Motor

"Me he roto todos los huesos, pero necesito seguir volando con la moto"

El gran campeón catalán Edgar Torronteras vuelve al Sant Jordi con el gran espectáculo de 'motocross freestyle' el próximo domingo

BarcelonaPocas personas conocen el Palau Sant Jordi de Barcelona como Edgar Torronteras (Cardedeu, 1980). En 1990, cuando hacía apenas unos meses que había abierto sus puertas el pabellón diseñado por el japonés Arata Isozaki, Torronteras participó en el concurso de saltos del primero Supercross & Freestyle de motociclismo de Barcelona. Tenía 10 años y ganó. Por primera vez, ese día las espectaculares motos animaron a miles de personas con sus acrobacias. El próximo 23 de noviembre a las 6 de la tarde, después de cinco años de ausencia vuelve elUniversae Soloflow Freestyle de Barcelona en el Palau Sant Jordi. Y como no podía ser de otra manera, Torronteras estará ahí, participando y dirigiéndolo.

El piloto catalán camina por la barriga del Sant Jordi con seguridad. Conoce cada sala, cada rincón. Conoce su sonoridad, sus accesos y sus trabajadores. "Esto es casa. Y es la cuna de la nuestra freestyle" explica al ARA un hombre que vendría a ser el gran impulsor a escala mundial del freestyle, una modalidad consistente en realizar todo tipo de acrobacias al aire mientras se salta con una motocicleta de motocross. A sus 44 años ya hace todos los papeles del auca. No sólo participa en el concurso: también hace de presentador, animador y organizador. "Poder estar aquí es... ¿cómo decírtelo? Es que yo no me había imaginado que después de una carrera deportiva como la mía, podría hacer de promotor de uno de los mejores shows que hay en el actualidad en Europa. Y hacerlo en casa", explica. "Miro el pasado y me emociono. Aquel 1990 vino el mítico Ricky Johnson, de California, que era el gran nombre del momento del supercross. Y yo ya estaba dando saltos. Johnson me subió a los hombros cuando gané, fue muy emocionante. Desde entonces, si me he perdido la cita del Sant Jordi ha sido por lesión. Este pabellón es la Catedral del supercross. Un sitio que cuenta mi vida. La cita del Sant Jordi, junto con aquella de París-Bercy, es la más especial" razona. En el espectáculo del próximo domingo habrá grandes nombres como David Rinaldo, dos veces campeón de los X-Games, el cinco veces campeón del mundo de FMX Maikel Melero, el francés Brice Izzo o el italiano Leo Fini, asegurando los saltos más espectaculares del momento.

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Torronteras se ha convertido en una leyenda del motor, con actuaciones y logros en los cinco continentes. Un camino que empezó cuando su padre vio que con apenas tres años, el pequeño Edgar tenía un gran sentido del equilibrio. "Me llevó a casa del padre de Javier Garcia Vico, el gran campeón de supercross, en Badalona. Y con tres años ya me hicieron probar una pequeña moto. Ni tocaba el suelo, podríamos decir. Y con ocho años ya fui campeón de España" explica. El padre se emocionaba, pero la madre también. De hecho, su suerte cambió cuando participó en el supercross de París y se lesionó el piloto estadounidense Mike Metzger, que debía dar un espectáculo de saltos. Torronteras sólo estaba en París para competir en supercross, modalidad consistente en dar vueltas con una moto de cross en un circuito cubierto construido para la ocasión, pero cuando los organizadores preguntaron si alguien quería encargarse del espectáculo de saltos, fue su madre quien levantó la mano. "¡Mi hijo, mi hijo! Iba diciendo. Y yo ya sabía dar saltos. Me hicieron actuar, pasear a una chica con la moto y quedaron impresionados con lo que sabía hacer. Fue como actuar en Disney y empezaron a llegar ofertas para ir a Las Vegas o donde estuviera. A raíz de ahí se creó una disciplina después de todos los cursos de supercross: el concurso de saltos".

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Sería él quien iría dando forma a los concursos de saltos, con una gran acogida en Estados Unidos y Francia, por ejemplo. Un camino que le fue alejando un poco del Supercross, donde había ganado los campeonatos estatales muchas veces, para centrarse en esta nueva modalidad con la que sería campeón de los prestigiosos X-Games en Estados Unidos. Un largo camino lleno de éxitos, pero también de dolorosas caídas. "El miedo siempre está ahí. Es bueno tener un poco, para saber tus límites. Yo me he roto todos los huesos, creo, pero me gusta demasiado. Necesito volar con mi moto, es una pasión" razona un piloto que ha sufrido graves caídas, como una en el 2016 en el pabellón de Llinars: "me reventé los tobillos, perdí un testículo y acabé casi todo un año en la cama. Y al volver al cabo de un año me rompí el fémur" recuerda. Sería el momento en el que abandonaría la competición para centrarse sólo en los saltos y organizar eventos.

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Ahora que también es organizador, Torronteras tiene claro qué ofrecer. "No es sólo una competición. Es un espectáculo con fuegos artificiales, con música y luces, con saltos coordinados... la gente queda entusiasmada, no entienden lo que está pasando ante sí" explica. "Yo soy muy maníaco y perfeccionista. Así que voy marcando el tempo del espectáculo, coordinándolo todo con un walkie. Y de repente, me dicen que en tres minutos me toca saltar a mí. Me pongo el casco, salgo y vuelvo con el walkie para controlar todos los detalles". Quiere que la gente se lo pase tan bien como él cuando salta. "Es una sensación magnífica", concluye.