El primero gran reto de Mateu Alemany en el Barça

Philippe Coutinho, que ha perdido todas las comparaciones desde que llegó al Camp Nou, también continúa perdiendo valor

BarcelonaA la espera de que se resuelva la Liga –quedan diez jornadas– y se juegue la final de la Copa del Rey, los nuevos gestores del Barça empiezan a sacar conclusiones con lo que han visto esta temporada, escuchando a Ronald Koeman y a Ramon Planes, sin perder de vista la situación económica del club y con la incógnita sobre el futuro de Leo Messi todavía por cerrarse. Mateu Alemany, el nuevo hombre fuerte deportivo azulgrana, todavía no ha tomado oficialmente posesión del cargo, a pesar de que ya hace días que trabaja en Sant Joan Despí para preparar el proyecto de cara a la próxima campaña. Ya conoce en qué punto están las conversaciones para fichar gratis a Eric García, que a pesar de ser suplente en el Manchester City mantiene las opciones de ir a la Eurocopa. También sabe que Koeman es partidario de reclutar a Wijnaldum y Depay, que igualmente acaban contrato el 30 de junio. Y le consta, como bien ha repetido Joan Laporta desde hace meses, que Messi acabará de decidir si acepta renovar en función del talento que detecte a su alrededor.

Alemany tiene el encargo de mejorar la plantilla, pero también de hacerla más sostenible teniendo en cuenta el delicado contexto financiero que sufre la entidad. Todo ello sin descartar todavía la posibilidad de incorporar a un jugador de primer nivel como Erling Braut Haaland, que pedirá una inversión mínima de 100 millones de euros. En el despacho del nuevo director de fútbol del Barça se hablará del delantero noruego y de otros futbolistas que podrían encajar en el ecosistema culé. Pero antes de cualquier movimiento que implique un gasto en concepto de traspaso, y en consonancia con las estrecheces que hay en la caja, hay dos prioridades que se imponen por encima del resto: liberar masa salarial y, si puede ser, conseguir alguna venta que permita financiar caras nuevas.

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De todos los jugadores que podrían cumplir uno de los dos objetivos, hay uno que supone un reto incluso para gestores tan experimentados como Alemany. Es Philippe Coutinho, el fichaje más caro de la historia del Barça. Un jugador que no ha ganado ninguna comparación desde que aterrizó en el Camp Nou y que ahora, encima, ha recaído de la rotura de menisco que sufrió en diciembre. Fuentes médicas aseguran al ARA que es muy complicado que vuelva a jugar antes de que acabe la temporada.

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Repescado del Bayern Munich justo después del 2-8, el mediapunta carioca no ha tenido suerte con las lesiones, pero antes de entrar en la enfermería tampoco había acumulado suficientes méritos que justificaran su salario de estrella –23 millones sucios por temporada– en tiempo de vacas flacas. Koeman se lo quedó porque el Barça no tenía dinero para hacer incorporaciones y porque ningún equipo puso los 60 millones que Bartomeu habría aceptado para traspasarlo sin causar pérdidas contables. Un año después, y con 48 kilos todavía para amortizar, Alemany y compañía ya no esperan que venga ningún posible comprador a buscar a un futbolista devaluado por bajo rendimiento y dudas sobre su estado físico. De hecho, el portal especializado Transfermarkt lo valora actualmente en 40 millones, ocho menos de los que el Barça tendría que cobrar de un hipotético traspaso para no perder dinero.

Ante este panorama, los esfuerzos del club con Coutinho son, por un lado, para repararle la rodilla de la mejor manera y, del otro, para encontrarle una cesión que sirva para no tener que pagar su salario y para driblar la variable de 20 millones que el Liverpool tendría que cobrar si el jugador cumple 100 partidos de azulgrana –lleva 90–. La primera premisa podría implicar un nuevo paso por el quirófano. Y la segunda, siempre que la recuperación vaya por buen camino, reclamará paciencia e imaginación. No sobrarán precisamente candidatos dispuestos a pagar la ficha millonaria del brasileño.

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Negociar una liquidación con Umtiti

El callejón sin salida de la amortización pendiente y la ficha elevada vale también para Miralem Pjanic, otro de los lujos que el Barça valora quitarse de encima para tener más margen de maniobra en el próximo mercado. El bosnio, irrelevante con Koeman, tendría que salir traspasado por un mínimo de 45 millones para no generar pérdidas. Menos restricciones hay con Samuel Umtiti, que llegó al club hace cinco veranos y tiene los meses contados en el Camp Nou por su bajo rendimiento, por las irrupciones de Araújo y Mingueza y la más que probable llegada de Eric García. El problema con el marcador francés es que tiene contrato en vigor hasta el 2023. Aún así, los gestores azulgranas son moderadamente optimistas con las fórmulas que estudian para liquidar el acuerdo de la manera más satisfactoria.