Toni Freixa: la resistencia a ser la tercera vía

El único realmente convencido de que Toni Freixa puede ser presidente del Barça es él mismo. El año que perdió a sus padres, su gran barcelonismo lo llevó a poner en marcha la carrera electoral. Para los periodistas solamente es un outsider entre Jan y Víctor. En los debates, este efecto sándwich ha sido notorio. La sorpresa sería que pudiera superarlos, pero él está dispuesto a reivindicarse, a poner un dos en la quiniela. Aquí nace su gran reto: conseguir ser un candidato con opciones y no el Jaume Llauradó del siglo XXI.

Freixa ha explotado su capacidad de argumentación desde dentro de la institución, podríamos decir que es un producto de una cantera extrafutbolística, puesto que el hilo argumental para llegar a ser un buen orador lo adquirió y puso en práctica durante su época de portavoz de la junta del club. En aquella etapa construyó una credibilidad que le ha permitido ser un candidato solvente que no desentona nunca en los debates o cuando hace declaraciones. Hay que reconocerle una habilidad única para explotar como nadie la capacidad de entrar y salir del club, sin dejar de actuar, si hacía falta, dicen, desde la retaguardia para facilitar mociones de censura o demandas. Entró con Laporta, gracias a la proximidad con su cuñado Alejandro Echevarría, y salió antes del final del mandato con profundas diferencias. Esta falta de sintonía con Jan, convertida en antipatía mutua, los llevo, en pleno Eixample, a protagonizar, con empujones y malas palabras, una fricción más propia de un derbi futbolístico que de un par de letrados.

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Gracias a las confianzas jurídicas volvió al Barça de la mano de Rosell, que le concedió un protagonismo microfónico incontestable. La continuidad con la junta de Bartomeu le otorgó un papel claramente a la baja. Aún así, resistió hasta el final del mandato con la voluntad de poderse presentar a las elecciones como oposición sin tener que avalar. Su información de lo que pasa en el club siempre ha sido muy buena gracias a las conexiones que mantiene con aquello que llaman las cañerías oxidadas, unos conductos por los cuales se comunican algunos empleados del club, siempre dispuestos a estar en buena sintonía con los potenciales presidentes por si algún día dejan de ser potenciales.

La filtración del fichaje de Gasol

Freixa se considera el candidato más afín a las peñas, a esto le llamaríamos populismo positivo. Al mismo tiempo, se aleja del independentismo, hecho por el que algunos le buscan conexiones con el unionismo que él niega reiteradamente. Solo Toni es capaz de ver vinculaciones entre el nuñismo y el cruyffismo sin sentirse extraño en su pensamiento. Su melena, que ha perdido longitud y capilaridad en esta segunda campaña, sigue luciendo un exceso de gomina para las grandes ocasiones. Ni continuista ni renovador, quiere ocupar un espacio entre el laportismo y el fontismo en un entorno que es territorio de extremos que dificulta el rédito en las terceras vías.

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Freixa ha subido el tono esta semana desarrollando una campaña publicitaria que, en términos futbolísticos, podríamos calificar de pícara. Este nerviosismo preelectoral lo condujo a utilizar información confidencial que había obtenido para tuitear que Pau Gasol volvería al Barça, una primicia que se le giró en contra hasta el punto de convertirse en trending topic. Su distanciamiento del entorno sandrista ha sido evidente durante los últimos años, a pesar de que la distancia del rosellismo hacia los otros dos candidatos todavía es más sideral. Varias actuaciones fueron la causa de la pérdida de confianza de Sandro, con los columbarios y las famosas listas de espera al frente.

Su director deportivo en caso de ganar las elecciones, Lluís Carreras, es una apuesta que no acaba de convencer al barcelonismo ni refuerza su condición de candidato serio. Los resultados demostrarán si pasar el corte ha sido tan solo una buena gestión logística del mundo de los avales y de los grupos organizados de firmas o si realmente tiene un colectivo de socios que le compran esta visión insistente de un Barça alejado de la política, de los poderes fácticos y, incluso, de las élites económicas que habitualmente han querido controlar el club. Freixa es el continuismo sin ser un referente reconocido del continuismo. Su mejor reflexión de campaña, la bandera de su proyecto, es que nadie está por encima del Barça. Ni siquiera él mismo.

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