BarcelonaUna situación desesperada. Así describen sin tapujos, los afectados, la situación de la cosecha de la fruta dulce en las tierras de Lleida. Pérdidas de entre un 70% y un 80% de la producción. La granizada y las heladas de Sant Jordi han dejado el sector muy tocado y no reciben el apoyo ni el acompañamiento que esperaban del Govern. Así lo han querido hacer patente una delegación de alcaldes y agricultores de la zona con la tractorada desde sus tierras y la manifestación ante la Generalitat. “Traemos dos cajas de manzanas para dárselas al president de la Generalitat”, exclaman mientras piden reunirse. Son una veintena de alcaldes que manifiestan la disconformidad por la gestión de la conselleria de Agricultura: “La consellera Jordà nos prometió ayudas directas, pero a la vez lamentó cómo le costaba influir dentro de su propio gobierno para poner la payesía al lugar que le corresponde”, explica Manel Solés, alcalde de la Granja d'Escarp.
Reclaman que los payeses puedan recibir estas ayudas para mitigar los efectos devastadores de las heladas y garantizar que la próxima cosecha también se pueda hacer. Hay problemas para cobrar los seguros, los precios cada vez son más bajos y no pueden asegurar la próxima cosecha. También remarca la necesidad de unidad entre todos los pueblos para hacer este tipo de reclamaciones y destaca que los alcaldes de ERC –el partido que comanda ahora la conselleria– no están por la labor porque prefieren “no desgastar políticamente a la consellera”. “Hay que dejarnos de reproches y no concebir la política como algo a corto plazo”, exclama. El jefe de gabinete de la consellera Laura Vilagrà los atiende y les asegura que se les recibirá.
También está Jordi Janés, alcalde de Alcarràs, hoy el pueblo de moda gracias a la grandísima repercusión de la película de Carla Simón. Destaca que la película ha sido y es un fenómeno que les ha traído a situaciones eufóricas, y lo contrapone a la helada de Sant Jordi, una situación muy mala. Una paradoja total. “Alcarràs está ayudando mucho a dignificar la payesía, un sector tocado de muerte. Mucha gente se la siente suya, ha caído muy bien y hemos pasado de ser el último pueblo de Catalunya al primero”. El éxito del film está comportando una fiebre de turismo cinéfilo que revierte positivamente en sectores colaterales: hostelería, restauración... Un contraste total con el efecto contrario que genera la crisis terrible de la fruta, porque los sectores adyacentes a la payesía también se ven muy perjudicados: servicios, seguros, gestorías, talleres mecánicos... Hay que aprovechar la película para poner el foco en las reivindicaciones de un sector muy perjudicado. Queda claro que el boom de Alcarràs no es solo un fenómeno cinematográfico.
Josep Estela aguanta la larga pancarta que han traído los agricultores. Es de Alcarràs y tiene una frase lapidaria y muy elocuente: “Sin payés, la ciudad no come. ¡A ver si se lo mete todo el mundo en la cabeza!” Él tiene suerte: su hijo continúa el oficio, pero muchas nuevas generaciones desertan y es otro de los peligros del sector. Y pone énfasis en otro problema, la competencia exterior: “Si llegan tantos camiones de fuera cargados de fruta el panorama no es competitivo y los precios nos estrangulan”.