntos.

Aunque las sensaciones siguen siendo malas y los gerundenses no suman de tres en tres, el empate permite tener ciertos argumentos para confiar en que el barco no se hundirá, dejando cadáveres a su alrededor. Porque éste es el gran quebradero de cabeza de los últimos dos meses, en el que poco a poco los síntomas han encendido todas las alarmas. Incluso a los asustados se les ha escapado el nombre de Eusebio Sacristán más de una vez, recordando la temporada en la que el Girona parecía salvado y, de repente, derrota a derrota, regresó a Segunda. Ese año la cruz fue no sumar nada. Esta vez esto no está ocurriendo, y en las últimas tres jornadas el equipo ha encadenado tres empates. El objetivo de mínimos lo está cumpliendo.

El de máximos, que exige practicar un fútbol acorde con lo realizado en la etapa entera del madrileño en el banquillo, hace días que parece imposible. Sin embargo, llegados al mes de marzo sólo importan los resultados. El equipo está sufriendo las consecuencias de una planificación en la que las apuestas no han salido como esperaban, y el cansancio por la exigencia, mental y física, de haber competido en tres competiciones al mismo tiempo. Por eso, la prioridad es lograr la salvación. Al precio que sea. Si está jugando mal, que así sea. Cualquier otro destino final haría un daño irreparable.

Antes de los goles que se vivieron en el estadio, los porteros fueron los protagonistas. Gazzaniga y Mamardashvili hicieron grandes paradas: el argentino en Sadiq y el georgiano en Arnau, desviando lo suficiente para que el balón impactara en la madera. El partido ya iba 0-1, por un gol de Diego López antes de que Míchel recapacitara, sentara a Miovski y llamara a Stuani. El uruguayo salvó el segundo punto en seis días, tras lograr el empate en Cornellà. Hará milagros toda su vida.