RCD Espanyol

El Espanyol amnistía Braithwaite y vuelve a vestirse de lobo

Los blanquiazules asfixian al Elche con una presión muy intensa y vuelven a engancharse a las posiciones de ascenso directo

Español 2 / Elche 0

  • FICHA TÉCNICA DEL PARTIDO
  • Español: Pacheco; Omar (Óscar Gil, 83'), Calero, Cabrera, Brian Oliván; Jofre (Salvi, 69'), Gragera, Aguado, Expósito; Pere Milla (Balde, 83') y Braithwaite (Sergi Gómez, 89'). Entrenador: Luis Miguel Ramis
  • Elche: San Román; Josán, Mario Gaspar, Diego González, Clerc; Morente (Fidel, 84'), Febas, Guti (Blanco, 54'), Nico Fernández (Nico Castro, 64'); Óscar Plano (Garcés, 64') y Mourad (Adam, 84'). Entrenador: Sebastián Beccacece
  • Goles: 1-0 Braithwaite (16'), 2-0 Braithwaite (22')
  • Árbitro: Moreno Aragón (Comité Madrileño)
  • Tarjetas amarillas: Calero (4'), Cabrera (35'), Josan (63'), Gragera (63'), Clerc (72')
  • Tarjetas rojas: ninguna
  • Estadio: Stage Front Stadium, 19.617 espectadores

"El Espanyol es el rival a batir", recordaba esta semana José Gragera en una entrevista en el ARA. Y los blanquiazules demostraron por qué. El Elche pagó los platos rotos (2-0) de un Espanyol herido que volvió a enganchar a la grada mostrando una cara radicalmente distinta. La puesta en escena del primer partido de los blanquiazules en el Stage Front Stadium con Luis Miguel Ramis en el banquillo fue impecable: un equipo voraz y vertical, con jugadores que disputaban cualquier balón como si les fuera la vida, y que no permitieron que el Elche se encontrara cómodo en ningún momento.

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El Espanyol acudió a la guerra con auténticos soldados dispuestos a morir por sus compañeros. No hubo tregua por los alicantinos, que se encontraron con una versión sorprendentemente intensa de los locales. La sobreexcitación con la que salieron los blanquiazules se transformó en una presión asfixiante después de cada pérdida, casi siempre con más de un jugador persiguiendo un mismo balón. La consigna era clara: no dejar respirar a un Elche que quiso el balón, pero que no logró hacer daño a un Espanyol que neutralizó a su rival con recuperaciones en campo rival. No importaba el jugador ni la zona del campo: todo el equipo persiguió la pelota con el hambre de un lobo, y si se percibía la posibilidad de que el Elche pudiera generar un contragolpe, automáticamente cualquier jugador blanquiazul detenía con una falta. Cuando no se teme ir a las disputas es cuando se ganan más duelos.

El Espanyol no solo recuperó las buenas sensaciones que había mostrado a principios de curso, sino que mostró un punto de carácter que hará bien en mantener si quiere volver a imponerse a sus rivales. Los blanquiazules, eso sí, no solo tuvieron empuje sin balón. Con ella también pusieron intención, hasta el punto de que lograron transformar las dos primeras ocasiones que generaron, hecho casi inédito este curso.

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Braithwaite llega a los ocho goles

Si no añoró a Puado, lesionado, fue porque Braithwaite asumió galones y se puso al equipo en la espalda. Primero, cazó en el corazón del área un caramelo de Brian Oliván con la misma ilusión que un niño en la cabalgata de los Reyes. Después, controló una buena asistencia de Expósito y firmó el segundo con un disparo fuerte y alto. Ocho goles acumula ya el punta, al que el Espanyol y su afición han amnistiado de forma unánime. Se lo ha ganado a pulso un Braithwaite que se ha ganado el perdón por el acto de rebeldía que protagonizó en Marbella, y que quiere seguir haciendo méritos para volver con una selección, la de Dinamarca, que este jefe de semana certificó la clasificación matemática para la Eurocopa. Una cita que Braithwaite, más comprometido que nunca con el Espanyol, no quiere perderse.

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Los blanquiazules no aflojaron el pie del acelerador en el segundo tiempo. El Elche puso una marcha más y ganó metros, pero el Espanyol concedió poco y vivió un segundo tiempo bastante plácido. Admirable el despliegue de todas las prendas, incluso de los más finos estilistas, como Aguado. Los de Ramis hicieron el partido que tocaba, apretando en todo momento, marcando pronto y, sobre todo, no haciendo regalos que hicieran peligrar el resultado. Incluso Pacheco, que tuvo poco trabajo, estuvo atento para salvar en el 93' un peligroso remate de cabeza. Balde, que se topó con el palo, perdonó al tercero en una noche redonda en la que el Espanyol volvió a ilusionar a la afición y aprovechó los obstáculos de los rivales más directos para situarse en un punto de las posiciones de ascenso directo.