¿Por qué Superman lleva los calzoncillos por encima del pantalón?
Superman nació en 1938, en plena incertidumbre política y auge de los medios de masas. Su fuga del devastado planeta Krypton en busca de asilo en la Tierra conectaba vitalmente con sus creadores, Jerry Siegel y Joe Shuster, hijos de judíos exiliados. Como respuesta esperanzadora a la Gran Depresión y, más tarde, símbolo del ideal democrático durante la Segunda Guerra Mundial, Superman personifica valores como la justicia, la verdad y la igualdad. Representa el American way of life y el self-made man, y proyecta la narrativa de Estados Unidos como una nación excepcional y moralmente justa. Así, Superman no solo inaugura la era de los superhéroes, sino que pone la primera piedra de una nueva mitología popular estadounidense, a través de la cual se consolidan estructuras simbólicas y se vehiculan ideologías en el tejido social. Un superhombre conectado con el ideal patriarcal clásico –que combina una potencia física extraordinaria con una ética incuestionable– y que se presenta como modelo aspiracional de masculinidad.
Uno de los elementos que instaura Superman es el cambio de vestuario como punto crucial en la narrativa de los superhéroes. Si los hombres a menudo se creen ajenos al fenómeno de la moda, en el caso de Superman debe a la ropa (y a su alternancia) su esencia identitaria. Mientras que el traje sastre escenifica la personalidad torpe del periodista Clark Kent, Superman define su calidad de súpercon cada uno de los detalles de su traje, que construye a partir de diferentes referentes con los que enfatizar su masculinidad.
El vestuario de Supermán bebe directamente de la iconografía de la Roma imperial, que toma como punto de partida la coraza musculada de los emperadores romanos, diseñada no para combatir, sino para exhibir poder y virtud. Además, máscaras como las de Batman o Spider-Man evocan los cascos ceremoniales con facciones idealizadas que recordaban retratos de Alejandro Magno y que se utilizaban en desfiles como símbolo de ejército invulnerable. Esta estética, además del espadachín renacentista, también recupera el gladiador clásico –con las botas y el cuerpo idealizado– y conecta con el imaginario del deportista moderno, creando un híbrido entre el atleta y el guerrero. Y, por último, la capa roja, uno de los símbolos más míticos de Superman, inspirado en los mandos militares romanos, para reforzar el aura de héroe invencible. Está claro que, si los machos de verdad piensan a diario en el Imperio Romano, ¡Clark Kent se encuentra entre ellos!
Pero... ¿y a qué se debe que Superman lleve los calzoncillos por encima del pantalón? Pues a otro de sus referentes estéticos, los musculosos del circo del siglo XIX, que llevaban mallas ajustadas para definir el cuerpo, con calzoncillos o cinturones anchos de colores contrastados, para sujetar y reforzar la zona lumbar, y que acabarían siendo un código visual de masculinidad y poder físico. El resultado es una masculinidad heroica, ritual e icónica, heredera de mitos antiguos y adaptada a los valores del siglo XX.
Aunque el origen del traje de Superman haya cambiado según las versiones –desde su madre cosiéndolo con sábanas kryptonianas hasta encontrarlo en una nave alienígena–, lo sorprendente es que la capa del último film, estrenado el pasado mes de julio, ha sido hecha por una empresa catalana, Gratacós, la cual, más allá de su punto de venta en Barcelona, tiene una importante presencia internacional. Gracias a un crepédoble, que ha sustituido el elastano por el poliuretano, se ha logrado un tacto esponjoso, elástico y con una caída con más nervio, que ha hecho que los estudios de Hollywood Warner Bros hayan escogido este tejido catalán de entre cualquier otra opción mundial. Así pues, cuando Superman salve a la humanidad de su destrucción moviendo su capa al viento y haciendo gala de americanismo, no olvidemos que debe buena parte de sus éxitos a Catalunya.