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"En el fútbol, un sueldo desorbitado puede subirte a la cabeza, pero no es mi caso"

Omar El Hilali repasa los orígenes de su familia, con quien sigue viviendo en Hospitalet, mientras saborea el debut en Primera

BarcelonaA mediados de la década de los 90, el padre de una familia de un pequeño pueblo de Marruecos cercano a Tánger cogió el visado y viajó solo a Catalunya para procurar una vida mejor a los suyos. Durante varios años tuvo que trabajar en el campo como temporero, sin papeles, en diferentes partes de España. Cuando pudo regularizar su situación y ahorrar dinero, le acompañaron la mujer y los hijos. Se instalaron en un piso en Santa Eulàlia, en Hospitalet de Llobregat, donde siguen viviendo con algunos de sus seis hijos. Uno de ellos es Omar El Hilali (2003) se hizo un hueco en el once del Espanyol la pasada temporada, en Segunda, y ha mantenido este estatus este año en Primera.

“No me esperaba consolidarme tan pronto entre los titulares; para mí ha sido una ilusión tremenda, estoy muy orgulloso y quiero aprovechar al máximo la oportunidad”, asegura en una conversación con el ARA horas antes de visitar este sábado al Santiago Bernabéu (21 h, Movistar LaLiga) , donde deberá frenar Mbappé, Vinicius Jr. o Bellingham. "Sabemos que tienen algunos de los mejores jugadores del mundo, pero tenemos un plan y saldremos con mucha ambición para hacer un gran partido", afirma. A sus 21 años, la llegada a la élite no le ha sacado los pies del suelo. A esto ayuda tener a su familia muy cerca. “Sigo viviendo en Hospitalet con los padres y los hermanos pequeños, porque los mayores ya se han ido de casa, aunque vivimos muy cerca y estamos todos muy unidos. Es cierto que el fútbol mueve mucho dinero y que un sueldo desorbitado puede subirte a la cabeza, pero no es mi caso. Los únicos caprichos que me he permitido son pagar viajes con mi familia; así los padres están contentos”, se sincera.

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De pequeño, Omar pasaba las tardes jugando al fútbol con los hermanos en plazas donde no siempre estaban permitidos los balones. “Buscábamos un sitio donde jugar; en las calles aprendí a ser más astuto y listo en el campo”, admite. Sus tres hermanos mayores tuvieron que dejar pronto sus estudios para trabajar y ayudar económicamente a la familia. La madre hacía de ama y cuidaba a los niños, mientras que el padre, que se dedicaba a la construcción, tuvo que renunciar al trabajo por problemas de salud.

“Gente como mis padres no se marchan de casa por gusto; se arriesgan a morir ya dejar atrás a familia y amigos. Si se marchan, es porque donde viven las cosas no funcionan y quieren una vida mejor”, dice el defensa, que pide empatía en una sociedad que tiende a ver con malos ojos a los migrantes procedentes de África. El futbolista, de hecho, ha apadrinado esta semana la Red Antirumores, impulsada por el Ayuntamiento de Hospitalet, que busca cortar manipulaciones que generan discursos de odio y que son la base de discriminaciones de todo tipo.

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A diferencia de Lamine Yamal, que optó por España, Omar no tuvo dudas y se decidió por los colores de Marruecos. “Cuando me llamaron, a los 15 años, para disputar un torneo importante en África, pensaba que era una broma. Los padres se volvieron locos; quería que se sintieran orgullosos. Me encanta viajar a menudo a Marruecos para desconectar. Tengo muchos amigos y recuerdos de veranos”, asegura con orgullo. Ya ha jugado cuatro compromisos con la selección sub-23 y sueña con poder disputar un Mundial con la absoluta. “Ojalá, pero lo primero es el club: hacer una buena temporada en el ámbito tanto individual como colectivo. Lo que venga será una recompensa”, precisa.

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Prefirió al Espanyol antes que al Barça oa la Premier

El Espanyol le incorporó con 13 años procedente del Santa Eulalia, al que había llegado procedente de Hospitalet Atlètic con uno de sus hermanos. “Tenía otras ofertas del Barça, la Damm, el Cornellà y otros clubs catalanes, pero sabía el club que era el Espanyol y su apuesta por la cantera. Mis padres me dijeron que es donde crecería más, y tenían razón”, reconoce. Los cantos de sirena se repitieron cuando dio el paso de cadete a juvenil. En ese caso, de un club gigante de la Premier League, el Manchester United. “Cuesta decir que no a clubs con ese poder, pero no pensaba en el dinero, sino en formarme en lo deportivo. Quería tener oportunidades; por eso renové con el Espanyol. Haré todo lo posible para quedarme aquí”, insiste.

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El paso por la cantera blanquiazul marcó significativamente a Omar, que considera el “trabajo y la disciplina” como los principales valores que aprendió en el fútbol formativo y en la residencia del club, la Escuela Túrbula. "Dan importancia a que los jugadores sean puntuales, estudien y coman bien", rememora. El defensa, que empezó jugando de extremo derecho y acabó reconvirtiéndose en central, interrumpió sus estudios tras terminar el bachillerato y haber iniciado un ciclo de deportes. “Cuando pueda me inscribiré en la universidad; quiero ser maestro infantil cuando me retire”, anticipa. Profesor de niños y policía, de hecho, eran sus grandes pasiones de pequeño. Antes quiere disfrutar al máximo de la profesión de futbolista. “Al ser el más joven del vestuario recibo consejos de todos y acepto todas las correcciones y abucheos sin malas caras. A Cabrera, de hecho, yo también lo he abucheado alguna vez”, dice sonriendo uno de los grandes activos de presente y de futuro del Espanyol.