Deportes

El renacer de Gervasio Deferr: "Cuando no sabía qué hacer, me inundaba en alcohol"

El gimnasta pide más cuidados psicológicos para los deportistas de élite

BarcelonaEl gimnasta Gervasio Deferr ganó tres medallas olímpicas, pero en su vida no todo son luces. El gimnasta ha tenido que luchar contra muchas adversidades en una trayectoria tan cargada de logros como de presión. “He tenido la suerte de estar en tres Juegos Olímpicos, en los que me he sentido muy realizado. Sin embargo, siempre me he marchado un poco con la sensación de derrota. Es raro de entender, pero mi objetivo era demostrar que era el mejor del mundo en la modalidad de suelo. Nunca lo logré. Es un reproche que me acompañará toda la vida, pero ahora lo he asimilado”, dice. Dos medallas de oro y una de plata no sirvieron para aliviar una autoexigencia extrema.

“Me retiré en el 2011, pero mi última competición fue en el 2008. Pasé tres años en Madrid con la sensación de estar de vacaciones, pero sin entender que ya me había retirado. Seguía viviendo en la residencia con deportistas. No me di cuenta de que debería haber dedicado ese tiempo a buscar nuevos objetivos”, explica Deferr, que hace unos días participó en Barcelona en el congreso Deporte y salud mental, la XV edición del Foro Olímpico.

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“Cuando volví a Barcelona, me di cuenta de que delante de mí había un precipicio y no sabía hacia dónde tirar. Me habría ido bien contar con el apoyo de la Federación Española porque solo se preocupan de exprimir tu cuerpo para sacar resultados. Cuando dejas de hacerlo, les importas poco. Yo encontré apoyo en el Comité Olímpico. Es la entidad que más atención pone a las retiradas traumáticas de los deportistas”, opina el medallista.

"Sufrí una depresión de caballo"

"Cuando no sabía qué hacer, me inundaba en alcohol porque era la única manera que tenía de detener mi cabeza. Estuve años así hasta que pedí ayuda y logré detener el bucle. Sufrí una depresión de caballo y una adicción al alcohol. Todos los trastornos mentales merecen la misma atención", reclama Deferr. El libro El gran salto (Península) sirvió para explicar su descenso a los infiernos una vez se retiró del deporte.

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El deportista es crítico con la poca ayuda que han tenido otros deportistas de alto nivel. “Podríamos haber salvado vidas como la de Blanca Fernández Ochoa, Jesús Rollán o Yago Lamela. Se ha actuado tarde porque deberíamos habernos puesto las pilas mucho antes. Hay deportistas que han sufrido como nadie puede imaginarse. Yo soy campeón olímpico y tengo visibilidad para levantar la voz, pero otros compañeros no. Nadie se acuerda de deportistas que invirtieron el mismo tiempo y esfuerzo que yo, pero a los que los resultados no los acompañaron", argumenta.

"Una federación sin deportistas es simplemente una oficina. Pienso que las federaciones y los clubes deberían interesarse más por los deportistas y no solo por su rendimiento", afirma Deferr, que habla con la misma pasión que contundencia.

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“Aquí quieren que seas el mejor, no que seas feliz. Los psicólogos que tuvimos te enseñaban a ganar y competir, pero a mí nunca nadie me habló de la retirada. Te enseñan a ser el mejor en el momento más difícil, pero no te hablan de cómo será tu vida cuando te jubiles con 30 años. Nosotros no ganamos el dinero de Messi y, por lo tanto, no podemos jubilarnos de verdad, tenemos que seguir trabajando”, asegura el gimnasta, que dejó de estudiar con 16 años. "Retomé los estudios cuando tenía 28 años. Me daba vergüenza ser campeón olímpico y no tener ni la ESO”, sentencia.

La Mina, un proyecto con alma

Uno de los proyectos más estimulantes de Deferr es el gimnasio que regenta en la Mina. “El objetivo es dar a los niños la posibilidad de practicar un deporte poco conocido y logísticamente caro. Quería abrir el barrio al mundo, demostrar que hay más cosas aparte del narcotráfico. Puedes ir a Mina a hacer cosas positivas. Cuando abrí el gimnasio hace 14 años, la gente me llamaba para preguntar si era peligroso, y ahora eso ya no ocurre. Es un barrio complejo, pero ha mejorado mucho”, resume con orgullo.