Las primeras olas olímpicas, en la costa japonesa
El surf nació como ritual y, después de dar muchas vueltas, se estrena como deporte olímpico
BarcelonaEl domingo 25 de julio arrancan cuatro días intensos para los seguidores del surf, en una oportunidad excelente para todos los que no siguen este deporte de disfrutar del espectáculo sobre las olas. El surf debuta como deporte olímpico en Tokio después de ser una de las disciplinas propuestas por los anfitriones. Con casi 7.000 islas, Japón está obligado a tener buenas olas y es un lugar ideal para el estreno olímpico de este deporte nacido en Polinesia, en el mismo océano Pacífico que baña la costa nipona.
Mucho más que un deporte
Mientras el surf actual se puede encontrar en cualquier lugar donde haya olas, surfear no ha sido siempre una actividad deportiva o de entretenimiento. El surf tenía una importancia religiosa en la cultura de Polinesia, era un auténtico modelo de vida. Los guerreros samoanos lo utilizaban como un entrenamiento para la batalla y algunas leyendas relatan que el jefe de tribu en Polinesia era escogido por sus habilidades sobre una tabla.
Las pruebas más antiguas del surf se sitúan hacia el siglo doce en Polinesia, donde se encontraron pinturas de versiones antiguas de humanos montando olas. Junto con otros aspectos de su cultura, los polinesios trajeron el surf a Hawai, donde se convirtió en un entretenimiento muy popular.
Uno de los primeros y más conocidos escritos sobre el surf es el diario del capitán James Cook, que vio surfistas tahitianos en 1778. Este explorador inglés y su tripulación quedaron totalmente impactados cuando vieron a hombres deslizar sobre las olas. Hacia el siglo diecinueve, el turismo se empezó a desarrollar y el surf vivió una crecida importante. El año 1890 nació en Honolulú el primer surfista olímpico, Duke Kahanamoku, medalla de oro en la prueba de natación de los 100 metros libres en los Juegos de Estocolmo en 1912. The Duke es considerado el padre del surf moderno. Desde California hasta Australia, viajó por el mundo exportando sus trucos para deslizar sobre el mar.
Alrededor de 1960 el surf se convirtió en deporte profesional, y durante esta década, gracias al interés de los medios, su popularidad no paró de crecer. Desde entonces se ha convertido en una disciplina conocida en todo el mundo y practicada cada vez en más playas, hasta el punto de llegar a la costa de los Juegos de Tokio 2020.
Las olas olímpicas
Como en todo nuevo deporte olímpico, el surf se ha adaptado al formato de los Juegos. Durante los primeros tres días tendrán lugar las rondas eliminatorias, tanto en el cuadro masculino como el femenino. El cuarto día está reservado a la resolución de las medallas. Esta disciplina cuenta con una peculiaridad, y es que pueden haber cambios en las fechas, por el hecho que es un deporte que depende totalmente de un elemento incontrolable: el mar. En caso de que alguna ronda no se pueda celebrar el día que le toca, todo iría un día hacia atrás, teniendo como límite el 1 de agosto.
Al principio, veinte surfistas en categoría masculina y veinte más en la femenina buscarán las mejores olas en la playa de Tsurigasaki, en la costa de Chiba, a unos 100 kilómetros del estadio olímpico de Tokio. En la primera ronda, cuatro atletas estarán en el agua al mismo tiempo durante 30 minutos. Cada uno podrá montar hasta 25 olas, y las dos mejor puntuadas por el jurado serán las que contarán para la clasificación. La segunda ronda juntará cinco surfistas en cada tanda de 30 minutos compitiendo por las mejores olas, y a partir de la tercera ronda los enfrentamientos serán tabla a tabla, es decir, uno contra otro.
El jurado, siempre formado por cinco miembros, valorará especialmente el riesgo tomado por los surfistas. Cada ola es diferente, y cuanto más riesgo tome un atleta más buena puntuación recibirá. También será importante la originalidad en cada movimiento, así como la variedad del total de maniobras. La capacidad para encadenar cada truco con el siguiente también será muy bien valorada, así como el mantra del surf: la velocidad, la fuerza y el flow. Este último hace referencia precisamente a cómo el surfista encadena cada movimiento desde el principio hasta el final.
Los reyes del mar
Australianos y norteamericanos parten claramente como favoritos, siendo los brasileños la tercera potencia. Carisa Moore, de los Estados Unidos, tiene cuatro títulos mundiales, y todo apunta a que luchará por el oro femenino con la australiana Stephanie Gilmore, que tiene siete títulos mundiales. En el cuadro masculino, John John Florence, que ganó los títulos mundiales de manera consecutiva en 2016 y 2017, representa a los Estados Unidos, y sus grandes rivales son los brasileños Italo Ferreria y Gabriel Medina. Los dos son campeones del mundo en varias ocasiones.
El surf español se quedó definitivamente sin opciones de luchar por una medalla olímpica cuando Aritz Aranburu, nacido en Zarautz en 1985, fue eliminado en los ISA World Surfin Games del Salvador el mes de junio pasado.